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Rafael Camúñez desgrana una sentida Exaltación de la Navidad sustentada en el amor y en la esperanza

Rafael Camúñez Benítez hizo gala en todo momento de la felicidad que le embargaba, algo que tampoco parecía que quisiera disimular, sino más bien al contrario. Y eso lo trasladó con firmeza a sus palabras, esas que llenaron este domingo el interior de la Parroquia de Santa María Magdalena con motivo de la Exaltación de la Navidad para la que fue designado por el Consejo de Hermandades y Cofradías de Dos Hermanas.



Y allí, acompañado por su familia, esa que le enseñó a ser cristiano, el joven Rafael Camúñez, de 23 años de edad, demostró una gran madurez sustentada en una fe que le acompaña desde que un buen día, de pequeño, vestido de verde y blanco, le dijo a sus padres que quería conocer algo que le llamó atención y a partir del cual ya pasó a convertirse en el centro de su vida.

Ante el altar mayor de Santa María Magdalena, a pies de las imágenes de la Virgen María y San José, presidía el acto el párroco de este templo, don Manuel Sánchez de Heredia, quien se encontraba acompañado por el presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías, Antonio Gavala, por el propio pregonero y por la presentadora de este, su amiga y confidente María José Sánchez López. Y poniendo voz a los villancicos navideños, el Coro de la Hermandad de Valme.



Pese a su juventud, al exaltador en ningún momento se le vio dubitativo, sino más bien seguro y tremendamente feliz; una felicidad que, además, supo trasladar a todos cuantos llenaban la Parroquia, que sin duda salieron impregnados del sentido de la Navidad que él quiso transmitir desde el mismo instante en el que le pidieron que fuera el Exaltador de esta fiesta tan entrañable.

Y Rafael Camúñez tuvo un recuerdo especial hacia sus padres, y su ansia por querer siempre adelantar la Navidad a las fechas que teóricamente marca el calendario, por cuanto desde pequeño se convirtió para él en la "fiesta plural" y en la que marca su verdadero sentido a través de la felicidad, centrada en todo lo que significa la venida del Señor, pero también en la alegría y en la fiesta que conlleva.



Salpicado en todo momento por poemas sencillos, pero profundos, y bien entonados, dejó sentado que para él en la Navidad hay dos pilares fundamentales "que deben hacer de nosotros fuertes cristianos en la fe: El amor y la esperanza". Se confesó un gran defensor de los villancicos, sin los cuales "no sería Navidad", a lo cual contribuyó el Coro de Valme, y realizó un amplio recorrido por un camino, presidido en todo momento por una frase: "Sé de quién me he fiado", que le llevó desde las tinieblas por las que caminaba, a la luz que encontró en el Niño de Dios y en Jesús del Gran Poder, la hermandad nazarena, de las varias a las que pertenece, en la que ha estado volcado siempre de una forma más especial.

En su conclusión, Rafael Camúñez habló así: "Vagamente he escrito lo que la Navidad debe ser para nosotros. Pero lo verdaderamente esencial es dejarse llevar por Dios. Así, cada historia, cada momento, será único. Irrepetible. Inédito… No tengáis miedo de Dios. No tengáis miedo de pronunciar su nombre, ahora ni nunca. Manteneos firmes en la Fe. Pues quien rehúya de su nombre, no encontrará su rostro, más cuando alma y vida, en su presencia estén", dijo, para concluir con un poema con el que consiguió encender a cuantos le escuchaban en el interior del templo nazareno.

F. G. / REDACCIÓN
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