Aunque parezca mentira, en la barriada de Montequinto hay un nazareno de 35 años de edad, José Ramón Arroyal Benavides, que iniciará el próximo 21 de octubre la peligrosa aventura de escalar un 'siete mil', y de hacerlo, además, sin oxígeno y en una montaña, de nombre Satopanth, situada en el Himalaya indio, que presenta unas dificultades tremendas.
José Ramón Arroyal se ha presentado este mediodía en el Ayuntamiento de Dos Hermanas, junto con el delegado de Deportes, Francisco Toscano Rodero, para contar a los periodistas nazarenos que iba a escalar, en compañía de una mujer, Catalina Quesada, de Sevilla, uno de los picos más complicados del mundo, hasta el punto de que junto al mismo no existe ninguna infraestructura que permita, si surge un momento de dificultad, disponer de ayuda. Y, además, quieren subirlo sin oxígeno, lo que hace esta hazaña aún más peligrosa.
Los datos técnicos de esta aventura, impensable por su atrevimiento para cualquier ciudadano de a pie, se van a facilitar a continuación, para, seguidamente, y sin cortes, dejar la palabra libre tal y como el propio José Ramón la ha transmitido a los periodistas, casi como si estuviera anunciando que era el autor de la próxima exposición de pintura que iba a acoger una de las salas de La Almona, pero con el añadido de que un alpinista se está jugando la vida.
José Ramón y Catalina, esta última la única mujer andaluza que ha escalado el Everest y una de las mejores alpinistas españolas, se han propuesto subir el Satopanth, de 7.075 metros de altura, que traducido del dialecto nativo significa 'Camino hacia el cielo', que se encuentra situado en el Himalaya de Garhwal, en la India, y para lo cual deberán superar una gran cantidad de dificultades.
La ruta elegida por ambos alpinistas es la arista noroeste de este pico, pero antes de llegar al mismo deberán realizar un traslado, a pie y con la ayuda de burros, que se prolongará durante siete días hasta alcanzar el que será el campo base de la expedición, que estará situado en la zona conocida como Vasuki Tal, a unos 4.880 metros de altitud.
Desde allí iniciarán el ascenso siguiendo un plan de adaptación, ya que además de la falta de oxígeno que comenzarán a encontrarse una vez que superen los 6.000 metros de altitud, se unirán las peligrosas condiciones que presenta esta montaña y una temperatura que oscilará entre los 30 y los 35 grados bajo cero.
A partir de ahí, este Diario Digital reproduce textualmente las palabras pronunciadas por el propio José Ramón, quien pretende convertirse en el primer nazareno en superar un 'siete mil'. Para ello, contará con la ayuda de la Delegación de Deportes del Ayuntamiento, que le proporcionará material especial para ayudarles en la ascensión.
"Lo más apasionante de subir esta montaña es que casi nadie la ha escalado, motivo por el cual no se tiene mucha información de ella. Nosotros vamos a intentar hacerlo por una ruta que nos consta que ya la intentaron unos españoles en el año 1991, sin conseguirlo, y que se encuentra situada en uno de los lugares más remotos del Himalaya. Allí no hay campo base, como ocurre en otros 'siete' u 'ocho miles', y para llegar al pie de la montaña hay que realizar antes una marcha a pie que dura siete días. Cuando lleguemos, la montaña estará completamente cargada de nieve, porque acaba de terminar el monzón indio, y lo que nos vamos a encontrar es un lugar en el que no contaremos con la posibilidad de un rescate, ni con médico, hasta el punto de que si nos pasa algo seremos nosotros mismos los que nos atendamos con las medicinas que nos han facilitado estos días en el ambulatorio de Dos Hermanas".
"Por tanto, está claro que vamos un poco a la aventura, ya que intentaremos subir como lo hicieron los primeros exploradores del Himalaya. Para el camino hasta llegar al campamento base llevaremos todos los materiales cargados en burros y en porteadores. Éste se situará a unos 4.800 metros de altitud y estará junto a un lago glacial, que se llama Vasuki Tal, y, aunque no lo teníamos pensado en un principio, hemos decidido finalmente montar un campo avanzado a unos 5.000 metros, que ya estará situado en el glacial en sí; es decir, en la base de la montaña".
