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FENACO



Mostrando entradas con la etiqueta Negro sobre blanco [Aureliano Sáinz]. Mostrar todas las entradas
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25 may 2019

  • 25.5.19
Algo que me ha llamado poderosamente la atención en los trabajos de investigación sobre la familia a partir de los dibujos de los escolares es que a cierta edad, aproximadamente entre los 10 y los 12 años, con bastante frecuencia quienes realizan esos dibujos representan a sus amigos o amigas como si esas amistades formaran parte de la propia familia.



En cierto modo este hecho resulta un tanto sorprendente, dado que ellos o ellas saben que sus amigos no pertenecen a sus propios grupos familiares; sin embargo, el entrañable vínculo emocional naciente de la amistad da lugar a que los integren como otros miembros más de sus familias. Y es que, sin ser conscientes, van dando paso a que los lazos afectivos fuertes sean razones con suficiente peso para ampliar la idea de familia con otros componentes con los que no tienen lazos de sangre, sino lazos de cariño y amistad.

Hemos de tener en cuenta que un hecho positivo en la evolución de la estructura familiar es que cada vez se da más valor a los sentimientos compartidos para explicar tanto las uniones de las parejas como los lazos de afecto entre los miembros que componen la familia.

Recordemos que en otros artículos, caso de Mascotas en la familia, vimos cómo los escolares que tienen algún animal en la casa lo suelen representar como si fuera parte de la misma. Y es que las mascotas acaban siendo, de algún modo, un miembro más, puesto que se les ponen nombres y se las cuidan como si fueran niños pequeños a los que hay que prestarles todo tipo de atenciones.

Dado que considero que la amistad es uno de los grandes valores humanos, y que todos necesitamos tener amigos, he indagado en publicaciones que trataran acerca de la formación de la amistad en la infancia y en los inicios de la adolescencia para comprender cómo se van formando los vínculos emocionales en las primeras edades.

Lo cierto es que he encontrado pocas obras publicadas en castellano. Dos de las que me han parecido más interesantes son, por un lado, Amistades infantiles del estadounidense Zick Rubin, profesor de la Universidad de Waltham, y, también, La amistad entre niños y adolescentes del profesor francés Pascal Mallet.

Considero de gran interés el primero de los libros citados, puesto que en él se estudia cómo se van formando las relaciones de amistad en niños y niñas pequeños, es decir, en aquellos escolares que se encuentran en el tamo de educación infantil.

Resulta muy complicado sinterizar lo que el profesor Rubin aporta en su trabajo; no obstante, me voy a permitir extraer un par de párrafos que bien pueden servir para que se comprendan sus orientaciones.

“Las destrezas para la amistad no solo incluyen la aptitud para lograr entrar en las actividades de grupo, sino también la de ser amigo: un compañero de juego que presta atención, aprobación y ayuda. Incluso en el primer año de vida, los niños presentan estilos diferenciados de interacción que pueden hacerles agradables o desagradables para sus compañeros”.

“Debido a las múltiples funciones que ejercen las amistades infantiles, es imposible predecir con cierto grado de certeza qué parejas o grupo de niños se harán amigos. Sin embargo, de existir algún grupo de predicción, es el de los niños que son atraídos por los que les son parecidos”.

Para que comprendamos el valor de la amistad en los escolares que acuden a representar a sus amistades como si formaran parte de la familia, he seleccionado seis dibujos que nos pueden servir para conocer este rasgo tan significativo en la formación y el desarrollo emocional de chicos y chicas.

El primero de ellos, que muestro de portada, corresponde a una chica de 12 años que se encontraba en sexto curso de Primaria. Como puede apreciarse, en la escena ha trazado dos grupos: en la izquierda, el formado por su padre y su madre y, en la derecha, el de ella misma con sus dos amigas. En medio, ha puesto a su “hermanito”, que parece le sirve de puente entre ambos grupos.

Hay una clara interpretación del modo en el que la autora ha plasmado a su familia. Por un lado, dibuja de manera ordenada a los cuatro que componen el núcleo familiar; pero, al acercarse por edad a la adolescencia, también quiere expresar ese naciente sentido de autonomía y el deseo de cierta independencia de sus padres con la inclusión de sus dos mejores amigas, como si las tres formaran un grupo con vida propia.

Como podemos apreciar, esta chica expresa gráficamente su idea acerca de las grandes amistades, esas amistades que las preadolescentes sienten tan firmes que creen que van a durar siempre, aunque esto, lamentablemente, no siempre sucede, puesto que a esas edades todavía no conocen los retos y los cambios que se producen a lo largo de la vida.



Tras el dibujo que ha servido de portada, muestro otro de una chica de 8 años que es zurda, puesto que comienza a dibujarse ella misma en el lado derecho de la lámina. Posteriormente, representa a su hermano mayor en el centro de la lámina y, en tercer lugar, a su padre en el lado opuesto. Junto a su padre, traza a su madre cogidos de la mano, como expresión del cariño que se tienen. Finalmente, muestra a su amiga jugando al fútbol con ella. De modo sorprendente, y puesto que a esta edad les resulta muy complicado representar la perspectiva del espacio, por encima del grupo y con visión frontal, presenta un río con un puente que lo cruza.



En las edades inferiores, resulta habitual que niños o niñas comiencen a dibujar la familia empezando por ellos mismos. En realidad, es una expresión del egocentrismo infantil, que también puede interpretarse como una manifestación de la autoestima. Es lo que sucede con la escena familiar que acabamos de ver en la que la autora, de 10 años, inicia el trazado del grupo con la figura que la representa. Pasa, posteriormente, a plasmar a su padre, su madre y su hermano mayor. Como podemos comprobar, en quinto lugar, y cerca de ella, ha dibujado a su “mejor amiga”, tal como ha escrito en la lámina. Es, pues, una clara integración de su amiga dentro del grupo familiar como si formara parte del mismo.



En el dibujo de esta niña de 11 años también se muestra la importancia de la amistad naciente, puesto que en el lado izquierdo de la lámina representa a sus padres y a sus tíos como si formaran un grupo, y en el derecho a ella con su amiga. La amplia distancia entre ambos grupos queda amortiguada con el dibujo de sus dos cobayas. La chica, para reforzar la importancia del amor que nace de la amistad, acude a la representación de un pequeño corazón en la parte superior, al lado del título del trabajo.



Pareciera, por los dibujos que hemos visto, que la expresión gráfica de la amistad dentro de la familia fuera una cosa estrictamente femenina; sin embargo, en ocasiones también encontramos trabajos de chicos preadolescentes que acuden a represarse con su mejor amigo cuando se les plantea el dibujo de la familia. Es lo que acontece con Manuel, de 12 años, que comienza a plasmar la escena familiar por su perro “Blacki” y su hámster “Bolita”, antes de dibujarse a sí mismo. Tras su hermana Elena, aparece su amigo Ian, antes de pasar a sus padres.



Cierro este repaso por el tema de La familia y los amigos con otro dibujo de una chica de 12 años. En este caso, la autora ha trazado a su familia dentro de la casa, que está simbolizada por esas dos líneas inclinadas que se asemejan a tejados. Puesto que es una familia con tres hijas, ella dibuja al grupo familiar comenzando por sus padres; posteriormente, aparece ella misma entre su hermana mayor y la más pequeña; y cierra el grupo con su amiga, como si fuera una más de la casa. Y es que, como acabamos de ver, la fuerza de la amistad naciente es tan fuerte que la autora no comprende a su familia sin incluir a su mejor amiga.

