Montilla alcanza hoy el ecuador de Vendimia Teatral, la inédita experiencia impulsada por Bodegas Alvear, con la financiación de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Montilla, que está cumpliendo con creces todas las expectativas gracias a su extraordinaria acogida.
En pleno corazón de la bodega en activo más antigua de Andalucía, y en el marco de la LXX Fiesta de la Vendimia Montilla-Moriles, la localidad de la Campiña Sur está viviendo un viaje inmersivo que combina patrimonio, historia y artes escénicas, y que ha conseguido agotar las entradas en todas sus representaciones.
Bajo la dirección del prestigioso dramaturgo montillano Juan Carlos Rubio, partiendo de la idea original y de la documentación aportada por Carmen Giménez Alvear, presidenta de la Fundación Alvear y colaboradora de Montilla Digital, la obra se ha concebido como una experiencia inmersiva de cincuenta minutos de duración, con un aforo de apenas veinticinco personas por pase.
Esa intimidad, sumada a la atmósfera única de Bodegas Alvear, convierte cada representación en un momento irrepetible. Y es que el público no solo asiste a una obra de microteatro: realmente, se adentra en un relato coral que recorre siglos de historia de la saga Alvear y de Montilla a través de seis escenas cargadas de emoción.
Las personas que han tenido la fortuna de conseguir una entrada se encuentran cara a cara con figuras que han marcado el devenir del vino de Montilla. Sin duda, uno de los momentos más llamativos llega con la presencia de Charles Tovey, comerciante inglés y cronista de vinos que en 1873 viajó a Montilla y quedó prendado de sus vinos.
Tovey, nacido en Bristol en 1812, había heredado el negocio familiar de importación de vinos y licores, y sus inquietudes culturales lo habían convertido en miembro de la Royal Historical Society y de la Archaeological Society. Su pasión lo llevó a recorrer Europa para catar vinos en origen, hasta que, en plena convulsión política española con la caída de Amadeo I de Saboya y la proclamación de la Primera República, desembarcó en Montilla.
Fue en ese momento cuando descubrió el amontillado, que no dudó en calificar comoe “el mejor vino del mundo”. Lo escribió en su célebre obra Wine and Wine Countries, publicada en 1861 y ampliada en 1877, en la que dedicó un capítulo completo a Montilla. Esa defensa pública, a contracorriente de las modas de la época, contribuyó de forma decisiva al prestigio internacional de los vinos del marco Montilla-Moriles.
Otro de los pasajes de la representación recuerda la figura de Diego de Alvear y Ponce de León, nacido en Montilla en 1749 y convertido en marino, cartógrafo y explorador de fama internacional. Su vida resume la aventura y la tragedia de todo un siglo: desde su labor en el Río de la Plata, donde delimitó durante casi dos décadas las fronteras entre España y Portugal, hasta la catástrofe de 1804, cuando perdió a su esposa y a la mayoría de sus hijos en el hundimiento de la fragata 'Nuestra Señora de las Mercedes'.
El relato, dramatizado en el interior de la bodega, consigue transmitir no solo la magnitud de la pérdida personal, sino también la capacidad de resiliencia de un hombre que, tras sobrevivir como prisionero en Inglaterra, regresó para rehacer su vida junto a su segunda esposa, Luisa Rebecca Ward, y continuar la estirpe que hoy sigue ligada al vino y a la ciudad.
Entre los personajes que emergen con fuerza en esta extraordinaria obra teatral destaca Sabina Alvear y Ward, hija de Diego y Luisa Rebecca. Su vida se presenta como símbolo de la uva Pedro Ximénez: intensa, luminosa y capaz de resistir el paso del tiempo. No en vano, fue una mujer adelantada a su época, con una sólida formación cultural y un carácter cosmopolita que la llevó a recorrer Europa en una etapa en la que viajar sola siendo mujer suponía un desafío enorme.