"Ya para empezar nos encontraremos en el campo base con un glacial que presenta unos desniveles y unas grietas impresionantes, haciéndola una zona de difícil acceso. Luego, el campo 1 lo situaremos a unos 5.400 metros de altitud, para poder ascender por una pendiente del glacial que cuenta con entre un 40 y 50% de inclinación y que es mixto; es decir, que presenta nieve, hielo y piedra. Seguidamente, a unos 6.000 metros, situaremos el campo 2, intentando reservarnos del viento, y, en una de las partes más peligrosas, trataremos de montar el campo 3, que estará junto a una pared que es como un edificio de hielo. Una vez allí, las complicaciones serán las de competir contra la propia altura, porque comenzará a faltar el oxígeno, especialmente entre los 6.400 a los 7.000 metros, y en una situación en la que nosotros mismos seremos los que tengamos que ir abriendo la huella en la nieve y preparar la montaña para poder ascenderla, que es lo que nos llevará más tiempo".
"Nuestro plan de ataque a la cima no se puede hacer en un día, sino que lo haremos de la siguiente forma: desde el campo 1 subiremos al campo 2, nos aclimataremos y volveremos a bajar, para que el cuerpo descanse. En el campo 1 dormimos y subiremos de nuevo al campo 2, donde dormiremos, para volver a bajar y que nuestro cuerpo vaya generando glóbulos rojos para poder respirar a esa altitud. A partir de los 5.000 metros ya sabemos que comenzarán los problemas de salud, con la posible aparición de edemas pulmonares, cerebrales, y fatigas y náuseas, que aparecen siempre con el 'mal de altura'. Luego, a partir del campo 2, y cuando subamos al campo 3, haremos exactamente lo mismo: equiparemos, bajaremos al campo 1, dormiremos, y volveremos a subir al 2 y, a continuación, al 3. Montaremos el 3 y volveremos a bajar al campo base, y una vez que ya tengamos la meteorología perfecta, ya iremos del campo 1 al 2, al 3 y, si Dios quiere, a la cima. En total, nos costará entre diez y doce días conquistar este pico. Una montaña, como comprende cualquiera, no se puede subir en un día, sino que requiere mucho tiempo de aclimatación y de jornadas trabajadas de entre 12 y 16 horas al día. El problema es que allí donde vamos a estar no hay posibilidad de rescate, porque no hay helicópteros ni otras expediciones que nos puedan ayudar, de forma que con cualquier cosa que pase deberemos aviárnoslo nosotros mismos".
"Entonces, muchos pensarán que, ante tanta dificultad, cuál es nuestra motivación, y la respuesta es que se trata de algo que forma parte de nuestra vida. En alpinismo ya está casi todo visto, por lo que es difícil buscar metas nuevas, y en esta montaña, sin duda, las vamos a encontrar. Eso es lo malo que tiene ser alpinista, la locura que tenemos, pero después la satisfacción es... como el que llega a la luna por primera vez. Pero es que, además, quiero ser el primer nazareno que pise esa cumbre, porque tenemos certezas de que antes han ido españoles, pero no lograron llegar a la cumbre".
"Mi pasión por el alpinismo viene por mi familia, que, aunque en ella nadie lo hacía, mi abuelo, que era aventurero y que ha viajado por muchos continentes, recuerdo que desde pequeño me enseñaba documentales sobre el Everest. Y ahí nació mi pasión por la montaña. Empecé en Sierra Nevada y en otros lugares, hasta que di el salto al Mont Blanc, donde ya me dije que mi vida la iba a dedicar a la montaña. Y desde entonces no he parado de subir picos, y cada vez con retos más difíciles. El más alto de los que he escalado ha sido el Aconcagua".