AURELIANO SÁINZ

18 may 2019

  • 18.5.19
La concesión del Premio Pritzker de Arquitectura del año 2016 fue una auténtica sorpresa puesto que, por un lado, recaía sobre un arquitecto muy joven que contaba solamente con 48 años y, por otro, el país al que pertenecía, Chile, no se encontraba dentro del conjunto de lo que podríamos denominar como potencias arquitectónicas.



Lo cierto es que Alejandro Aravena era el cuarto latinoamericano en recibir este galardón, considerado como el Nobel de la Arquitectura, después que lo recibieran el mexicano Luis Barragán (en 1980) y los brasileños Oscar Niemeyer y Paulo Mendes da Rocha (en 1988 y 2006, respectivamente).

Después de 40 años, dado que este premio fue creado en 1979 por el estadounidense Jay A. Pritzker en Chicago, el que solamente cuatro veces fuera para arquitectos de América Latina nos da una visión de la distancia tan grande que hay en este tema con otras partes del mundo. Por otro lado, quisiera apuntar que, al igual que los premios Nobel en sus distintas modalidades, el Premio Pritzker solo se les concede a los arquitectos vivos, por lo que en la relación de los nominados faltan grandes nombres de la arquitectura contemporánea que han fallecido.



Como habitualmente suelo hacer, antes de conocer la obra, conviene realizar una breve semblanza del autor que comentamos. Quizás, Alejandro Gastón Aravena, al nacer en Santiago de Chile en 1967, tuviera la suerte inicial de contar con unos padres que eran profesores en el Colegio Alemán de esta ciudad, puesto que sus estudios iniciales los realizó en este centro, lo que es de suponer la atención que le prestaba el resto del profesorado.

Tras finalizar los estudios de bachillerato, al pasar a la Universidad se decanta por continuar con los de arquitectura, de modo que se matricula en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la Universidad Católica de Chile.

Una vez que se gradúa como arquitecto en 1992, realiza un posgrado en el Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia. Dos años después, comienza a ejercer profesionalmente en su país de manera independiente. En 2001, junto con otro arquitecto, Andrés Iacobelli, crea el estudio Elemental, ubicado en la capital del país andino: Santiago de Chile. En la actualidad, aparte el propio Aravena, forman parte del estudio otros cuatro arquitectos: Gonzalo Arteaga, Juan Ignacio Cerda, Diego Torres y Víctor Oddó.

Otro dato a tener en cuenta es que Alejandro Aravena forma parte de los arquitectos que alternan sus trabajos como proyectistas con la función docente, por lo que, a partir de 1994, ejerce como profesor en la Escuela de Arquitectura de la Universidad en la que llevó a cabo sus estudios universitarios. Por otro lado, y para dar a conocer su relevancia internacional, apuntaría que de modo habitual es invitado como profesor en la Universidad de Harvard.



El reconocimiento de Alejandro Aravena, y que le granjeó el Premio Pritzker, proviene de sus trabajos relacionados con las viviendas sociales en distintas localidades de su país, puesto que ha proyectado más de 2.500 en distintos lugares de Chile.

Las que se muestran en la imagen anterior pertenecen a la denominada Quinta Monroy, viviendas muy modestas inacabadas, puesto que a los futuros propietarios se les ofrece lo más básico de la construcción para que puedan iniciar sus vidas, de forma que, a medida que ellos dispongan de más recursos económicos puedan completar aquellas casitas en las que comenzaron a habitual. De este modo, la obra inicial se modifica según las necesidades de las familias, ya que ellas mismas pueden acabar las viviendas.





El criterio descrito para la Quinta Monroy es el mismo que se sigue en las Casas de Villa Verde de la localidad chilena de Constitución. Como puede apreciarse, con módulos constructivos similares, para abaratar costes, se les entrega a los modestos propietarios una vivienda en la que la mitad aparece vacía para que la vayan completando, según sus posibilidades familiares y económicas.

Así pues, lo que inicialmente es un conjunto de viviendas que se muestra repetitivo, acaba modificándose por las intervenciones de los propietarios, tal como vemos en la segunda imagen de las Casas de Villa Verde.





Pero no son solo las viviendas sociales las que ha dado fama a Alejandro Aravena. También los edificios de las nuevas facultades de Matemática, de Medicina y de Arquitectura para la Universidad Católica de Santiago de Chile, en la que estudió, han tenido una importante proyección internacional.

Así, en Estados Unidos, uno de los proyectos más relevantes del arquitecto chileno es la creación de las nuevas instalaciones de St. Edward’s University de Austin, en Texas, construidas entre los años 2007 y 2008.

Para comprender el significado de esta obra, acudo a las palabras del propio Aracena: “Pensamos que una residencia de estudiantes es como un monasterio: la idea es organizar una serie de pequeñas celdas que se repiten (…) y relacionarlas con el refectorio y la capilla. Aquí teníamos las habitaciones, el comedor y los espacios comunes. Ambas instituciones aluden a viejas y atávicas situaciones: dormir, estudiar y comer. O por decirlo de un modo más sugerente: alimentar el cuerpo y el alma y realizar la digestión”.

De todos modos, la sobriedad que presenta la piedra del exterior del edificio cambia cuando se pasa a los espacios interiores, en los que el acristalamiento de los espacios en tonos azules y rojos provoca una intensa vivacidad cromática, que contrasta con la mesura externa.







Quisiera cerrar este breve recorrido por la semblanza de Alejandro Aravena con la presentación de una obra de enorme singularidad, puesto que si hay una casa que haya proyectado y que llama poderosamente la atención es aquella que se realizó para sí mismo y que se encuentra ubicada en un tramo de la costa norte de Santiago.

Así, en un entorno denominado Ochoalcubo se reúne un conjunto de viviendas proyectadas por el propio Aravena y por los arquitectos japoneses tan conocidos como son Sou Fujimoto y Toyo Ito.

La casa de Aravena, que parece una enorme escultura formada por tres grandes bloques de hormigón armado, bien podría haberla firmado Eduardo Chillida. Los tres grandes volúmenes se apilan y se apoyan entre sí, con evocaciones a los estadios primitivos del ser humano, cobijado en cavernas formadas por grandes rocas, aunque ese primitivismo se rompe cuando se percibe el gran mirador acristalado que se abre hacia el mar o las puertas y ventanas que perforan el bloque vertical.

AURELIANO SÁINZ

11 may 2019

  • 11.5.19
Años después de que en España se aprobara la ley que reconocía los matrimonios homosexuales, escribí un artículo, a partir de dibujos de los escolares, sobre esta nueva realidad que implicaba un avance en las libertades de las personas para crear familias de acuerdo con sus identidades sexuales.



Recordemos que en España se refrendó la ley en el año 2005, siendo el tercer país del mundo, tras Holanda y Bélgica, en reconocer el matrimonio entre dos personas del mismo sexo. En la actualidad son 26 estados en los que está reconocido el matrimonio homosexual: en Europa (Alemania, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Holanda, Irlanda, Islandia, Luxemburgo, Malta, Noruega, Portugal y Reino Unido); en América del Norte (Canadá, Estados Unidos y Méjico); en América del Sur (Argentina, Brasil, Colombia y Uruguay); en África (Sudáfrica) y en el Pacífico (Australia y Nueva Zelanda).

Como podemos comprobar, esta aprobación se extiende por numerosos países desarrollados. En la actualidad es un hecho ampliamente aceptado por gran parte de las poblaciones en las que se ha reconocido legalmente; no obstante, los avances de los sectores más reaccionarios en distintas naciones, cuyas caras más conocidas son Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil, Matteo Salvini en Italia o Viktor Orbán en Hungría, no dejan de atacar los derechos de los homosexuales (aunque en Hungría no está aprobado el matrimonio igualitario).

