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25 jul 2018

  • 25.7.18
José Antonio Sánchez Reguera y Jesús García serán los encargados de guiar a los costaleros que irán portando a Santa Ana, Patrona de nuestra localidad, mañana jueves 26 de julio. Sus amplios conocimientos en el mundo del martillo les hacen complementarse a la perfección a la hora de llevar los pasos ya que llevan trabajando juntos muchos años y han sabido aceptar cada uno su rol a la perfección dentro de las cuadrillas en las que han estado.



José Antonio comenzó su andadura bajo las trabajaderas en los años ochenta bajo el Señor del Cautivo, pasó por la Oración en el Huerto y el Cristo de la Presentación al Pueblo. Tras unos años bajo las trabajaderas del Lunes Santo, Agustín García, que fue, es y será siempre su maestro, le dio la oportunidad de salir al frente del paso colocándolo como segundo suyo. Con el paso del tiempo le ofrecieron hacerse cargo del martillo de Jesús Humillado de la Hermandad de la Cena junto a Fernando Martos y a partir de ese momento surgieron varias ocasiones para poder continuar afianzándose como capataz delante de pasos como la Sagrada Cena de Dos Hermanas, Las Tres Caídas y, finalmente, Santa Ana.

Jesús Por su parte, comienza desde muy pequeño como contraguía en el Cristo de la Presentación al Pueblo formando parte del cuerpo de capataces. Cuando ya tuvo la edad para poder salir debajo de su cristo no desaprovecha su oportunidad y está siete años bajo las trabajaderas del Lunes Santo y dos bajo la Virgen de la Estrella el Domingo de Ramos. Es el propio José Antonio Sánchez Reguera, junto a Agustín García, quien lo saca de las trabajaderas y le da la oportunidad de estar el frente del martillo de la Presentación al Pueblo, compaginándolo también con la Virgen de la Estrella. Es el propio Reguera quien le propone a la Junta de Gobierno su inclusión dentro del cuerpo de capataces como primer capataz junto a él.

Ambos se conocen a la perfección ya que han coincidido, aparte de llevando los pasos, Jesús como costalero y José Antonio como capataz en los pasos de la Presentación al Pueblo y de Santa Ana. De esta manera se formó una simbiosis perfecta a la hora de mandar los pasos que todavía perdura.

Una de las grandes innovaciones que han podido verse en el paso de Santa Ana es la implementación de costaleros de Cristo dentro de los pasos de ‘tumbilla’ por parte del cuerpo de capataces al que pertenecía Reguera, “Eso era una cosa totalmente impensable hace unos años pero nosotros decidimos probarlo”. Esto desmitificó la idea que se tenía anteriormente de que los costaleros altos no podían salir debajo de los palios y ahora ya se pueden ver cuadrillas con diferentes alturas. Ambos inciden en la confianza que debe depositar el capataz con sus costaleros para realizar este tipo de cambios en sus cuadrillas para que la transición se produzca de la manera más leve posible.

A la hora de quedarse con un sitio para poder vivir la procesión de la Patrona de nuestra ciudad, José Antonio prefiere el recogimiento y la intimidad que dan los momentos previos a la salida, cuando el paso realiza la primera ‘levantá’ y se va acercando al dintel de la puerta de Santa María Magdalena, en cambio Jesús prefiere la calle Real por el hecho de realizarse el último relevo de los costaleros y ve como los compañeros se abrazan y se dan la enhorabuena por el trabajo hecho y la cuadrilla que se queda fuera se queda alrededor del paso animando continuamente a sus compañeros que van debajo.



En referencia al paso que llevan los costaleros bajo las trabajaderas de un paso de ‘tumbilla’ comentan que es muy diferente al de un palio por el simple hecho de la descompensación del peso ya que la ‘tumbilla’ solo tiene cuatro varales y el palio tiene doce. El ‘trabajo’ debe ser mucho más fino pero nunca se le podrá sacar el partido que de verdad tiene por dicha descompensación de peso, “lo que en un palio sería un ‘trabajo’ de matrícula de honor, en una ‘tumbilla’ es un notable alto teniendo que realizar mucho más trabajo”.

Una vez se han posado los cuatro zancos en el suelo de la iglesia de Santa María Magdalena y se cierran las puertas del templo es el momento en el que comienzan a desgranar cada minuto que han podido vivir durante la procesión y comienzan a disfrutar, realmente, de lo que ha sido el día 26 de julio en Dos Hermanas ya que durante el recorrido han tenido momentos de muchos nervios por si surge algún contratiempo. “A mí me gustaría quedarme con el momento en el que, cuando ya he podido felicitar a todos los costaleros, felicito y abrazo a José Antonio por el trabajo realizado” comenta Jesús.

La confianza con sus costaleros es lo más importantes y siempre buscan relacionarse con ellos y establecer unos vínculos de unión. Recalcan que la figura del capataz no debe ser solo la del hombre que va mandando delante de un paso con un traje puesto, ellos quieren compartir experiencias con los costaleros, “las cuadrillas no se hacen solo en los ensayos, una cuadrilla realmente se fragua, y así nos lo han enseñado y lo seguimos manteniendo, disfrutando de los momentos con tus costaleros” explica Reguera.

A la hora de rememorar algún momento de su extensa vida cofrade coinciden en recordar a los compañeros costaleros que ya, por unas circunstancias o por otras, no pueden volver a estar bajo las trabajaderas y en la ilusión que ven en las caras de los niños a la hora de sacar las ‘Cruces de Mayo’, ya que ambos ayudan a la Hermandad de la Borriquita.

C. D. / REDACCIÓN

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