"Yo tengo dos niños, uno con 6 años y una niña que no ha cumplido aún el año de vida, y la gente que me conoce me dice que estoy loco, pero yo les respondo que no porque tenga dos niños se acaba ahí la vida. A mí me gusta esto, mi mujer lo entiende y está claro que yo no me quiero morir, sino vivir lo máximo posible para contarle estas historias a mis nietos, pero también soy consciente de que se trata de un riesgo bastante alto. Pero, insisto, es lo que me gusta, hasta el punto de que si no me voy a la montaña un mínimo de dos veces al mes, ya estoy amargado".
"Mi meta en el futuro es conquistar el Everest sin oxígeno. Mientras tanto, aquí en Sevilla nos preparamos practicando mucho aerobic, corriendo con una mochila de carga unos 15 ó 20 kilómetros, con una pinza en la nariz y una pajita en la boca, que quien me ve dice que si estoy loco, pero yo lo hago así para reducir mi entrada de oxígeno en el cuerpo, ya que a partir de los 6.000 metros de altura es como si respirara con una cañita en la boca. Nosotros estamos muy preparados físicamente, pero una vez que estás allí sabes que pueden aparecer factores que nos dificulten el ascenso, como la climatología, ya que la temperatura que nos vamos a encontrar estará en torno a los 30 grados o más bajo cero. Para ello, por tanto, necesitamos también suerte. Vamos para allá, que sea lo que Dios quiera. Y, si lo conseguimos, sacaremos la bandera de Dos Hermanas para inmortalizar ese momento".
A todo esto, José Ramón debe costear de su propio bolsillo los 6.000 euros, más o menos, que le va a suponer emprender esta increíble aventura junto con su compañera Catalina Quesada, una sevillana de 46 años de edad, y a los que a lo mejor se suman al final dos madrileños y dos franceses; eso sí, con la condición de que los primeros en alcanzar la cima serán estos dos sevillanos. "En la vida normal, yo soy un currante. De hecho, ahora me voy a quedar parado. Mi profesión es electricista y suelo trabajar en altura, pero también lo he hecho de mecánico en un taller de Montequinto, aunque ahora se me va a acabar".
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José Ramón Arroyal sostiene, junto al delegado de Deportes, la bandera de Dos Hermanas que pretende lucir en la cima del Satopanth. |
José Ramón Arroyal se ha presentado este mediodía en el Ayuntamiento de Dos Hermanas, junto con el delegado de Deportes, Francisco Toscano Rodero, para contar a los periodistas nazarenos que iba a escalar, en compañía de una mujer, Catalina Quesada, de Sevilla, uno de los picos más complicados del mundo, hasta el punto de que junto al mismo no existe ninguna infraestructura que permita, si surge un momento de dificultad, disponer de ayuda. Y, además, quieren subirlo sin oxígeno, lo que hace esta hazaña aún más peligrosa.
Los datos técnicos de esta aventura, impensable por su atrevimiento para cualquier ciudadano de a pie, se van a facilitar a continuación, para, seguidamente, y sin cortes, dejar la palabra libre tal y como el propio José Ramón la ha transmitido a los periodistas, casi como si estuviera anunciando que era el autor de la próxima exposición de pintura que iba a acoger una de las salas de La Almona, pero con el añadido de que un alpinista se está jugando la vida.
José Ramón y Catalina, esta última la única mujer andaluza que ha escalado el Everest y una de las mejores alpinistas españolas, se han propuesto subir el Satopanth, de 7.075 metros de altura, que traducido del dialecto nativo significa 'Camino hacia el cielo', que se encuentra situado en el Himalaya de Garhwal, en la India, y para lo cual deberán superar una gran cantidad de dificultades.
La ruta elegida por ambos alpinistas es la arista noroeste de este pico, pero antes de llegar al mismo deberán realizar un traslado, a pie y con la ayuda de burros, que se prolongará durante siete días hasta alcanzar el que será el campo base de la expedición, que estará situado en la zona conocida como Vasuki Tal, a unos 4.880 metros de altitud.
