La negatividad lleva fluctuando en la industria del videojuego desde hace un par de meses, pero los desfallecimientos continuos de distintas compañías se retrotraen a un par de semanas. Desde entonces, estamos viviendo una concatenación de cierres y desajustes que nada bueno pueden traer.
El tour turístico por la casa del terror comenzaba, de forma sutil y sin demasiada alerta social, por la vieja casa Atari: su rama estadounidense se declaraba en bancarrota, tras una década luchando por sobrevivir. Su función es separarse de su otro componente, aquella diversificación situada donde nuestros vecinos, Francia, para centrarse en el diseño de juegos menores –móviles y distribución digital-.
Nunca una noticia de este calibre resulta positiva, pero si es sólo una compañía la que se declara en bancarrota, que ni siquiera ha llegado a quebrar, pues mira. Uno se acuesta con el cuerpo más relajado y puede cobrar el sueño. Lo que no se sabe con anterioridad, es que en ocasiones podemos tener pesadillas. Y esta vez ha tocado una de las gordas.
Apenas dos días más tarde, cuando ya el ambiente comenzaba a serenarse, llega THQ, famosa por juegos como Juiced o Stuntman, y pega el sablazo: tras aguantar un mes en bancarrota, el saco se rompe y entran en quiebra. Ahí es todo.
Una de las veteranas por excelencia, a la basura. Con ella, muchas licencias que empezarán a repartirse por distintas casas como si de perros abandonados en la calle se trataran: SEGA adquiere Company of Heroes, Saint Row se va a casa de papi Koch Media, entre otras tantas compras. Porque lo que se ha hecho con THQ es más un mercado de abastos que otra cosa: “medio kilo de chocos, uno de puerro y ponme también uno de Leaft 4 Dead para el niño, para que me crezca fuerte y rudo”.
Eso sí, los fans incondicionales de los personajes más soeces y desvergonzados de la historia, South Park, seguirán teniendo su Vara de la Verdad. El único “pero” es que lo hará bajo el sello de Ubisoft. Kenny sigue teniendo los días contados.
No en vano, los avatares del destino son muy caprichosos. Ha querido la divinidad que la única saga que ha traído consigo cierto revuelo mediático, se haya quedado desamparada. Es cierto que Crytek ha contratado a una gran parte del equipo que hay tras Darksiders, Vigil Games, tan cierto como que han creado un nuevo estudio con estos componentes, pero los derechos del título protagonizado por Guerra y Muerte siguen al desamparo de la noche.
Al igual que Destroy all humans! Es de agradecer, incluso en casos de confusión y caos, que la transparencia lidere la escuadrilla principal en la guerra. El antiguo presidente de THQ, Jason Rubin, ha confirmado en un acto de honestidad que el cierre de su compañía no se debe a la mala o buena suerte. Más bien, ha dependido de una serie de malas gestiones comerciales como el excesivo apoyo al ineficaz uDraw, así como la puesta en escena del totalmente mediocre Homefront.
Cuando hablamos de datos económicos, poco tiene que aportar la suerte. Eso es algo que Warren Spector conoce bien. El estudio donde el genio diseñador trabajaba también se ha clausurado en los últimos días. Disney ha visto que Junction Point no ha cundido tanto como esperaba. Epic Mickey 2 ha tenido unos beneficios ya de por sí más inferiores que su primera parte, lo cual le ha llevado al desmantelamiento total.
Estamos en las mismas: si se crea un notable Epic Mickey, una continuación que va un peldaño por debajo –telita de la fina la dependencia constante que tiene el ratón con Oswald- y una versión portátil para 3DS pobre y sosa como pocas, no hay más remedio que dar carpetazo a la historia de Spector. No ha sabido aprovechar correctamente todo lo que le ha ofrecido la todopoderosa Disney.
El broche de oro lo pone Superbot Entertainment, la desarrolladora del “tan alabado” Playstation All-Stars Battle Royale, que ha llevado a cabo un recorte en plantilla hace apenas una semana, sin darse cuenta alguna de a qué se debe esto. Sony y su forma de aclarar las cosas. Un encanto.
El resultado no es otro que el que estamos acostumbrados: el cierre de casas conlleva la concentración de sagas en cada vez menos manos, lo cual nunca puede ser bueno. Juegos brillantes como las últimas desventuras del ratón de carmín ropaje, que en otras manos podrían haber tenido luz propia, se quedan pululando en la nada. Otros títulos grandes como Darksiders, caídos en el olvido. No cabe duda que se trata de una eventualidad que trunca el buen fluir de los videojuegos. Mickey, Muerte…buena suerte.
