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Carta de Hugo Santos Gil con motivo de la finalización de su etapa como hermano mayor de Valme

Dos Hermanas Diario Digital se hace eco de la carta remitida por Hugo Santos Gil con motivo de la finalización de su etapa como hermano mayor de Valme, en la que, tras nueve años, muestra su gratitud a todos cuantos le han acompañado en los buenos y malos momentos, y para expresar, como se reza cada semana a la Felicitación Sabatina: “En todos los instantes de mi vida, ¡VÁLEME, SEÑORA!”.


Queridos hermanos y hermanas en el amor compartido a Nuestra Madre la Santísima Virgen María:

Cuando faltan pocas horas para la toma de posesión de la nueva Junta de Gobierno surgida del Cabildo General de Elecciones que se celebró el pasado 24 de febrero, escribo estas líneas impulsado por profundos sentimientos de gratitud. En primer lugar, hacia Dios Nuestro Señor y su Bendita Madre, que nos han permitido culminar una andadura que comenzó hace ahora nueve años con el espíritu de garantizar, ante todo, la estabilidad de la Hermandad, aunando la experiencia con la juventud y con la firme convicción de que todos, sin excepción, somos necesarios para construir el futuro de nuestra Corporación, sin rupturas ni descartes.

Gratitud, también, a todos cuantos me han acompañado en el desempeño de una misión tan honrosa, pero a la vez tan complicada, como la de ser Hermano Mayor de una Hermandad como la nuestra, que tiene la inmensa responsabilidad de custodiar la devoción a la Santísima Virgen de Valme, con un legado histórico, artístico y espiritual de casi ocho siglos. Junto con mis compañeros de la Junta de Gobierno, nos comprometimos entonces a ensanchar los horizontes de esa devoción tan generosa y perdurable que, durante centurias, se ha acrisolado en torno a la Celestial Protectora de Dos Hermanas.

Después de estos dos mandatos, creo poder afirmar que dicho objetivo se ha cumplido, al igual que otros de carácter más concreto que también figuraban en la carta-programa que dirigí a los hermanos en febrero de 2015: integración de jóvenes en la Junta de Gobierno, potenciar el papel del Coro como parte activa de la Hermandad (por ejemplo, con la grabación del segundo disco de su historia), avanzar en la plena cohesión y participación de los exornistas de carretas y galeras en la vida de Hermandad, reforma integral de las Reglas (objetivo culminado en enero de 2022), renovación de la página web e impulso de su presencia en las redes sociales, incremento en el número de hermanos (sólo entre 2022 y 2023, más de 200 nuevas altas); la conservación y enriquecimiento del patrimonio de nuestra Hermandad (restauración de imágenes y enseres, adquisición de nuevos elementos, habilitación de nave-almacén, rehabilitación de inmuebles, convenios con el IAPH, etc.), la proyección externa de la Romería (guía turística, declaración como BIC y Fiesta Mayor, actividades en Sevilla capital), la organización de nuevos actos y eventos para animar las vísperas de Valme (marchas a caballo a Pontificia, Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de Valme Coronada y San Fernando Cuarto, conciertos, exposiciones, iniciativas culturales…), así como llevar el nombre de Valme a los nuevos barrios y habitantes de nuestra ciudad (Misiones Evangelizadoras a la Zona Sur, Entrenúcleos y Quintos).