No hace mucho, en nuestro país el problema de la homofobia llegó de pleno a la Conferencia Episcopal Española cuando salió en defensa de los cursos que bajo el patrocinio del obispo de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Pla, se pretendía con ellos “curar la homosexualidad”; aunque, tras las denuncias de algunos medios de comunicación, se intentó detener el conflicto generado diciendo que lo que se buscaba era una “sanación espiritual”, lo que no deja de ser un eufemismo tras el que se oculta ese problema de homofobia que existe en sectores de la jerarquía eclesiástica española.

No quiero extenderme en este caso, dado que es algo reciente y todavía no se ha cerrado del todo el proceso de investigación. Lo que pretendo en este artículo es abordar el estudio de las familias homoparentales desde la mirada de los niños y niñas que pertenecen a ellas.

De todos modos, quisiera apuntar que en un macroestudio realizado en 40 países por Pew Research Center, en 2013, constataba que España encabezaba la lista de ser el país más tolerante con la homosexualidad, ya que solo un 6 por ciento de los españoles encuestados la consideraba inmoral. Detrás de España, se encontraba Alemania con un 8 por ciento, Francia con un 14 por ciento... hasta llegar al país más intolerante que era Ghana con un 98 por ciento.

Por otro lado, hemos de tener en cuenta que el reconocimiento del matrimonio homosexual implicaba el derecho a la adopción, tal como está establecido para las familias heterosexuales. Y, claro, los de reproducción asistida, de manera similar a como los estuvieran reconocidos en las leyes de cada país que habían aprobado los matrimonios y las familias homoparentales.

Desde la aprobación de esta ley, miles de parejas masculinas y femeninas se han acogido a la nueva legislación, de modo que se han configurado nuevas formas de familias, dentro de la diversidad existente en la actualidad, puesto que, por ejemplo, también están reconocidos los derechos de una mujer o de un hombre solteros a la adopción, con lo que podrían formar lo que entendemos como familias monoparentales de adopción.

Así pues, las familias homoparentales son ya una realidad que hay que aceptar y respetar, de manera que los hijos o hijas que tuvieran deben ser acogidos e integrados en la sociedad y la comunidad en las que vivan de modo similar al resto de los niños y niñas.

Puesto que es un fenómeno reciente, no son numerosas las investigaciones de esta modalidad familiar por las dificultades que suponen entrar en el ámbito de la privacidad, hecho que no todo el mundo está dispuesto a permitir, pues es fácil caer en el sensacionalismo, tan habitual en muchos medios de comunicación.

De todos modos, hay preguntas que es posible hacerse ante esta nueva realidad, y lo más habitual es que sin saber lo que verdaderamente sucede en esas familias se responda con los prejuicios establecidos. Por ejemplo, interrogantes del tipo: ¿cómo viven esos niños o niñas en el seno de las familias homoparentales? ¿Desarrollan una vida similar al resto de los otros niños? ¿Sufren algún trauma, tal como preconizan los sectores más conservadores de la sociedad o, por el contrario, pueden ser también felices?

Por mi parte, y por las investigaciones que llevo a cabo en el mundo escolar a través de los dibujos, puedo avanzar ciertas respuestas, ya que he recogido algunas representaciones gráficas de niños y niñas que viven en familias homoparentales y en las que nos muestran su desarrollo afectivo y emocional.

Para que conozcamos de manera palpable esta nueva realidad, presento tres casos: el de la portada del artículo, referido a una familia homoparental masculina y los otros dos de familias homoparentales femeninas. Lógicamente, para preservar la intimidad, no indico los nombres de los miembros ni los centros en los que se encuentran los escolares que realizaron los dibujos.

Comienzo, pues, con el dibujo de la portada que corresponde a una niña de 8 años. La propia autora nos lo entregó con toda naturalidad en la clase una vez terminado el trabajo, puesto que en el colegio saben que tiene dos padres, tal como ella misma lo indica en la escena que ha creado, siendo tratada del mismo modo que el resto de sus compañeros y compañeras de clase, por lo que se siente a gusto en el centro al que asiste.

Desde el punto de vista gráfico, comprobamos que comienza el dibujo desde la izquierda de la lámina por sus padres, hecho que manifiesta al escribir “1. Papa” y “2. Papa”. En tercer lugar, se dibuja a sí misma, con trazo seguro y claro. Por el análisis del conjunto, podemos deducir que la autora se encuentra feliz y emocionalmente bien integrada en su familia.



Puesto que los matrimonios entre hombres o mujeres son relativamente recientes, los hijos o hijas de familias homoparentales no suelen ser mayores. Así, este segundo dibujo que presento pertenece a una niña de solo 4 años. Al finalizar la clase, en la que se les indicó que realizaran un dibujo de la familia, me estregó este trabajo.

En él, aparecen numeradas sus dos madres con sus nombres, y que, para mantener la privacidad, los he borrado. En tercer lugar, se encuentra la propia autora. Finalmente, su futura hermana, de raza negra, ya que sus madres están gestionando su adopción, por lo que la niña solo la conoce por fotografías.

Como puede apreciarse, las cuatro figuras se muestran alegres. La pequeña autora las ha trazado con las mismas formas, las mismas flores en sus vestidos y los mismos colores, lo que es indicio de la identificación que siente con su familia. Si observamos, la única diferencia que establece la lleva a cabo en el rostro de su futura hermana, ya que, como he indicado, sabe que es de raza negra; sin embargo, la integra como una más, incluso antes de conocerla directamente.



El tercer dibujo lo realizó una niña de 5 años. En este caso, la pequeña numeró cada una de las figuras que iba trazando, tal como se les sugirió en clase, al tiempo que escribía por encima de ellas cuál era dentro de la familia. Siendo hija única, acude a incorporar también a su abuela, ya que la considera parte de la familia por el cariño que la tiene.

De modo similar al dibujo anterior, la niña establece una identificación entre las cuatro a través de un trazado similar en el color del pelo y la vestimenta que llevan las cuatro. Como detalle, aunque de manera involuntaria, puesto que no es consciente del significado de la escena que realiza, nos hace ver que es dichosa tanto por la sonrisa que dibuja, como por el color alegre que incorpora y, especialmente, por el hecho de que se encuentren cogidas de las manos.

* * *

Con este segundo artículo acerca de las familias homoparentales es posible comprobar que las niñas autoras de estos dibujos se sienten dichosas, ya que sus padres o sus madres les muestran el cariño y la protección necesarios para sus desarrollos, sino también por la buena acogida que habían recibido en sus colegios, puesto que sus profesoras conocían sus realidades familiares y las trataban con el mismo cariño y respeto que al resto de los escolares que tenían en sus aulas. El problema, en todo caso, podría provenir del exterior, pero esto es una cuestión de avance de la sociedad en la tolerancia y el respeto hacia las diferencias.

AURELIANO SÁINZ

4 may 2019

  • 4.5.19
En la multiplicidad de diseños que se han utilizado para las portadas de los discos, cabe presentar uno en el que podemos detenernos puesto que hay pequeñas joyas que merecen la pena recuperar. Me estoy refiriendo a aquél que ha utilizado rostros como presentación visual del contenido musical, sea con los de los propios protagonistas o de otros personajes. Son discos que, con el paso del tiempo, sus portadas se han convertido en verdaderos iconos o, al menos, han servido de referencia para el diseño de otras venideras.



¿Y por cuál comenzar? Razonablemente hay que abordar este nuevo tema con una portada pionera que se hubiera convertido en un referente de modo que con el paso de los años fuera señalada como un auténtico hito dentro de la iconografía del rock.

Recordemos que ha habido portadas que se convirtieron en auténticos iconos. Basta recordar el Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band o el Abbey Road de los Beatles, el Sticky Fingers de los Rolling Stones, el Nevermind de Nirvana, etcétera.