Desde allí iniciarán el ascenso siguiendo un plan de adaptación, ya que además de la falta de oxígeno que comenzarán a encontrarse una vez que superen los 6.000 metros de altitud, se unirán las peligrosas condiciones que presenta esta montaña y una temperatura que oscilará entre los 30 y los 35 grados bajo cero.
A partir de ahí, este Diario Digital reproduce textualmente las palabras pronunciadas por el propio José Ramón, quien pretende convertirse en el primer nazareno en superar un 'siete mil'. Para ello, contará con la ayuda de la Delegación de Deportes del Ayuntamiento, que le proporcionará material especial para ayudarles en la ascensión.
"Lo más apasionante de subir esta montaña es que casi nadie la ha escalado, motivo por el cual no se tiene mucha información de ella. Nosotros vamos a intentar hacerlo por una ruta que nos consta que ya la intentaron unos españoles en el año 1991, sin conseguirlo, y que se encuentra situada en uno de los lugares más remotos del Himalaya. Allí no hay campo base, como ocurre en otros 'siete' u 'ocho miles', y para llegar al pie de la montaña hay que realizar antes una marcha a pie que dura siete días. Cuando lleguemos, la montaña estará completamente cargada de nieve, porque acaba de terminar el monzón indio, y lo que nos vamos a encontrar es un lugar en el que no contaremos con la posibilidad de un rescate, ni con médico, hasta el punto de que si nos pasa algo seremos nosotros mismos los que nos atendamos con las medicinas que nos han facilitado estos días en el ambulatorio de Dos Hermanas".
"Por tanto, está claro que vamos un poco a la aventura, ya que intentaremos subir como lo hicieron los primeros exploradores del Himalaya. Para el camino hasta llegar al campamento base llevaremos todos los materiales cargados en burros y en porteadores. Éste se situará a unos 4.800 metros de altitud y estará junto a un lago glacial, que se llama Vasuki Tal, y, aunque no lo teníamos pensado en un principio, hemos decidido finalmente montar un campo avanzado a unos 5.000 metros, que ya estará situado en el glacial en sí; es decir, en la base de la montaña".
"Ya para empezar nos encontraremos en el campo base con un glacial que presenta unos desniveles y unas grietas impresionantes, haciéndola una zona de difícil acceso. Luego, el campo 1 lo situaremos a unos 5.400 metros de altitud, para poder ascender por una pendiente del glacial que cuenta con entre un 40 y 50% de inclinación y que es mixto; es decir, que presenta nieve, hielo y piedra. Seguidamente, a unos 6.000 metros, situaremos el campo 2, intentando reservarnos del viento, y, en una de las partes más peligrosas, trataremos de montar el campo 3, que estará junto a una pared que es como un edificio de hielo. Una vez allí, las complicaciones serán las de competir contra la propia altura, porque comenzará a faltar el oxígeno, especialmente entre los 6.400 a los 7.000 metros, y en una situación en la que nosotros mismos seremos los que tengamos que ir abriendo la huella en la nieve y preparar la montaña para poder ascenderla, que es lo que nos llevará más tiempo".
"Nuestro plan de ataque a la cima no se puede hacer en un día, sino que lo haremos de la siguiente forma: desde el campo 1 subiremos al campo 2, nos aclimataremos y volveremos a bajar, para que el cuerpo descanse. En el campo 1 dormimos y subiremos de nuevo al campo 2, donde dormiremos, para volver a bajar y que nuestro cuerpo vaya generando glóbulos rojos para poder respirar a esa altitud. A partir de los 5.000 metros ya sabemos que comenzarán los problemas de salud, con la posible aparición de edemas pulmonares, cerebrales, y fatigas y náuseas, que aparecen siempre con el 'mal de altura'. Luego, a partir del campo 2, y cuando subamos al campo 3, haremos exactamente lo mismo: equiparemos, bajaremos al campo 1, dormiremos, y volveremos a subir al 2 y, a continuación, al 3. Montaremos el 3 y volveremos a bajar al campo base, y una vez que ya tengamos la meteorología perfecta, ya iremos del campo 1 al 2, al 3 y, si Dios quiere, a la cima. En total, nos costará entre diez y doce días conquistar este pico. Una montaña, como comprende cualquiera, no se puede subir en un día, sino que requiere mucho tiempo de aclimatación y de jornadas trabajadas de entre 12 y 16 horas al día. El problema es que allí donde vamos a estar no hay posibilidad de rescate, porque no hay helicópteros ni otras expediciones que nos puedan ayudar, de forma que con cualquier cosa que pase deberemos aviárnoslo nosotros mismos".