Considero que no soy quien debe hacer balance de lo mucho o lo poco que se haya logrado en estos dos periodos consecutivos. Pero sí creo que los frutos de estos 3.290 días al servicio de nuestra Hermandad están a la vista de todos. Fieles a la obligación contraída y a la línea de actuación mantenida desde hace más de 20 años, con nuestros errores y aciertos, hemos trabajado, en la medida de nuestras capacidades y dando lo mejor de nosotros mismos, con el mayor rigor, prudencia, honestidad, eficacia y transparencia. También, con mucha ilusión, constancia y seriedad, entendidas como responsabilidad, sensatez y rectitud, siempre bajo la premisa (casi obsesión) de estar a la altura del inmenso legado de fe y amor que nos transmitieron nuestros mayores. Doy, por ello, las más sinceras gracias a todo el equipo humano que lo ha hecho posible con su esfuerzo y dedicación; a todos y cada uno de los miembros de la Junta de Gobierno, en ambos mandatos, con un recuerdo muy especial y emocionado a quienes fueron llamados –demasiado pronto– a participar de la Romería eterna en el Cielo: Magdalena Romero Navarro, Javi López Sánchez y Jesús Ríos Sutil (q.e.p.d.).

Hemos tenido, además, la inmensa fortuna de contar con la importantísima colaboración de numerosos hermanos y hermanas que nos han apoyado en todo momento, con tesón, alegría y altruismo, siempre dispuestos a atender cuantas peticiones de ayuda les hicimos: para atender el quiosco, para ejercer como voluntarios en cultos y celebraciones, para confeccionar mascarillas y batas durante la pandemia, para trasladar enseres a Sevilla, para hacer labores de costura, para la recogida de ayuda humanitaria y otras muchas cuestiones. Gracias, Pontificia, Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de Valme Coronada y San Fernando de corazón, porque sin ellos no hubiéramos podido afrontar todos los proyectos y metas que nos propusimos.

Intensa ha sido, sin duda, la colaboración institucional recibida durante estos años, tanto de entidades públicas como privadas, especialmente para la celebración de la Romería y de los actos del Año Jubilar: Administraciones, autoridades y servidores públicos (destacando el Excmo. Ayuntamiento de Dos Hermanas), empresas y comercios locales, patrocinadores… A todos, también, nuestro máximo agradecimiento por la generosidad demostrada.

De igual modo, nuestra gratitud a las instituciones eclesiásticas, comenzando por el Arzobispado de Sevilla, y, particularmente, a todas las parroquias, hermandades, asociaciones y agrupaciones de nuestra ciudad, así como al Consejo Local de HH. y CC, y al Centro de Orientación Familiar: a todos ellos, por las atenciones, deferencias y consideraciones hacia nuestra Hermandad, así como por la encomiable labor que realizan en sus respectivos ámbitos.

Desde el punto de vista personal, para mí ha sido un inmenso honor ser el Hermano Mayor de la Hermandad más significativa de Dos Hermanas, que, a día de hoy, es también una de las más importantes de la Archidiócesis hispalense. Y más aún, haber desempeñado esta alta misión durante un dilatado periodo, en el que nos hemos encontrado situaciones difíciles que nunca pensamos que pudieran ocurrir (la suspensión de la Romería en 2015 por las lluvias, la pandemia COVID-19 en 2020 y 2021), pero también hemos tenido el gozo de vivir momentos inolvidables, no imaginados ni en los mejores sueños, cuya culminación fue el 25 de noviembre de 2023 con la procesión extraordinaria de Nuestra Señora de Valme y San Fernando por el entorno de la Catedral de Sevilla.

Con toda humildad, pero a la vez con legítimo orgullo, puedo afirmar que este que ahora concluye ha sido el tercer mandato más extenso desde la reorganización de nuestra Hermandad en 1870, sólo por detrás de los afrontados por Juan Sánchez Martín (1870-1910) y José Sánchez Rubio (1910-1920). Desde luego, no ha sido un tiempo fácil ni sosegado, ya que ha habido que asumir muchos retos, algunos buscados y otros sobrevenidos. Sin embargo, los problemas nos han hecho sentir, aún más cercana si cabe, la Mano Valedora que realmente nos sostiene y nos da las fuerzas necesarias para proseguir el camino.