Y dentro del grupo de discos que han utilizado el diseño que comentamos, sin mucho miedo a equivocarme, situaría la portada de Aladdin Sane de David Bowie como un verdadero pilar de los diseños basados en los rostros. A partir de ahí, y hasta llegar a la magnífica imagen que nos muestra Jack White en Boarding House Reach que apareció el año pasado de 2018, el recorrido que puede hacerse en bastante amplio.

Así pues, selecciono siete grandes portadas cuyos diseñadores tomaron este criterio para la realización de las imágenes de presentación de esos discos.



Tras la aparición en 1972 de su Ziggy Stardust, se le hacía difícil a David Bowie superar el éxito alcanzado en el que fuera el mejor de todos los discos que sacara en su larga producción. La continuidad se produjo al año siguiente con Aladdin Sane, compuesto en su mayor parte durante su gira del 72 por Estados Unidos. Gran disco y gran portada debida al fotógrafo Brian Duffy. En ella, el rostro de Bowie, con torso desnudo y mirada concentrada, refleja el carácter andrógino de aquellos años, al tiempo que, un rayo pintado sobre el mismo, lo cruza, mientras una misteriosa gota se acumula sobre su clavícula izquierda, creando un aire de misterio a la imagen de la carátula.



El rostro de un niño de mirada frontal y airada sería la imagen del tercer disco, War, del grupo irlandés U2, aparecido en 1983. La fotografía que acabaría siendo la portada más icónica de la banda de Dublín se le debe al fotógrafo Ian Finley, que optó por el blanco y negro como criterio de diseño. Sobre este cromatismo aparece, en el lado derecho del cuadro, el nombre de U2, así como el título del disco, quizás con la intención de que el color rojo se destacara, ya que su tema emblemático era “Sunday Bloody Sunday”. Cabe recordar que el disco alcanzó el número uno de las listas británicas y el doce en las de Estados Unidos.



Si hay un disco que reivindique la negritud, sin lugar a duda, ese es Tutu, aparecido en 1986, del trompetista de jazz Miles Davis. No hay nada más que mirar al gran primer plano que tomó el fotógrafo Irving Penn para que le sirviera al diseñador gráfico Eiko Ishioka y acabara creando esa potente imagen con la que recibió el premio Grammy por su trabajo como director de arte. Para ello, el rostro de Miles Davis se muestra en gran primer plano, mirando de frente al espectador, de modo que su alrededor se oscurece para acentuar esa propuesta con la intención de significar el orgullo de ser negro.



He hablado de la portada de Aladdin Sane que realizara Brian Duffy para el sexto disco de David Bowie, puesto que se convirtió en una pequeña obra de arte. Ahora toca hablar de otro de los grandes diseñadores gráficos: el francés Jean-Paul Goude que convirtió la imagen de su mujer, la cantante negra estadounidense Grace Jones, en una referencia icónica cuando creó la portada de Nightclubbing, aparecido en 1981. Los posteriores discos de Grace Jones continuaron siendo diseñados por Goude basándose en la primera propuesta, aunque no alcanzarían la fuerza visual del primero de ellos.



Damos un gran salto temporal para ubicarnos en 2008, puesto que fue el año en él apareció Saint Dymphna del grupo neoyorquino Gang Gang Dance, cuya música experimental es el resultado del cruce de la electrónica sintetizada con la percusión, a la que hay que añadir los variados estilos vocales de su cantante Lizzi Bougatsos. Para este cuarto disco, se nos muestra a Lizzi Bougatsos el rostro cubierto de máscaras, siguiendo la línea que ya utilizó Björk para algunos de sus trabajos. Pero en este caso, se sobrepasa la propuesta de la cantante islandesa por la sobreabundancia de ropajes cargados de múltiples cromatismos, dado que, entre tanto color, solo se muestran los ojos de Bougatsos.



Procedente de Kansas City, la cantante estadounidense Janelle Monáe bebe de las fuentes que manaron de la creatividad de David Bowie, Grace Jones o Prince, entre otros. De este modo, la artista del tupé alargado, aunque se la inscriba dentro de la línea del rhythm and blues, lo cierto es que su eclecticismo la hace una de las personalidades más interesantes del actual panorama musical. En su último disco de 2018, Dirty Computer, aparece con el rostro cubierto por una malla de pequeños cristales que dejan libres unos ojos entornados, al tiempo que un sol posterior hace connotar un halo de santidad.



Cerramos este breve repaso de las portadas de discos diseñados a partir de los rostros con otro de los grandes trabajos musicales que aparecieron en el año pasado: Boarding House Reach de Jack White. Recordemos que The White Stripes, The Raconteurs y The Dead Wheather son algunos de los grupos en los que ha estado implicado Jack White antes de iniciar un camino personal. En este su tercer disco en solitario, no solo es el autor de los trece temas sino también que ha formado parte del grupo que diseñó la portada. En ella, aparece un rostro de mujer muy blanquecino, cuya cabellera está formada por las nubes que la sobrevuelan. Nos encontramos, pues, ante una de las grandes portadas con diseños de rostros, que comenzando por la de David Bowie se extiende hasta el presente.

AURELIANO SÁINZ

27 abr 2019

  • 27.4.19
Uno de los trabajos que suelo proponer al alumnado que estudia Magisterio en las asignaturas de Educación Artística es la realización de dibujos en los colegios y en los que los escolares, una vez divida la hoja por una línea vertical, representen a un hombre y a una mujer trabajando.



Esta tarea se lleva a cabo en centros de Educación Primaria, de modo que niños y niñas plasman de manera libre la idea que ellos tienen de las actividades que corresponden a cada uno de los géneros.

He de destacar la importancia de esta propuesta, pues por medio de ella expresan de manera espontánea las ideas que los escolares asignan tanto al hombre como a la mujer en sus relaciones con el trabajo. Los más pequeños, como es lógico, toman como referencias los trabajos que ven realizar a sus padres y madres; mientras que los mayores suelen acudir a las imágenes, más o menos elaboradas, de lo que ellos podrían ser de mayores.

Sobre esta temática quisiera apuntar que ya publiqué un par de artículos (Hombre y mujer trabajando y Mujer y hombre trabajando) en los que analizaba de manera separada las interpretaciones que, por un lado, realizaban los niños y, por otro, las de las niñas.

En esta ocasión desearía destacar el hecho de que un amplio número de escolares que había participado en la experiencia asignaba iguales roles o profesiones a ambos géneros. Esto supone un avance verdaderamente significativo en las mentes de los escolares, pues implicaba que para ellos la mujer y el hombre eran iguales en sus derechos en el trabajo, por lo que no había diferencias en los que pudiera desarrollar un género u otro.

Pero lo más significativo es que estas respuestas igualitarias no procedían únicamente de las niñas, como podría esperarse por sus deseos de lograr en el futuro metas similares a las de sus compañeros, sino también que ellos plasmaban roles igualitarios, no solo en las profesiones o en actividades deportivas, sino también dentro del hogar.

Entiendo que todo esto es el resultado de aprendizajes que van interiorizando, sea porque los ven en sus casas o por procesos educativos que se desarrollan en las aulas en las que se encuentran estudiando. Habría que apuntar que también los modelos sociales que ven en los medios de comunicación les ayudan a entender que es posible que los trabajos en la casa como los que se desarrollan fuera de ella los pueden llevar adelante tanto los hombres como las mujeres.

Para que veamos cómo hay niños y niñas que han interiorizado la idea de igualdad en el trabajo, he seleccionado siete dibujos que van de primero a sexto curso de Educación Primaria y que nos pueden servir de referencia.



