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Pepe Cantillo | Ni pizca de gracia

El chiste es una ocurrencia creada con intención de hacer reír. Puede ser oral. Esa era su difusión antes de la invasión de Internet y sus modalidades. También puede aparecer por escrito. Internet se encarga de ello y los chistosos aumentan, aunque sus ocurrencias no produzcan el objetivo deseado, que no debería ser otro que el de hacer gracia en el personal.



En resumen, sea oral, escrito o gráfico, el objetivo es provocar risa en el receptor, tanto si se refieren a personas concretas o tienen intención política, social o religiosa. Siempre el chiste enmascara una crítica, una puya contra algo o alguien. Hay chistes buenos y su efecto es suscitar la risa; los hay malos, peores o pésimos, los cuales provocan rechazo e incluso rencor. ¿Motivo? Son ofensivos y éticamente improcedentes.

Hacer reír no es fácil. El verdadero cómico suele conseguirlo explotando expresiones y tono de voz, gestos. Recuerdan “aquel que diu…”. Estoy refiriéndome al desaparecido Eugenio siempre serio. Gila era otro de los notables. Siempre respetaron a las personas. En Youtube abundan sus chascarrillos “… de sentido equívoco y gracioso” (sic).



Hechas las presentaciones, entro en faena. Es un hecho que hacer burla, mofa o befa de alguien es una acción despreciable. Lo políticamente correcto y la inclusión están de moda pero tengo la certeza de que cambiando unas palabras supuestamente malsonantes por otras supuestamente correctas no ha dado resultado entre nosotros y la falta de respeto al otro sigue creciendo.

Como ejemplo se me ocurre que decir “gay” solo ha conseguido envolver en papel de celofán, como si fuera un regalo, la palabra “marica”. Dicho término lo teníamos casi correcto con la palabra homosexual. Piropear es ofensivo y está mal visto. Era lanzar una flor verbal, aunque también surgían groserías. En este caso ya no piropeamos, al menos en voz alta; otro cantar es que musitemos para nuestros adentros la “gracieta”.

La palabra gitano tiene ocho explicaciones en el diccionario, no todas positivas. El pueblo gitano tiene buena o mala gente, igual que otras comunidades. Con respecto y respeto al pueblo gitano dejo unos videos que hasta nos pueden servir de aclaración de múltiples elementos relacionados con dicha etnia.



Podríamos seguir añadiendo y explicando cuestiones similares a las citadas. Burlarse de cualquiera puede ser algo grosero e insultante y da igual que sea homosexual, jorobado, gitano, negro, cojo, normal o anormal. En dicho saco entran chistes sobre personas con defectos que sí tienen gracia pero de ninguna manera son ofensivos. El caso que nos ocupa creo que además de ser ofensivo es soez, grosero y de mal gusto.

Voy a adentrarme en terreno minado, escabroso y difícil de aceptar como de rechazar. Los chistes pueden ser ofensivos y, en concreto, el último escándalo cargado de aparente mala intención que ha dado mucha cancha las pasadas semanas, creo que es, amén de soez, ofensivo. Indudablemente es una opinión personal.

Vamos por el chiste. Intentaré aportar referencias de prensa que trataron en su momento este tema. Para ello cito digitales de alcance nacional. “Un colaborador de Dani Mateo se mofa de las personas con síndrome de Down”, tituló OKdiario, relacionando el asunto chiste con el incidente de Mateo y los mocos a la bandera. Dejo de momento el sendero de las banderas.

ABC lanza esta pregunta: “¿Mártir de la libertad de expresión o humorista insolente?”. “Sin haber cumplido todavía los treinta, el humorista D. Suárez ya ha perdido dos veces su trabajo por la crudeza de sus chistes”. ¿Crudeza o malévola intencionalidad? Si algo queda claro es la polémica levantada por el tuit publicado que “atenta contra la dignidad e integridad moral de las personas”.

Titular de Tribuna en El Confidencial: “Dejadnos reír en paz: manifiesto en defensa del mal chiste”. Y añade “Un breve mensaje ahora para los cómicos: seguid el ejemplo de Suárez: él se ha negado a borrar el chiste… y a humillarse pidiendo perdón”. Dicho artículo hace frente común con el chistoso y anima a que otros “chisteros” hagan lo mismo. La discusión está servida… ¿También el respeto a las personas?