Por mi parte, tengo la satisfacción del deber cumplido y la conciencia tranquila: he procurado no ser más que un siervo inútil que ha hecho –ni más ni menos– lo que tenía que hacer, desde la convicción de luchar en cada momento por conseguir lo más excelente y óptimo para la Hermandad, dejándome la piel en ello, quizás de forma demasiado excesiva o exigente. Inevitablemente, eso acarrea incomprensiones, sinsabores, disgustos, enemistades y, por supuesto, críticas, que son de agradecer si se hacen con un espíritu constructivo, algo que –por desgracia– no es nada frecuente en los tiempos que corren. En el haber, me llevo la amistad, el cariño y el afecto de muchos; en especial, de aquellos que han demostrado ser fieles a la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de Valme Coronada y San Fernando, cooperadores hasta el final, manteniendo su lealtad en todo momento y a pesar de cualquier circunstancia. Ellos saben quiénes son, y yo los llevo en mi corazón, pues han estado de forma incondicional a mi lado, sobre todo cuando el viento más zozobraba y el camino se hacía espinoso: no puedo dejar de mencionar aquí a quien ha sido un verdadero ejemplo de dedicación diaria, constante y tenaz en pro de la Hermandad, nuestro sempiterno Mayordomo, y en el último mandato Teniente de Hermano Mayor, Agustín López González, mi más firme apoyo y baluarte.

Quiero, también, pedir disculpas por todos los fallos cometidos durante este amplio periodo, en el que, a pesar de los esfuerzos realizados, ha sido inevitable incurrir en no pocas faltas y equivocaciones, como sucede con frecuencia a lo largo de nuestra vida: si, como dice el refrán, “errar es de humanos”, no menos necesaria resulta la franca petición de perdón e indulgencia, pues –aunque suene a tópico– nunca quisimos perjudicar y, por supuesto, todo lo hicimos de buena fe y con la mejor intención.

Hace algo más de un mes, celebramos el Cabildo General donde rendimos cuentas, no sólo del último y más que singular ejercicio económico, sino de toda nuestra gestión, que recibió un respaldo unánime, sin ningún voto en contra: baste decir que el resultado contable ha estado en sintonía con el de años precedentes, incluso por encima, lo cual significa que la Hermandad ha sido capaz de generar ingresos suficientes para soportar el notable incremento de los gastos corrientes, debidos a la celebración del Año Jubilar por el 50º aniversario de la Coronación Canónica, una efeméride que –como todos sabemos– no podía conmemorarse de cualquier manera. Quienes asistieron a dicho Cabildo pudieron comprobar la solidez, solvencia y capacidad que, en la actualidad, tiene nuestra Corporación, tras haber vivido el que, posiblemente, haya sido el año más cargado de actividades e hitos de las últimas cinco décadas.

En estos nueve años, las inversiones totales contabilizadas ascienden a un total de casi 262.000 euros. La última de ellas (reforma y mejora del paso procesional de la Virgen) es la única que está en curso de amortización, habiéndose logrado financiar casi al 50 con generosos donativos de hermanos y devotos, lo cual no sólo es digno de destacar, sino que hemos de agradecerlo y valorarlo intensamente. El resto de la inversión pendiente puede ser asumido de forma más que razonable a medio plazo, sin poner en riesgo la estabilidad económica, tal como se hizo para la rehabilitación de la actual Casa-Hermandad (2003-2008), un proyecto financiado a lo largo de cinco años, con una fórmula similar a la utilizada para la reforma del paso, iniciada en 2022, estrenada en junio de 2023 y merecedora de grandes elogios por su calidad artística. Pontificia, Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de Valme Coronada y San Fernando Algo de lo que nos debemos sentir legítimamente orgullosos, como se evidenció en la procesión por las calles de Sevilla y, Dios mediante, se verá de nuevo el próximo 8 de diciembre, con motivo de la clausura del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular.