Posiblemente sea la enseñanza una de las profesiones más igualitarias por la larga tradición del acceso de las mujeres a la docencia. Esto conllevaba que fuera muy normal hablar del maestro o de la maestra, dado que tanto los hombres como las mujeres podían desarrollar esta profesión. Esta igualdad laboral la perciben niños y niñas desde edades tempranas, por lo que no es de extrañar que la autora de este dibujo, una niña de 6 años, haya acudido a la imagen de una profesora y de un profesor como expresión de los trabajos que pueden llevar adelante ambos géneros.



En la sociedad del siglo veintiuno se han producido grandes cambios, sea por la masiva incorporación de la mujer al trabajo asalariado, como por el desarrollo de las nuevas tecnologías, aplicadas no solo en el ámbito privado y doméstico sino, de un modo muy especial, en las empresas que las necesitan para su propio avance. De este modo, la autora del dibujo anterior, que tiene 7 años, ha tomado como referencias tanto a su madre (“Mi mamá trabaja en antenas”) como a su padre (“Mi papá trabaja en Man”) para presentarlos a ambos trabajando de modo similar: sentados delante de una mesa y con un ordenador.



Por encuestas realizadas referidas al ámbito del hogar, se suele recoger que es el planchado el trabajo doméstico que menos les gusta a las mujeres, siendo excepcional que lo hagan los hombres. Por ello llama la atención que un niño de 8 años haya acudido precisamente a este trabajo como la actividad que podrían realizar tanto hombres como mujeres. Posiblemente, vea que en su casa este trabajo es compartido, por lo que le parece de lo más natural representar a un hombre y a una mujer planchando.



¿Influyen en las ideas de los niños y niñas los modelos que se les proponen en las clases? Estoy seguro de que sí, ya que tanto los igualitarios como los segregadores tienen una importante incidencia en las imágenes que empiezan a interiorizar. Es lo que podemos deducir del dibujo de un niño de 8 años que, tras dividir la hoja por la mitad, comenzó representando a un minero, para, a continuación, trazar a una mujer realizando el mismo trabajo. Si tenemos en cuenta que el dibujo se realizó en una ciudad en la que no había minas, uno tiende a pensar que esto fuera el resultado de la educación en la igualdad que se impartía en el colegio.



A pesar de la actual situación de abandono que se produce en los trabajos del campo por el desamparo de los medios rurales, resulta que en muchos pueblos son los medios de subsistencia de familias que viven en ellos. Esta es la razón por la que la autora del dibujo que acabamos de ver, una niña de 9 años, que se encontraba en cuarto curso de Primaria, haya representado dos escenas que ha ubicado en la naturaleza: por un lado, a un hombre como agricultor y, posteriormente, a una mujer pescando en el rio. Ambos, pues, trabajando de modo similar en el ámbito rural.



Paso a paso, también se dan avances en el ámbito de los deportes, de modo que no ha sido excepcional encontrar dibujos en los que aparecían, por un lado, un personaje masculino y, por otro, uno femenino jugando al fútbol. Y es que en la actualidad también las chicas tienen equipos que compiten en ligas femeninas. Una variante aparece en este que acabamos de ver, y que fue realizado por un niño de 10 años. En la lámina nos muestra a un joven jugando al fútbol, al tiempo que en el lado derecho aparece una jugadora de balonmano.



Para cerrar, acudo al dibujo de una niña en el que nos muestra que el trabajo de la casa puede ejercerse de manera igualitaria, es decir, que puede ser llevado tanto por el hombre como por la mujer. De ahí que, con una gran sencillez gráfica, haya plasmado, en el lado izquierdo, una figura masculina con una escoba y, al acabarlo, pasara al lado derecho para realizar el mismo trabajo con una figura femenina. Total igualdad a la hora de proponer una actividad para el hombre y otra para la mujer.

AURELIANO SÁINZ

20 abr 2019

  • 20.4.19
Creo, tal como apuntaba en el artículo anterior, que Albert Einstein se sorprendería de los ascensos de los nuevos partidos de extrema derecha y que, con rasgos que presentan bastantes similitudes con los fascismos que precedieron a la Segunda Guerra mundial, se han extendido tanto por Europa como por el continente americano. No podría imaginarse que la historia se repitiera por su lado más lúgubre y que de nada hubieran servido las experiencias que llevaron a esa gran catástrofe.



Bien es cierto que, por el lado de la ciencia, comprobaría que sus postulados físicos se demostrarían empíricamente (aunque él no aceptara el principio de incertidumbre de Heisenberg), al tiempo que los avances de la humanidad en el campo del conocimiento habían logrado cotas verdaderamente sorprendentes.

De todos modos, a Einstein no solo le importaba la ciencia, tal como habíamos visto, sino que tenía unos sólidos principios muy próximos al socialismo, por lo que sus afirmaciones sobre esta nueva sociedad en la que soñaba estaban muy cercanas a los postulados que había expuesto Karl Marx en sus obras en el siglo XIX.

Así, términos como ‘capitalismo’, ‘oligarquía’, ‘trabajadores’, ‘medios de producción’, o ‘fuerza de trabajo’ aparecen con toda nitidez en su artículo publicado en la revista estadounidense Monthly Review. Veamos, pues, un párrafo en el que articula esos conceptos:

“En aras de la simplicidad, llamaré ‘trabajadores’ a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción, aunque esto no corresponda al uso habitual del término. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en el valor real”.

Uno de los conceptos que Karl Marx desarrolla en su obra El Capital es la tendencia que tienen a la concentración las empresas para formar monopolios. En la actualidad, por la globalización que se extiende a escala mundial, esta ley de concentración de capitales ha adquirido una dimensión no conocida en décadas precedentes. Así lo expresa Einstein:

“El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan a la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía de capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia, incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática”.

Esta concentración de los capitales tiene como objetivo la obtención del máximo de los beneficios, lo que conlleva a que la brecha entre las minoritarias clases propietarias y las extensas clases trabajadoras y de asalariados, a las que hay que sumar el “ejército de parados” que ya vaticinaba el gran científico alemán, aumente de manera alarmante.

“La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizando que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un ‘ejército de parados’, por lo que el trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo”.



No debemos olvidar que las propias democracias están estructuradas de modo que el poder político no pueda controlar el poder económico, de modo que la producción capitalista se mantenga sin que haya que acudir a los medios de coacción directos, que son los habituales en las dictaduras. Así pues, los distintos poderes -judicial, religioso, educativo, de comunicación, etc.- están organizados de modo que responden, fundamentalmente, a los intereses de las clases dominantes.

Sobre el poder judicial, Albert Einstein nos dice lo siguiente:

“Los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo, de hecho, no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población”.

Refiriéndose a los medios de comunicación, que tanta importancia han adquirido en la actualidad, apunta lo siguiente:

“Por otra parte, bajos las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directa o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos”.

No se olvida del poder ideológico que tienen las escuelas y los centros de enseñanza, por lo que no es de extrañar que los centros privados aumenten de manera considerable, al tiempo que los públicos vayan perdiendo relevancia y queden para ayudar a las clases menesterosas.

“Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura. Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males: el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales”.

Y es que la educación no es neutral, pues en ella se difunden unos valores u otros. Einstein sostiene que la finalidad de la educación debe estar orientada no solo al desarrollo personal sino también a finalidades colectivas.

“La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para con sus compañeros, en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se dan en nuestra sociedad actual”.

No se olvida este gran científico de que los avances tecnológicos, como resultado de los desarrollos que se producen en el campo de la ciencia, poseen un lado oscuro: generan mayor desempleo en amplios sectores de la población.

“El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización el capital que conduce a depresiones cada vez más severas”.

Quiero cerrar este breve recorrido por el pensamiento social de Einstein con una advertencia y unos interrogantes que se hacía este genio de la ciencia:

“Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo, ya que puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?”.

