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HLA

FENACO



17 ene 2019

  • 17.1.19
El asunto de las nuevas tecnologías, y sobre todo el uso del teléfono móvil, está dando mucha cancha tanto para bendecir sus ventajas como para maldecir sus inconvenientes. Entramos en la dicotomía de lo supuestamente positivo frente a lo supuestamente negativo que dicen sus detractores.



Es un hecho que WhatsApp, Twitter…, con sus posibilidades de supuesta comunicación, van muy por delante de la educación-instrucción que pueda ofrecer la escuela. Esto en principio no es calificable ni de bueno ni de malo: simplemente, las nuevas tecnologías están presentes con sus posibilidades y de nosotros depende sacarles el mejor partido.

Hasta ahora solo hemos oído cuestiones negativas con respecto al uso de los móviles. Dicho aparato es muy joven pero ha crecido a velocidad de vértigo. Por desgracia, lo negativo que se pueda obtener de su uso es lo que más resalta.

Negar la realidad, a largo plazo nos traerá más problemas que ventajas. Si no puedes controlar a “tu enemigo, únete a él”. Lo de enemigo viene porque una actitud de cierre ante las TIC, sobre todo ante el móvil, solo nos traerá problemas. Imaginemos que dicho aparato es un “animalejo” que tenemos que domesticar antes de que se nos escape del control de uso y los daños puedan ser cuantiosos. Dichos daños ya están presentes.

¿El uso del móvil es bueno? ¿Malo? ¿Indiferente? A clase con el móvil: ¿sí o no? La cuestión, a priori, es más bien complicadilla. Se hace necesaria una serie de requisitos que pasan por múltiples escollos no fáciles de eliminar. Empecemos por las dificultades.

Un país como Francia ha prohibido rotundamente el móvil dentro del recinto escolar. Está claro que ante este planteamiento no hay ni posibilidad de intentar ver si el uso del mismo en clase (en algunas materias) podría dar juego, puesto que la puerta de entrada queda cerrada. Argüir la “libertad de cátedra” en este tipo de material no sería fácil por razones obvias.

Otros países se niegan a usarlo dentro de clase. En España, la voz de la familia ya se ha dejado oír con el no al uso del móvil en clase. ¿Negativa por razones claras, trabajadas y pensadas o simplemente hay que seguir a Francia? Papanatismo frente a chovinismo.

Demos un paso más para desenredar esta madeja en la medida de lo posible. Profe, dame clase con el móvil era el título de un artículo de El País de hace ya dos años. “España empieza a impulsar proyectos pedagógicos que usan los teléfonos como una herramienta más del aula”. Tales proyectos y algunos más siguen adelante.

Dicho artículo apunta varias dificultades a tal exigencia. Entresaco algunas ideas del mismo: “Hay serio riesgo de que crezca la brecha digital y aunque su uso está muy extendido, hay familias que no podrían pagarlos, sobre todo los de última generación. ¿Solución? ¿Recurrir a “ayuda pública”? El asunto pecuniario es una de las barreras que apunta el artículo para el uso del móvil en el aula. A esto habría que añadir el aumento del gasto por consumo. El asunto pecuniario es otra barrera.

No todos los centros escolares están preparados en cuanto a cableado, así como en cobertura. Sin comentario a esta dificultad. No uso el concepto “deficiencia” puesto que la adaptación de la escuela a “los nuevos tiempos” y tecnologías queda en el aire.

Hay que decir sí al uso del teléfono en clase, sin prisa pero sin pausa. Pero para la puesta en marcha del mismo no basta con decir solo "¡adelante!". Hay que preparar un proyecto, analizar los pros y los contras e introducirlo en las materias adecuadas.

Los expertos advierten de que móvil, ordenador y tabletas son herramientas a las que se le puede sacar rendimiento, usados debidamente. Aceptar dichos planteamientos didácticos “debe ser parte del Proyecto Educativo de Centro, tiene que contar con las familias, además de disponer de redes adecuadas y las condiciones de seguridad necesarias”. No basta con que un profesor quiera usar la tecnología por su cuenta, senda que se podría intentar en caso de una oposición general.

¿Están los profesores preparados para esta iniciativa? Unos sí, otros puede que no, amén de que dicho tema tiene sensatos defensores y tozudos detractores (esperemos que de momento). ¿Por qué de momento? Hacer cambios drásticos, y éste lo es, aglutina a muchas personas que, en principio, podrían negarse (oponerse) por varias cuestiones. Cierto que hay también parte del personal para los que dicha innovación es fácil.