Esos viajes no fueron mero ocio: le sirvieron para estrechar lazos culturales, conocer de primera mano las tendencias del Viejo Continente y, sobre todo, proyectar la imagen de la familia Alvear más allá de Montilla. En París, Londres o Viena, Sabina Alvear y Ward defendía el apellido y los vinos de su tierra con la misma convicción con la que su padre había defendido la Isla de León del hostigamiento francés.
Su testimonio resulta esencial para entender cómo la saga Alvear logró mantener, generación tras generación, la conexión entre tradición y modernidad. Fue ella quien se preocupó de que el apellido quedara siempre vinculado a Montilla, de que la memoria de los que habían muerto en el naufragio de la Mercedes no se desvaneciera y de que el prestigio del vino de Montilla alcanzara el lugar que merecía.
En Vendimia Teatral, Sabina aparece como una voz femenina firme y adelantada, que habla de resiliencia, de fidelidad a sus raíces y de la capacidad de una mujer para influir en el devenir de toda una familia. Su inclusión en el relato teatral no es solo un gesto de justicia histórica, sino también un recordatorio de que, junto a marinos, bodegueros o capataces, las mujeres han tenido un papel determinante en la construcción de la identidad montillana.
Vendimia Teatral reserva otro lugar destacado a Gaspar Billanueva —o Villanueva, según la grafía de la época—, capataz de Bodegas Alvear en el primer tercio del siglo XIX. Nacido en Santiago de Compostela en 1759, acompañó a Diego de Alvear en su etapa americana y decidió seguirle después en su retiro de Montilla. Allí falleció el 26 de febrero de 1835, soltero y al servicio fiel de la familia.
El padrón municipal de 1829 lo sitúa como residente en la casa de los Alvear de la calle Juan Díaz —el actual Colegio La Asunción—, lo que confirma hasta qué punto formaba parte de la vida cotidiana de la saga. Francisco Alvear y Gómez de la Cortina, conde de la Cortina, dejó constancia en sus notas autobiográficas del valor de este hombre: “Vino Villanueva a Montilla y en Montilla murió al servicio de mi abuelo y sus hijos, con suma honradez e inteligencia, de tal modo que la bodega, aun cuando muy modesta, la dejó llena de excelentes caldos”.
Ese reconocimiento cristalizó en la creación de la marca CB, iniciales de “Capataz Billanueva”, que la familia adoptó en el siglo XIX como homenaje a su leal asistente. Una denominación que aún hoy distingue uno de los vinos más emblemáticos de Bodegas Alvear y que simboliza la huella imborrable de un hombre que supo aportar su conocimiento y su honradez al crecimiento de la bodega.
Los textos de Vendimia Teatral, escritos por Antonio Salas Tejada, Manuel Valle Romero, Ana Requena Muñoz y Antonio Varo Baena, bajo la coordinación de Juan Carlos Rubio, han conseguido dar forma a este relato que mezcla historia y tradición en torno a los vinos de la DOP Montilla-Moriles.
El elenco de actores, integrado por Manuel Valle Romero, Francisco Jurado Hidalgo, Virginia Azcutia Tenorio, Juan Bautista Delgado Chumilla, Paco Vílchez Rodríguez, Rafaela Algaba Sabariego y Luis Ramírez Domínguez, aporta cercanía y autenticidad a un proyecto que se completa con la colaboración de profesionales montillanos en aspectos tan importantes como el vestuario, la peluquería, el diseño escenográfico o el soporte técnico.
El entusiasmo del público ha superado las expectativas iniciales. Tal ha sido la acogida que Bodegas Alvear programó para mañana lunes, festivo local, cuatro nuevos pases, todos ellos agotados en apenas unos minutos. Por ello, la Fundación Alvear ya ha adelantado que la intención es repetir esta actividad cada año, coincidiendo con la Fiesta de la Vendimia, e ir incorporando nuevas escenas que sigan enriqueciendo el relato.
De este modo, en este 70.º aniversario de la Fiesta de la Vendimia Montilla-Moriles, Vendimia Teatral se ha convertido en un homenaje vivo al vino y a quienes lo han hecho posible a lo largo de tres siglos. Una experiencia que demuestra que la cultura y la historia, cuando se encuentran con el vino, son capaces de emocionar tanto como el aroma de las soleras centenarias de Bodegas Alvear.

