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Dos Hermanas hizo suya la Oración

La Oración en el Huerto es un ejemplo claro de cómo una cofradía se puede adueñar del centro de una ciudad para hacerla suya, para recrearse por las calles y hacer y hacerse sentir entremezclándose con las gentes que deambulan de un lado a otro buscándola, o no, pero siempre encontrándosela. Por eso el Miércoles Santo es uno de esos días grandes de la ciudad de Dos Hermanas.



La estampa, no por repetida, nunca deja de sorprender, porque siempre hay algo nuevo. Especialmente durante la salida de esta procesión desde la casa hermandad que la Oración en el Huerto tiene en la calle Aníbal González. Porque allí siempre se produce esa mezcla perfecta entre lo sobrio y lo excesivo, entre el ayer y el hoy, entre el bullicio y la tranquilidad, resultando al final un encuentro de sueños posibles e imposibles.

A las siete en punto de la tarde, al ruido de las horas que marcan el reloj de la casa hermandad dejó paso al del momento en el que se abre el cerrojo de la puerta principal para dejar ver a los primeros nazarenos, guiados por su cruz, y comenzar a confundirse con esta turba infantil que aguarda de la mano de sus papás o mamás a que llegue el momento de introducirse en el tramo que les corresponda; y es entonces cuando comienzan a vivirse momentos entrañables, con los niños y niñas con sus túnicas y capirotes o vestidos de monaguillos que dibujan una estampa siempre muy simpática.

La verdad es que la rápida salida de los nazarenos desde el pequeño espacio de la casa hermandad hace muy liviana la espera para vivir el momento de la salida del paso de misterio, tan característico por el olivo que arropa al Señor y a los apóstoles Pedro, Juan y Santiago que le acompañan, y, también, por el hecho de que la estrechez de la calle siempre hace que ese momento se viva en silencio para no entorpecer la voz de mando del capataz Fernando Gutiérrez Luna. Como ocurre igual cuando es el palio el que debe salir, con esos costeros echados prácticamente a tierra para salvar el dintel de la puerta.

Lo cierto es que a partir de entonces, ya en la calle, se inicia el momento del disfrute, que aguarda siempre esos lugares claves, como la Plazoleta, Los Jardines o sus presentaciones ante las casa hermandad que se encuentra en su transcurrir para lucirse, para dejar claro que sus varios siglos de existencia han servido para algo; aunque de forma especial para seguir congregando a generaciones de nazarenos y nazarenas que han hecho su vida junto a esta cofradía del Miércoles Santo de Dos Hermanas.

Imágenes de la salida de la Oración en el Huerto

























































F. G. / REDACCIÓN
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