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HLA

FENACO



24 dic 2017

  • 24.12.17
Luis Jesús Jiménez Pérez no realizó realmente una Exaltación de la Navidad, sino que fue dibujando poco a poco un libro que empezó con las páginas en blanco y que fue llenando poco a poco de poesía y de múltiples colores hasta conseguir envolver a todos en una bonita realidad que siempre estuvo marcada por su profunda fe y por su pasión por la Navidad y por los belenes.



Así es como se presentó este "nazareno de bien" ante el público que llenó en la noche de este viernes la Parroquia de Santa María Magdalena, rodeado de todos los suyos, que fueron muchos, acompañado por su inseparable Coro de la Hermandad de Valme, de la que él es miembro destacado, en presencia de hermanos mayores, a los pies de las figuras de San José, la Virgen y el Niño Jesús que presiden el altar nazareno, respaldado por el párroco de este templo, don Manuel Sánchez de Heredia, por el recién elegido presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías, Juan José Muñoz Villadiego, y por su primo y presentador, Felipe Caso Pérez, pero sobre todo por un texto que llevaba sobre sus manos, que tituló 'Un legado de generación en generación', y tan cerca del Sagrario que acoge a 'la Reina de Dos Hermanas', que ya poco más le hizo falta para contagiar a todos cuantos le escuchaban de esa pasión que siempre le ha acompañado hacia los belenes y de esa fe que le guía en cada pasaje de la Navidad.





Si a todo ello se le añade una luz tenue, una voz clara y cálida, y la música de piano, tocado por su sobrino David Álvarez, que le acompañó en diversos paisajes de sus palabras, y el acierto en la expresión para recoger cada sentir y cada vivencia, muy poética por momentos, pues no tuvo más remedio que ser premiado con un prolongado y caluroso aplauso, con el público en pie, una vez que puso fin al que fue la Exaltación con la que se iniciaba la celebración del nacimiento del Niño Jesús.

Había expectación por escuchar a Luis Jesús Jiménez, un joven nazareno que nunca antes se había enfrentado al reto de expresar sus sentimientos en público, y la sonrisa que en todo momento presidió el rostro de don Manuel Sánchez de Heredia casi fue la fotografía de las de quienes se situaron frente a él.

¿Y qué hizo el exaltador? Pues exaltar la Navidad y la llegada del Niño Dios, pero, sobre todo, ir escribiendo poco a poco un libro que presentó con las hojas en blanco y que fue llenando de poesía, de vivencias, de recuerdos, de compromiso, de devoción y de muchos colores, hasta completar un cuento tan nazareno como la Patrona o como quien tanto lo acoge con su Valimiento.

Y durante algo menos de una hora habló de su infancia, de cómo siendo un niño que apenas se podía poner en pie comenzó a sentirse atraído por esas figuritas de plástico que poco a poco fueron creciendo, y sustituyéndolas luego por otras de mejor presencia, siempre bajo el amparo de sus padres y sus primos Felipe y Francisco Javier, hasta convertirse en un belenista de vocación, mientras que este "joven pastor", como él mismo se definió, construía con sus palabras ese cuento de Navidad en el que no faltaron las alusiones a las imágenes marianas que llenan Dos Hermanas y a sus tradiciones.

La exaltación que realizó Luis Jesús Jiménez fue muy profunda, consiguiendo llenar el corazón de todos cuantos siguieron sus palabras, sobre todo cuando, de nuevo acompañado por el piano de su sobrino David Álvarez, la suavidad repleta del 'Adagio' de Albinoni le sirvió de preámbulo para acabar de completar ese libro que había empezado a escribir poco antes y hacerlo además de la forma más nazarena posible.



Y si no, lean, a modo de ejemplo, las palabras con las que acabó deseando a todos una Feliz Navidad: "Sueño con un Dios hecho hombre, nacido entre almazaras. En una hacienda encalada, entre hermosos olivares que son de verde Esperanza. Entre campos de trigales, con aires de la marisma que suben por el río grande. Alquerías nazarenas, torreones sin iguales. ¡Y sueño, y sigo soñando! Y sueño cómo lo adoran, pastores que en Dos Hermanas vienen con sus mandiles al terminar la jornada. Toneleros, nazarenas muy bien plantadas. Le traen al niño aceitunas, y cuna de yute hilada. Flores de seda rizadas para poner a sus plantas. Varas de nardos regalan, romero, eucalipto y albahaca. Sueño a María pariendo entre bulerías gitanas, con corraleras alegres, entre bailes y entre palmas. Que en la tierra de María, los cantos se hacen plegarias. Ya vienen coros cantando, que con sus voces rajadas son cantos de querubines que celebran su llegada. Alegrías, tanguillos, fandangos y sevillanas, que en esta tierra bendita son jotillas bailadas. ¿Qué cómo sueño yo a ese niño cuando nazca? Lo sueño como un nazareno, pues no tuvo más morada que un establo en una hacienda, cerca de Joaquín y Ana. Matrona en su nacimiento y Patrona del que aquí nazca. Establo de albero amarillo, de la cueva de su casa. Donde este pueblo nació, con nombre de Dos Hermanas. Sueño a un José tonelero que, con sus manos sagradas, preparó un pesebre al Niño para que él reposara. Y sueño cómo su madre, sobre el suelo recostada, al Niño en brazos cogió; al mismo Dios que reinara. En esta bendita tierra ¡que no puede ser más Mariana! Pues aquí vive una anciana, por nombre llamada Ana, junto a su hija María, la flor más pura y humana, por nombre llamada Valme, ¡la Reina de Dos Hermanas!"

F. G. / REDACCIÓN

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