El tour turístico por la casa del terror comenzaba, de forma sutil y sin demasiada alerta social, por la vieja casa Atari: su rama estadounidense se declaraba en bancarrota, tras una década luchando por sobrevivir. Su función es separarse de su otro componente, aquella diversificación situada donde nuestros vecinos, Francia, para centrarse en el diseño de juegos menores –móviles y distribución digital-.
Nunca una noticia de este calibre resulta positiva, pero si es sólo una compañía la que se declara en bancarrota, que ni siquiera ha llegado a quebrar, pues mira. Uno se acuesta con el cuerpo más relajado y puede cobrar el sueño. Lo que no se sabe con anterioridad, es que en ocasiones podemos tener pesadillas. Y esta vez ha tocado una de las gordas.
Apenas dos días más tarde, cuando ya el ambiente comenzaba a serenarse, llega THQ, famosa por juegos como Juiced o Stuntman, y pega el sablazo: tras aguantar un mes en bancarrota, el saco se rompe y entran en quiebra. Ahí es todo.
Una de las veteranas por excelencia, a la basura. Con ella, muchas licencias que empezarán a repartirse por distintas casas como si de perros abandonados en la calle se trataran: SEGA adquiere Company of Heroes, Saint Row se va a casa de papi Koch Media, entre otras tantas compras. Porque lo que se ha hecho con THQ es más un mercado de abastos que otra cosa: “medio kilo de chocos, uno de puerro y ponme también uno de Leaft 4 Dead para el niño, para que me crezca fuerte y rudo”.
Eso sí, los fans incondicionales de los personajes más soeces y desvergonzados de la historia, South Park, seguirán teniendo su Vara de la Verdad. El único “pero” es que lo hará bajo el sello de Ubisoft. Kenny sigue teniendo los días contados.
No en vano, los avatares del destino son muy caprichosos. Ha querido la divinidad que la única saga que ha traído consigo cierto revuelo mediático, se haya quedado desamparada. Es cierto que Crytek ha contratado a una gran parte del equipo que hay tras Darksiders, Vigil Games, tan cierto como que han creado un nuevo estudio con estos componentes, pero los derechos del título protagonizado por Guerra y Muerte siguen al desamparo de la noche.
Al igual que Destroy all humans! Es de agradecer, incluso en casos de confusión y caos, que la transparencia lidere la escuadrilla principal en la guerra. El antiguo presidente de THQ, Jason Rubin, ha confirmado en un acto de honestidad que el cierre de su compañía no se debe a la mala o buena suerte. Más bien, ha dependido de una serie de malas gestiones comerciales como el excesivo apoyo al ineficaz uDraw, así como la puesta en escena del totalmente mediocre Homefront.
Cuando hablamos de datos económicos, poco tiene que aportar la suerte. Eso es algo que Warren Spector conoce bien. El estudio donde el genio diseñador trabajaba también se ha clausurado en los últimos días. Disney ha visto que Junction Point no ha cundido tanto como esperaba. Epic Mickey 2 ha tenido unos beneficios ya de por sí más inferiores que su primera parte, lo cual le ha llevado al desmantelamiento total.
Estamos en las mismas: si se crea un notable Epic Mickey, una continuación que va un peldaño por debajo –telita de la fina la dependencia constante que tiene el ratón con Oswald- y una versión portátil para 3DS pobre y sosa como pocas, no hay más remedio que dar carpetazo a la historia de Spector. No ha sabido aprovechar correctamente todo lo que le ha ofrecido la todopoderosa Disney.
El broche de oro lo pone Superbot Entertainment, la desarrolladora del “tan alabado” Playstation All-Stars Battle Royale, que ha llevado a cabo un recorte en plantilla hace apenas una semana, sin darse cuenta alguna de a qué se debe esto. Sony y su forma de aclarar las cosas. Un encanto.
El resultado no es otro que el que estamos acostumbrados: el cierre de casas conlleva la concentración de sagas en cada vez menos manos, lo cual nunca puede ser bueno. Juegos brillantes como las últimas desventuras del ratón de carmín ropaje, que en otras manos podrían haber tenido luz propia, se quedan pululando en la nada. Otros títulos grandes como Darksiders, caídos en el olvido. No cabe duda que se trata de una eventualidad que trunca el buen fluir de los videojuegos. Mickey, Muerte…buena suerte.
SALVADOR BELIZÓN / REDACCIÓN