"Entonces, muchos pensarán que, ante tanta dificultad, cuál es nuestra motivación, y la respuesta es que se trata de algo que forma parte de nuestra vida. En alpinismo ya está casi todo visto, por lo que es difícil buscar metas nuevas, y en esta montaña, sin duda, las vamos a encontrar. Eso es lo malo que tiene ser alpinista, la locura que tenemos, pero después la satisfacción es... como el que llega a la luna por primera vez. Pero es que, además, quiero ser el primer nazareno que pise esa cumbre, porque tenemos certezas de que antes han ido españoles, pero no lograron llegar a la cumbre".
"Mi pasión por el alpinismo viene por mi familia, que, aunque en ella nadie lo hacía, mi abuelo, que era aventurero y que ha viajado por muchos continentes, recuerdo que desde pequeño me enseñaba documentales sobre el Everest. Y ahí nació mi pasión por la montaña. Empecé en Sierra Nevada y en otros lugares, hasta que di el salto al Mont Blanc, donde ya me dije que mi vida la iba a dedicar a la montaña. Y desde entonces no he parado de subir picos, y cada vez con retos más difíciles. El más alto de los que he escalado ha sido el Aconcagua".
"Yo tengo dos niños, uno con 6 años y una niña que no ha cumplido aún el año de vida, y la gente que me conoce me dice que estoy loco, pero yo les respondo que no porque tenga dos niños se acaba ahí la vida. A mí me gusta esto, mi mujer lo entiende y está claro que yo no me quiero morir, sino vivir lo máximo posible para contarle estas historias a mis nietos, pero también soy consciente de que se trata de un riesgo bastante alto. Pero, insisto, es lo que me gusta, hasta el punto de que si no me voy a la montaña un mínimo de dos veces al mes, ya estoy amargado".
"Mi meta en el futuro es conquistar el Everest sin oxígeno. Mientras tanto, aquí en Sevilla nos preparamos practicando mucho aerobic, corriendo con una mochila de carga unos 15 ó 20 kilómetros, con una pinza en la nariz y una pajita en la boca, que quien me ve dice que si estoy loco, pero yo lo hago así para reducir mi entrada de oxígeno en el cuerpo, ya que a partir de los 6.000 metros de altura es como si respirara con una cañita en la boca. Nosotros estamos muy preparados físicamente, pero una vez que estás allí sabes que pueden aparecer factores que nos dificulten el ascenso, como la climatología, ya que la temperatura que nos vamos a encontrar estará en torno a los 30 grados o más bajo cero. Para ello, por tanto, necesitamos también suerte. Vamos para allá, que sea lo que Dios quiera. Y, si lo conseguimos, sacaremos la bandera de Dos Hermanas para inmortalizar ese momento".
A todo esto, José Ramón debe costear de su propio bolsillo los 6.000 euros, más o menos, que le va a suponer emprender esta increíble aventura junto con su compañera Catalina Quesada, una sevillana de 46 años de edad, y a los que a lo mejor se suman al final dos madrileños y dos franceses; eso sí, con la condición de que los primeros en alcanzar la cima serán estos dos sevillanos. "En la vida normal, yo soy un currante. De hecho, ahora me voy a quedar parado. Mi profesión es electricista y suelo trabajar en altura, pero también lo he hecho de mecánico en un taller de Montequinto, aunque ahora se me va a acabar".
FRANCISCO GIL CHAPARRO / REDACCIÓN