Pregunta a dos bandas: detractores y seguidores, ¿ayudarían los móviles al rendimiento escolar? No lo sabremos si no los usamos. Tampoco podemos dilatarnos deshojando la margarita porque en este terreno lo novedoso de hoy ya es viejo.

Un planteamiento interesante: ¿Hay que prohibirlos por miedo al ciberacoso? Esta pega carece de sentido, por desgracia. Tal problema es una realidad en los jóvenes más mayores y seguirá su camino. ¿Cómo controlarlo? Complicado asunto que merece una explicación aparte, donde deben intervenir profesores y especialistas (pedagogos, psicólogos…). Dicho acoso no se incrementará ni dejará de producirse porque el móvil se utilice en clase. Es mi opinión y puedo estar muy equivocado.

Oportunismo por parte de algunas marcas. Vender o no vender más aparatos sería su excusa. Google Expeditions está detrás de estas iniciativas. Según datos consultados, la multinacional visitó una veintena de centros de España para familiarizar a docentes y alumnos con el proyecto. ¿Intereses de progreso? Esa es la careta ofrecida por fabricantes-vendedores de móviles. Samsung también apoya este tipo de proyectos. Lógico: “La pela es la pela…” y estas empresas no trabajan por amor al arte.

Un dato importante al margen de la escuela (aunque no queda lejos de ella). Un detalle que es posible que nunca nos hayamos planteado: los móviles están constantemente bombardeados para que se les instalen una serie de actualizaciones que te dicen que son necesarias para un mejor funcionamiento. ¿Cuál es la pega o el secreto-clave? Dichas instalaciones saturan pronto el telefonito, con lo que el usuario queda fuera de juego. ¿Solución? Hay que cambiar a un teléfono mejor, más moderno, con más capacidad… Bla, bla, bla.

Hay centros, expertos y profesores que creen que se puede enseñar con móviles igual que con el libro, la pizarra o una película. No se me ocurre negarlo, puesto que las facilidades y posibilidades para acceder a la información son muchas y las tenemos al alcance de la mano. Doy fe de que las películas dan resultado.

Lo mismo que es sabido y conocido que dichos aparatos, TIC en general, desarrollan toda una serie de competencias y facilitan el aprendizaje, potencian la autonomía y por supuesto el trabajo en equipo, cuestión ésta que es de vital importancia para la escuela de un futuro que empezó hace tiempo y que en nuestro país llegamos con retraso a ella, como a otras tantas cosas.

La tecnología ya ha llegado a las aulas, pero a menudo la pedagogía que se usa aún le da la espalda. Todos los soportes valen para dar a esta herramienta el mejor uso educativo, o tal vez no, dicen los detractores. La Fundación Santillana reúne en un seminario en Colombia a expertos en el sistema educativo latinoamericano.

Siete razones por las que se debe encender el móvil en clase. Titular de El País cuyo contenido cito lo más resumido posible al final de esta columna. La información es vieja y, en este terreno, aun más. Además, cierro estas líneas con dos referencias que se deben tener en cuenta. No quiero confundir a nadie. Cito la carta de un profesor uruguayo que renuncia a seguir luchando contra los móviles en clase. Derrotado, tira la toalla: “Me cansé de luchar contra móviles y WhatsApp. Me rindo”.

La siguiente cita abre otros interrogantes. En el libro Desconecta, cuya lectura recomiendo, el psicólogo Marc Masip, experto en adicciones, dice: “El móvil es la heroína de nuestra época” y para terminar de rematar el tema apunta que “España es el país europeo con más adicción adolescente a la red”. Propone una “dieta digital” para desengancharse. El tema queda abierto.

Siete razones por las que se debe encender el móvil en clase
  1. El alumno lleva toda la información encima.
  2. La clase ya no es el único lugar donde se aprende.
  3. El profesor sabe usar la tecnología como el alumno (mejor sería lo ideal).
  4. La transformación de la educación con la tecnología tiene tres patas: los recursos digitales con los que se dota al aula y a los alumnos (pizarras digitales, ordenadores), el seguimiento del profesorado y un currículo digitalizado.
  5. Los profesores ya no van a cursillos para que les enseñen a usar la tecnología.
  6. El gasto público en tecnología crece, a pesar de que baja el gasto en educación.
  7. Se ha creado la figura del “Coordinador Tec” en los centros como responsable y supervisor del uso de dicha tecnología. Hace un seguimiento del profesorado y de la adaptación del currículo.
PEPE CANTILLO

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