Construir la Hermandad día a día y seguir engrandeciendo la devoción a Nuestra Señora de Valme será siempre una tarea inacabada. Nunca podremos darnos por satisfechos, porque tenemos entre manos algo que, por esencia, tiende a ser infinito: parafraseando a San Bernardo, cabe decir que “de Valme numquam satis”, esto es, nunca será suficiente todo lo que hagamos por y para Ella. Por eso, no es que el listón esté alto; está donde tiene que estar y, precisamente, donde no puede dejar de estar sino es para elevarlo todavía más. Como escribía hace nueve años, tengo muy claro hacia dónde debe ir nuestra Hermandad, y también hacia dónde no sería conveniente que fuera. Pues, como decía el poeta, “lo ganado por el hombre debe ser siempre precioso para el hombre”. Así, me reafirmo en que el ayer es cimiento del hoy, que el presente se sustenta en fidelidad al pasado y que no hay futuro sin memoria.

En este sentido, me congratulo de que el contundente resultado del Cabildo General de Elecciones haya puesto de manifiesto –sin ambages– el respaldo mayoritario a la gestión desarrollada a lo largo de estos años. El mandato de los hermanos y hermanas que abrumadoramente ejercieron su derecho al voto ha sido claro y rotundo, lo cual hay que agradecer y valorar en su justa medida: la nueva Junta de Gobierno tiene por delante el apasionante reto de mantener la línea de actuación que la Hermandad ha venido siguiendo, sin dar pasos atrás, y siendo muy consciente de que el gran apoyo recibido le exige un fuerte Pontificia, Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de Valme Coronada y San Fernando compromiso diario para asegurar el progreso y el crecimiento de esta Corporación, que en 2028 cumplirá 400 años de existencia documentada.

Mi deseo y mi convicción siguen siendo, como dije al tomar posesión, que “TODOS SEAMOS UNO EN VALME”. No podemos, ni debemos, soslayar nuestra condición de católicos y nuestra pertenencia a la Iglesia, por lo que estamos obligados a dar, ante todo, testimonio de unidad, fraternidad y amor. No olvidemos lo esencial: somos hijos de una Madre Común, que a todos nos cobija bajo su manto protector. Ella es –como proclaman las letanías del Rosario– la “CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA”; de la auténtica alegría que brota del encuentro con Jesucristo, el Hijo de Dios. No nos engañemos: el tiempo de Valme no se reduce a octubre ni se plasma en sentimientos superficiales, en afectos transitorios o en una vana credulidad, sino que se extiende a lo largo y ancho de nuestras vidas, quedando arraigado en lo más profundo e insondable de nuestra existencia. Así, el TIEMPO DE VALME no es otro que el TIEMPO DE MARÍA, la humilde Esclava del Señor, coronada como Reina de Cielos y Tierra. Seguir su ejemplo de Evangelio vivido es nuestra verdad y nuestro camino, el único posible para llegar a la meta de salvación que ansiamos como cristianos. Con María en el corazón, cada día será luminoso y alegre: una verdadera ROMERÍA en la que resplandezca la Sonrisa, cálida y tierna, de La que es Madre de Dios, Señora de nuestras almas y Medianera de todas las gracias.

Hagamos Memoria agradecida de esta Sonrisa que nos ilumina y confiemos siempre, siempre, en su Poderoso Valimiento, siguiendo el ejemplo del rey San Fernando. Como rezamos los que, en maravillosa intimidad, asistimos cada semana a la Felicitación Sabatina: “En todos los instantes de mi vida, ¡VÁLEME, SEÑORA!”.

Con mi abrazo fraterno y mi gratitud sincera para todos, de corazón, pido a Dios que bendiga a nuestra Hermandad, a su nueva y primera Hermana Mayor (mi muy querida Isa Caballero), a los miembros de su Junta de Gobierno, y a todos los hermanos y hermanas. Que Él nos conceda el don de vivir y sentir con la Iglesia en el mundo de hoy, dando testimonio creíble de Cristo, el Hijo de la Virgen María, Nuestra Madre y Señora de Valme.

Dos Hermanas, 15 de marzo de 2024


HUGO SANTOS GIL, HERMANO MAYOR (EN FUNCIONES)
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