Pudiera parecer que las ideas socialistas de Albert Einstein están desfasadas, puesto que el neoliberalismo que se ha extendido por la mayor parte del planeta, siendo este la última y definitiva versión del capitalismo que ha venido a quedarse. Sin embargo, en el propio Estados Unidos, las voces del socialista Bernie Sanders, de la joven congresista Alexandria Ocasio-Cortez, miembro de Socialistas Democráticos de América, al igual que Maria Svart, tienen una gran fuerza en la primera potencia mundial. Y es que, a pesar del ascenso actual de los neofascismos, no todo el mundo sigue las directrices que marca ese personaje esperpéntico llamado Donad Trump.

AURELIANO SÁINZ

13 abr 2019

  • 13.4.19
Todo el mundo conoce, aunque solo sea de oídas, a Albert Einstein, uno de los grandes genios de la humanidad a la altura de Galileo Galilei o de Isaac Newton. Sus teorías de la relatividad restringida o especial y de la relatividad general revolucionaron el campo de la física, de modo que ya no podemos entender el mundo y el universo sin tener en cuenta los postulados de este judío alemán, nacionalizado posteriormente como estadounidense.



También son muy conocidas sus imágenes, con su poblado bigote y su pelo blanco alborotado, que nos remiten al estereotipo de “loco genial” que vive encerrado en su trabajo y su mundo interior sin que, supuestamente, se involucre en aquello que ocurre en la sociedad en la que vive.

Pero no es así. Einstein sí se implicó social y políticamente, pues no solo conoció el ascenso del nazismo en su país de origen, por lo que tuvo que exiliarse a Estados Unidos, tras haber pasado por Austria y Suiza, sino que también conoció el drama de la Segunda Guerra Mundial, ya que las bombas atómicas arrojadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945 se crearon a partir de los principios teóricos que había desarrollado y en los que se explicaba la transformación de la materia en energía, y viceversa.

Para que conozcamos sus ideas sociales, quisiera presentar y comentar un extracto del artículo ¿Por qué el socialismo? que publicó en 1949, es decir, seis años antes de que falleciera. Este breve trabajo vio la luz en la revista de izquierdas estadounidense Monthly Review, de la que tengo algunos ejemplares, y que, a pesar del tiempo transcurrido y los fuertes vientos neoliberales impulsados por Donald Trump, se sigue editando con regularidad.

Aunque el texto no es excesivamente extenso, me ha parecido oportuno dividir su presentación y los comentarios personales que añado en dos partes, para hacer más fácil su lectura. En el comienzo del artículo se interroga y, también, se responde: “¿Debe alguien que no es un experto en cuestiones económicas y sociales opinar sobre el socialismo? Por una serie de razones creo que sí”.



Y esas razones las va desgranando en los párrafos que siguen a esa pregunta, expresándolas del siguiente modo: “Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de tal situación que los individuos se sienten indiferentes o, incluso, hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen”.

Llama la atención que ya por entonces hablara de una sociedad en crisis, entendida como malestar social y personal que genera en los individuos desafección hacia la comunidad a la que pertenecen. Pareciera que, trasladándonos a nuestro entorno, el sentimiento que ahora embarga a los españoles, por distintas razones, estaba expresado de algún modo en esas líneas. Y es que los deseos de estabilidad, seguridad y confianza en el futuro, a los que lógicamente se aspiran, no encuentran razón de ser dentro del orden mundial que conocemos.

Más adelante continúa: “Esta es la declaración de un hombre que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo. ¿Cuál es la causa? ¿Hay alguna salida?”.

Creo que gran parte de lo que afirma podríamos hoy suscribirlo literalmente, pues esa crisis social y humana de la que habla está inserta en la sociedad del capitalismo que se ha globalizado y en el que actualmente nos encontramos. ¿Quién, por ejemplo, puede decir con sinceridad que ha logrado un equilibrio interior en un mundo lleno de turbulencias? ¿Acaso no nos encontramos sujetos a las tensiones que desde fuera nos llegan cotidianamente y de las que deseamos alejarnos?

Por otro lado, y dado que el individuo no puede aislarse de lo que acontece en la sociedad a la que pertenece, en el inicio del texto hace una reflexión acerca de la condición humana y de los deseos más profundos que anidan en cada persona:

“El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que están más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimiento y afecto de sus compañeros, para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores y para mejorar sus condiciones de vida”.

A la hora de imaginar una nueva sociedad que resuelva esos dos aspectos -individual y social-, conviene tener en cuenta que el ser humano depende y es parte de la naturaleza, por lo que no conviene caer en utopías irreales que, a la hora de aplicarlas, acaben frustrando las esperanzas de quienes confiaron en ese modelo social.

“Si nos preocupamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Entre ellas, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable”.

Me imagino que, cuando Einstein expresaba en el párrafo anterior sus ideas acerca de las limitaciones con las que hay que contar, tenía en su mente las experiencias comunitarias que se habían llevado en el siglo XIX y que acabaron en grandes fracasos. Y es que ciertos teóricos imaginaron comunidades separadas del conjunto de la sociedad, caso de Robert Owen cuando fundó en el siglo XIX las colonias de New Harmony en Estados Unidos, o las que llevó a cabo el francés Charles Fourier al crear los falansterios en el país galo.

En la actualidad sabemos que esto es inviable, que no podemos concebir colectividades aisladas que funcionen al margen de los circuitos de producción, trabajo e intercambios comerciales que se dan en los distintos países. Esto ya lo expresó Einstein en su artículo del siguiente modo:

“Los tiempos en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es solo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo”.

Desde la perspectiva actual, podemos afirmar que uno de los elementos que articula a los seres humanos en esta sociedad globalizada es la producción y el consumo planificados a pequeña o gran escala. Sin embargo, sobre los desequilibrios y contradicciones que son propios de la producción capitalista, el propio Einstein apunta: “La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal”.

Esa “anarquía económica” de la que nos habla el gran físico la estamos palpando en la crisis ecológica que a nivel mundial se está produciendo, ya que la búsqueda constante e imparable del beneficio y la rentabilidad impulsan a una competencia atroz entre las empresas dentro del propio país o a nivel internacional.

Y es que la producción descontrolada, sin que se tengan en cuenta que los recursos de la Tierra son limitados y que los equilibrios medioambientales de planeta son frágiles, genera daños en el medio ambiente que Einstein no pudo intuir en el tiempo en el que escribió este artículo que comentamos.

Pero no es solo la crisis ecológica que el capitalismo globalizado genera, sino también el abismo que se crea entre las clases más ricas y las más empobrecidas, brecha que lejos de acortarse se va día a día agrandando.

Posiblemente, si Albert Einstein volviera a nuestro tiempo, seguro que se horrorizaría del avance de las ideas más reaccionarias que personajes como Donald Trump, en su país de adopción, o las de Jair Bolsonaro en Brasil, por no hablar de los ascensos de la extrema derecha o los nuevos fascismos que se producen en gran parte de los países europeos, incluido el nuestro.

Él sí sabía que el capitalismo en crisis siempre ha buscado una salida en las distintas formas políticas autoritarias, incluso, de fascismo, tal como ocurrió de modo muy claro con la Segunda Guerra Mundial. Esto le tocó vivir y, por ello, expuso sus ideas de paz y justicia sociales, muy ligadas al concepto de socialismo, y que veremos en la segunda entrega.