Arrejunto el matrimonio. El asunto, tanto de la bandera como del chiste, es una moneda con doble cara dependiendo de dónde deje los mocos y de qué o de quién se haga burla. Primero habría que plantearse si dicha bandera me dice algo, porque si paso de banderas el asunto en apariencia carece de importancia. Pero arriesguemos la pregunta: ¿me daría igual, siendo republicano, el moqueo de la enseña morada? Pisamos terreno embarrado.

Si eres estatal (lo de facha sobra) la bandera republicana estaría de más. Por el contrario si eres republicano la bandera estatal se desprecia, la moqueas o la quemas al gusto. Disiento con el planteamiento. Da igual. Quemamos las dos… (¿!?).

La libertad de opinar y pensar no autoriza, aunque creamos lo contrario, a machacar a las personas que disienten de mi pensar. Cada semejante tiene derecho y libertad para pensar según sus creencias tanto políticas como religiosas, pero no a ofender.

Imponer una línea de pensar, creer y actuar es un zarpazo mortal que lo mas que se podrá obtener de tal ataque es un enfrentamiento a muerte. Violencia engendra violencia y el fanatismo, venga de donde venga, arruina la libertad.

El pasado abril, el humorista puso en Twitter un mensaje que generó una enorme polémica. En tres días se ha quedado sin trabajo y, para colmo, un sindicato de policía, el Comité Español de Representantes de personas con discapacidad (CERMI) y el padre de una niña con síndrome de Down han arremetido en su contra. ¿Por capricho, por manía? Este tuit “atenta contra la dignidad e integridad moral de las personas con discapacidad, las ridiculiza e incita al odio”.

Vuelvo al chiste. “El secreto fue que la chica usó muchas babas. Alguna ventaja tenía que tener el síndrome de Down”. Creo que estas palabras hablan por sí solas. Simple y llanamente estamos ante una ofensa a un colectivo cuya situación personal es harto difícil y hasta hace poco eran arrinconadas. Con dificultad son aceptadas en sociedad.

Vamos al significado de chiste. Intento acotar los significados de unas cuantas palabras relacionadas con chiste, incluido éste. Según la RAE el chiste es un “dicho u ocurrencia agudos y graciosos”, también se define como “chanza, burla, broma”.

Vayamos por partes. Los chistes se inventan, en principio para hacer reír al personal lo que no quiere decir que todo chiste sea gracioso, bien puede que sea tan ocurrente que respondamos ¡pues, no le veo la gracia! Sí que el chiste puede ofender y entonces aun lo veremos menos oportuno y sin gracia alguna.

En referencia a lo citado anteriormente entresaco un comentario, en este caso hecho por el susodicho chistoso en su cuenta personal de Twitter. “Mi intención nunca ha sido y nunca será la de herir a las personas con Síndrome de Down”. Pero las personas con dicho síndrome y/o sus representantes no lo ven igual.

Añado otro comentario recolectado del digital Público y cargado de cierto matiz político: “si la broma hubiera sido con Ortega Lara, que es un señor de derechas, habría tenido mucho más apoyo, muchos cómicos de izquierdas apoyan sistemáticamente el ataque a la derecha, porque forma parte de su identidad, pero el síndrome de Down es un caso apolítico”. No acabo de entender a qué identidad se refiere si la clave sigue siendo la dignidad y el respeto a las personas, no la ofensa y denigración de las mismas.

El síndrome de Down es una alteración genética producida por la presencia de un cromosoma extra. No es una enfermedad. A lo más quien padece dicho síndrome es posible que tenga algún grado de discapacidad intelectual y algunas características típicas que se manifiestan diferentes en cada persona.

Termino con una referencia alegre, llena de vida y que va mas allá de las peripecias manifestadas por los cortos de mente. Me refiero al aire fresco que entró en nuestra sociedad cargada de malos humos y pésimos humores con la película Campeones. Jesús Vidal traspasa el muro de la discapacidad y gana un Goya por la interpretación en dicha película. Dice Vidal: “Si no sientes que eres capaz de aportar algo a la sociedad, no puedes ser feliz”.

PEPE CANTILLO
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