AURELIANO SÁINZ

6 abr 2019

  • 6.4.19
Hace unas semanas que salió publicado el artículo que llevaba por título En busca del padre. Era una reflexión que yo hacía partiendo de las experiencias vitales de dos autores: Albert Camus y Manuel Vilas. De todos modos, esas vivencias tan personales se podrían extender a todos, en el sentido de que cuando nos independizamos de nuestra familia o, más aún, cuando ya no podemos contar con nuestros padres porque han fallecido, nos formamos una idea íntima de ellos, de modo que en cierto modo caminan con nosotros como recuerdos imborrables de nuestros orígenes en este mundo.



Y es que los seres humanos tenemos la imperiosa necesidad de forjarnos una visión sólida de nuestras raíces, de saber quiénes somos, de lo que representamos o significábamos para nuestros padres, de entender que verdaderamente éramos importantes para ellos, de recordarlos como nuestros primeros guías por los intrincados caminos que teníamos que atravesar por un mundo cargado de retos.

Lograr comprender adecuadamente estos interrogantes conlleva ir bien armado cognitiva y emocionalmente de cara a una existencia que, en ocasiones, se nos antoja dura y complicada cuando se mira hacia el futuro.

Lamentablemente, no todos se encuentran en las condiciones óptimas, dado que hay personas que sienten un enorme vacío en sus vidas, puesto que les falta o se tambalea alguna de sus dos grandes referencias: la figura paterna y la figura materna.

No es de extrañar, pues, que haya algunos niños o niñas que en algún momento de sus vidas se hagan la pregunta “¿Quién fue realmente mi padre?”. Me estoy refiriendo a aquellos casos dado en los que sus madres llevaron adelante el embarazo sabiendo que el bebé no contaría con la figura paterna, por las razones que solamente ellas conocen.

Esta es una de las modalidades de la ausencia paterna, dentro de las distintas ausencias emocionales que se pueden dar. Me estoy refiriendo, pues, a la llamada familia monoparental, en la que aparece la madre como la cabeza familiar visible.

Hemos de tener en cuenta que otras familias monoparentales son el resultado de haber fallecido prematuramente el padre o de que la mujer, como futura madre, había optado por la adopción sola. También se dan los casos de inseminación artificial de la mujer que decide vivir sola, pero estas situaciones son minoritarias y no cuento con casos de escolares que pudiera comentarlos.

Por otro lado, tengo que apuntar que no es mi labor enjuiciar los casos de las denominadas familias monoparentales, sino de explicar cómo expresan los escolares que se encuentran dentro de ellas el recuerdo o la idea que se hacen de un padre que no conocieron. Y nada mejor que acudir a los dibujos realizados en las aulas de los centros en los que estudian para comprender sus sentimientos más íntimos.

Es lo que vamos a hacer en esta ocasión. Así, tras la selección y el análisis de los dibujos que tengo en el archivo, entiendo que la respuesta de niños y de niñas ante la ausencia paterna es distinta, pues los primeros se preguntan por la figura que pertenece a su propio género y que les ayudaría como modelos en sus desarrollos emocionales y simbólicos. En cambio, las niñas cuentan con sus madres, que les sirven de espejo en el que mirarse a lo largo de su crecimiento.

Evidentemente, tanto chicos como chicas en algún momento de sus vidas tendrán la necesidad de preguntar a sus madres cómo era el padre al que no llegaron a conocer. De la respuesta que reciban, con mayor o menor claridad y sinceridad, dependerá el que esa ausencia no se convierta en un tema angustioso, dado que ellos tienen que construirse mentalmente una figura que se ajuste a sus demandas emocionales.

Para que comprendamos cómo niños y niñas expresan gráficamente sus situaciones de privación paterna dentro de las familias monoparentales, he seleccionado varios dibujos del archivo, ya que creo que son suficientes para entender las diferencias que surgen en función de la edad o del género al que pertenecen. Así pues, muestro cinco dibujos que van desde Educación Infantil hasta finalizar Primaria.

El que sirve de portada corresponde a una chica de 11 años que estudiaba en sexto curso cuando realizó el dibujo de la familia tras haberlo propuesto en su clase. Como podemos comprobar, en la escena solo aparecen ella y su propia madre, reflejando la realidad familiar en la que se encontraba.

De inmediato, se aprecia la madurez gráfica de la chica, lo que es un signo no solo de su capacidad artística sino también de confianza en sí misma. Desde el punto de vista de la representación, hay que indicar que las figuras aparecen en un primer plano alargado, con miradas de medio perfil y un alto grado de realismo de los rostros.

La autora del dibujo, tal como anotó al terminar el trabajo numerando las figuras, comenzó por ella, pasando posteriormente a trazar la figura materna. Esto es manifestación de cierta seguridad en sí misma; no obstante, habría un cierto sentimiento de soledad que queda insinuado por el amplio espacio de la lámina que queda vacío.



El dibujo que acabamos de ver corresponde a Julio, un niño de cinco años que vivía con sus abuelos maternos, ya que su madre lo tuvo soltera y lo dejó al cuidado de ellos, puesto que tenía que trabajar fuera de casa y no podía atenderlo. El problema de la ausencia paterna, que le generaba sentimientos de soledad, se le agudizó con la enfermedad y el fallecimiento de su abuela, por lo que se encontró viviendo solo con su abuelo y acompañado de su madre en los días que podía contar con ella.

Por las anotaciones que tenía de este dibujo, tengo que apuntar que Julio no hablaba con nadie de su clase. Esto es comprensible, pues el fallecimiento temprano de su abuela fue un impacto importante para el pequeño. Así, en el dibujo solo aparecen su abuelo y su madre. No se dibuja él mismo porque se siente triste, insignificante y carente de valor.



Avanzamos un poco más en edad y nos encontramos con el dibujo de la familia de una niña de 7 años que estudiaba en segundo curso de Primaria. Como puede apreciarse, para ella el grupo familiar lo componen cinco miembros. Si seguimos el orden de aparición, serían: su madre, su abuela, ella misma, su abuelo y su tío.

El hecho de que las tres primeras figuras representadas sean del género femenino es un indicio de que la niña encuentra referentes simbólicos y emocionales suficientes para su desarrollo. A esto hay que añadir que ella aparece en el centro de la lámina, lo que es manifestación de seguridad y confianza, ya que se encuentra emocionalmente arropada a ambos lados: en el lado izquierdo, su madre y su abuela, y, en el derecho, su abuelo y su “tito”, como referentes masculinos, por lo que la ausencia del padre no parece afectarle excesivamente.



Una manifestación clara de la ausencia paterna se expresa en el dibujo de Luis, un niño de 9 años que vivía con su madre, sus abuelos y su “tita”. Contemplando la lámina comprobamos que él aparece grande, sonriente y acompañado por su perro. Los otros cuatro miembros los ha trazado dentro de unos pequeños cuadros, como si se encontraran pegados a la pared y sin que tuvieran importancia emocional para el autor. Lo cierto es que al no aparecer el padre como referente de género, sus afectos los despliega hacia su perro. Este es, pues, un caso claro de que la ausencia paterna se hace significativa en el desarrollo de la personalidad de un chico.



Cerramos este breve recorrido con un ejemplo de aquellas familias en las que no se encuentra la presencia de la figura paterna desde el propio nacimiento de quien ha realizado el trabajo. Es el caso de Julia, una chica de 11 años que no llegó a conocer a su padre, aunque en el dibujo aparezca una figura masculina a la que le ha puesto papá, aunque en realidad es la nueva pareja de su madre.

Si observamos la escena, comprobamos que comenzó el dibujo por ella misma en el lado derecho junto a su hermano, nacido de la unión de su madre con otra pareja masculina. En el lado izquierdo, sitúa a su madre y a la pareja que actualmente tiene. En medio de ambos grupos traza una gran mesa, que simbólicamente se entiende como un obstáculo que impide la comunicación, reforzada por la distancia gráfica y emocional que existe entre ellos.

He de indicar que la autora intentó incorporar otra figura masculina en el lado izquierdo, aunque pronto la borró. Entiendo que era el deseo de dibujar al padre ausente que no llegó a conocer; pero se dio cuenta de que sería motivo de preguntas acerca de quién era ese personaje. Este caso es también una manifestación del problema que genera la falta de conocimiento de quién fue verdaderamente su padre, puesto que no tuvo una respuesta clara por parte de su madre y que fuera satisfactoria para ella.

AURELIANO SÁINZ

30 mar 2019

  • 30.3.19
De nuevo, un japonés gana en este año de 2019 el Premio Pritzker de Arquitectura. Se trata de Arata Isozaki, uno de los referentes de la arquitectura contemporánea y que es de gran interés conocerlo puesto que ha realizado obras en distintas ciudades de nuestro país como son Barcelona, A Coruña y Bilbao.



Esta concesión supone un enorme triunfo de la arquitectura moderna japonesa, pues son nada menos que cuatro los que lo han recibido en esta última década: la arquitecta Kayuzo Sejima (2010), Toyo Ito (2013), Shigeru Ban (2014) y el propio Arata Isozaki (2019). A ellos habría que sumar el gran Kenzo Tange (1987), Fumihiko Maki (1993) y Tadao Ando (1995) al elenco nipón que ha recibido el considerado Nobel de la Arquitectura.

Sobre tres de ellos ya habíamos escrito en esta sección (ver Arquitectura: Tadao Ando, Arquitectura: Shigeru Ban y Arquitectura: Toyo Ito). Ahora toca hablar de un veterano arquitecto, pues cuenta con 87 años, lo que es indicio de una larga trayectoria constructiva.

Gran parte de las obras de Arata Isozaki han sido realizadas en Japón, su país de origen, así como en Estados Unidos. Sin embargo, en esta breve reseña quiero centrarme en algunos de sus trabajos en España, de modo que únicamente a través de la portada del artículo muestro una de sus obras singulares como es el Team Disney Building de la ciudad estadounidense de Orlando, y que, acorde con la empresa a la que iba destinada, el conjunto se muestra como una especie de juego de construcción de distintos volúmenes coloristas, razón por la que a Isozaki, en ocasiones, se le considera un arquitecto posmoderno.



Antes de pasar a comentar algunas de sus obras en nuestro país, creo conveniente aportar algunos datos biográficos. Arata Isozaki nació el 23 de julio de 1931 en Oita, una ciudad de más de un millón de habitantes, que se encuentra en la isla de Kyushu.

Desarrolla sus estudios de Arquitectura en la Universidad de Tokio, donde impartía docencia Kenzo Tange, el gran referente de la arquitectura japonesa contemporánea. Al finalizar sus estudios universitarios, comienza a trabajar con quien había sido su profesor, hasta que en 1963 crea su propio estudio.

Desde el punto de vista formal, inicialmente, Isozaki plantea en sus proyectos soluciones eclécticas en las que se articula la tradición japonesa con las tecnologías más avanzadas. A partir de 1970, comienza a abandonar sus rasgos tradicionales para acercarse a las puras formas geométricas, por lo que empieza a identificársele con un término tan amplio como impreciso: el posmodernismo.

A lo largo de su dilatada vida, ya que en la actualidad cuenta con 87 años, aparte del Premio Pritzker de 2019, ha recibido otros reconocimientos de tipo internacional como son el del Royal Institute of Architects británico y el de la American Academy. Siguiendo los pasos de su maestro Kenzo Tange, él también es profesor visitante en las universidades estadounidenses de Columbia, Yale y Harvard.



Los Juegos Olímpicos celebrados en Barcelona en 1992 fueron uno de los eventos de la ciudad catalana en los que Arata Isozaki plasmó una de sus obras más significativas en nuestro país, pues a él se le debe el Palau Sant Jordi, lugar de competiciones deportivas tanto a nivel nacional como internacional, así como conciertos de grandes estrellas del rock.

Ubicado en la falda trasera de la montaña de Montjuïc, posee una capacidad para 17.000 personas, cifra lo suficientemente alta para dar lugar a que el arquitecto japonés acudiera a que el edificio se encontrara parcialmente colocado bajo tierra, con el fin de minimizar el impacto las dimensiones de la instalación.

Su silueta es una especie de síntesis de las culturas de Oriente y Occidente, dado que, en cierto modo, su tejado abovedado hace referencia a la arquitectura catalana, al tiempo que el resto de la estructura parece inspirada en los templos budistas. Como materiales empleó el ladrillo, los azulejos, el mármol y el zinc en sus acabados.





No me cabe la menor duda de que la mejor obra de Arata Isozaki en nuestro país es el Museo o Casa del Hombre que proyectó, junto a César Portela, en A Coruña en el año 1995, y que se encuentra ubicado en un promontorio que mira hacia la ensenada de Orzán. De modo inmediato, su espectacular fachada, construida por paneles de hormigón pretensado sobre los que se asientan losas de pizarra de 50 centímetros de lado, se asocia con la vela de un navío hinchada por el viento, impactante imagen al ubicarse, tal como he apuntado, sobre un macizo rocoso.

Como detalle, apuntaría que, a medida que se asciende por la escalera granítica de acera, se hace más visible la escultura que lleva el nombre de “Soldado romano” y que inequívocamente se relaciona con el escultor colombiano Fernando Botero, pues esas figuras voluminosas son sus señas de identidad, tanto en la pintura como en la escultura.

Por otro lado, la fachada posterior del edificio está formada por un doble muro de sillares de granito de 21 centímetros de grosor. Las paredes se mueven zigzagueando el terreno sobre el que se asienta el museo, de modo que el contraste entre el muro curvado de la fachada y los planos en diente de sierra acaban unificándose por el propio material que se usa para dar continuidad a la obra.



Si el Palau Sant Jordi de Barcelona y el Museo del Hombre de A Coruña eran las dos obras públicas de referencia de Isozaki en nuestro país, la Isozaki Atea (o Puerta Isozaki en español), es decir, el complejo de siete edificios acaba convirtiéndode en la gran obra del arquitecto japonés en Bilbao, ciudad que ya contaba con el renombrado Museo Guggenheim de Frank O. Gehry.

El proyecto, ubicado en el distrito Abando y en el que participa el arquitecto Iñaki Aurrekoetxea, se compone de dos grandes torres de 23 plantas y otros cinco de 6 y 8 pisos. Como punto anecdótico, tendría que decir que Isozaki creó su propia pasarela sobre la Ría y hubo que unirla a la que había proyectado Santiago Calatrava. Este hecho dio lugar a que Calatrava denunciara al Ayuntamiento de Bilbao por vulnerar sus derechos de propiedad intelectual. En 2007, la sentencia falló a favor del Ayuntamiento, pero Calatrava declaró su intención de apelar el fallo judicial.



Otra de las obras realizadas por Isozaki en Barcelona, ciudad en la que ha llevado adelante distintos proyectos, es el acceso principal al Centro Cultural de CaixaForum, que abre sus puertas en el año 2002, tras la remodelación efectuada en el edificio original. Hemos de tener en cuenta que este centro cultural es el resultado de los trabajos de rehabilitación de la antigua Fábrica Casaramona, uno de los ejemplos más destacados del modernismo catalán dentro del campo industrial.

El trabajo de Arata Isozaki consistió en urbanizar el acceso, de modo que se excavó un sótano para acoger el vestíbulo que proporciona la entrada a la antigua fábrica. Como elemento simbólico de la entrada, diseñó una gran estructura de vidrio y acero en forma de árbol, convirtiéndose en uno de los símbolos de la nueva arquitectura en la ciudad condal.

AURELIANO SÁINZ

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