En pleno corazón de la bodega en activo más antigua de Andalucía, y en el marco de la LXX Fiesta de la Vendimia Montilla-Moriles, la localidad de la Campiña Sur está viviendo un viaje inmersivo que combina patrimonio, historia y artes escénicas, y que ha conseguido agotar las entradas en todas sus representaciones.
Bajo la dirección del prestigioso dramaturgo montillano Juan Carlos Rubio, partiendo de la idea original y de la documentación aportada por Carmen Giménez Alvear, presidenta de la Fundación Alvear y colaboradora de Montilla Digital, la obra se ha concebido como una experiencia inmersiva de cincuenta minutos de duración, con un aforo de apenas veinticinco personas por pase.
Esa intimidad, sumada a la atmósfera única de Bodegas Alvear, convierte cada representación en un momento irrepetible. Y es que el público no solo asiste a una obra de microteatro: realmente, se adentra en un relato coral que recorre siglos de historia de la saga Alvear y de Montilla a través de seis escenas cargadas de emoción.

Charles Tovey: el inglés que descubrió Montilla
Las personas que han tenido la fortuna de conseguir una entrada se encuentran cara a cara con figuras que han marcado el devenir del vino de Montilla. Sin duda, uno de los momentos más llamativos llega con la presencia de Charles Tovey, comerciante inglés y cronista de vinos que en 1873 viajó a Montilla y quedó prendado de sus vinos.
Tovey, nacido en Bristol en 1812, había heredado el negocio familiar de importación de vinos y licores, y sus inquietudes culturales lo habían convertido en miembro de la Royal Historical Society y de la Archaeological Society. Su pasión lo llevó a recorrer Europa para catar vinos en origen, hasta que, en plena convulsión política española con la caída de Amadeo I de Saboya y la proclamación de la Primera República, desembarcó en Montilla.
Fue en ese momento cuando descubrió el amontillado, que no dudó en calificar comoe “el mejor vino del mundo”. Lo escribió en su célebre obra Wine and Wine Countries, publicada en 1861 y ampliada en 1877, en la que dedicó un capítulo completo a Montilla. Esa defensa pública, a contracorriente de las modas de la época, contribuyó de forma decisiva al prestigio internacional de los vinos del marco Montilla-Moriles.

Diego de Alvear: tragedia y legado
Otro de los pasajes de la representación recuerda la figura de Diego de Alvear y Ponce de León, nacido en Montilla en 1749 y convertido en marino, cartógrafo y explorador de fama internacional. Su vida resume la aventura y la tragedia de todo un siglo: desde su labor en el Río de la Plata, donde delimitó durante casi dos décadas las fronteras entre España y Portugal, hasta la catástrofe de 1804, cuando perdió a su esposa y a la mayoría de sus hijos en el hundimiento de la fragata 'Nuestra Señora de las Mercedes'.
El relato, dramatizado en el interior de la bodega, consigue transmitir no solo la magnitud de la pérdida personal, sino también la capacidad de resiliencia de un hombre que, tras sobrevivir como prisionero en Inglaterra, regresó para rehacer su vida junto a su segunda esposa, Luisa Rebecca Ward, y continuar la estirpe que hoy sigue ligada al vino y a la ciudad.

Sabina Alvear, la viajera ilustrada
Entre los personajes que emergen con fuerza en esta extraordinaria obra teatral destaca Sabina Alvear y Ward, hija de Diego y Luisa Rebecca. Su vida se presenta como símbolo de la uva Pedro Ximénez: intensa, luminosa y capaz de resistir el paso del tiempo. No en vano, fue una mujer adelantada a su época, con una sólida formación cultural y un carácter cosmopolita que la llevó a recorrer Europa en una etapa en la que viajar sola siendo mujer suponía un desafío enorme.
Esos viajes no fueron mero ocio: le sirvieron para estrechar lazos culturales, conocer de primera mano las tendencias del Viejo Continente y, sobre todo, proyectar la imagen de la familia Alvear más allá de Montilla. En París, Londres o Viena, Sabina Alvear y Ward defendía el apellido y los vinos de su tierra con la misma convicción con la que su padre había defendido la Isla de León del hostigamiento francés.
Su testimonio resulta esencial para entender cómo la saga Alvear logró mantener, generación tras generación, la conexión entre tradición y modernidad. Fue ella quien se preocupó de que el apellido quedara siempre vinculado a Montilla, de que la memoria de los que habían muerto en el naufragio de la Mercedes no se desvaneciera y de que el prestigio del vino de Montilla alcanzara el lugar que merecía.

En Vendimia Teatral, Sabina aparece como una voz femenina firme y adelantada, que habla de resiliencia, de fidelidad a sus raíces y de la capacidad de una mujer para influir en el devenir de toda una familia. Su inclusión en el relato teatral no es solo un gesto de justicia histórica, sino también un recordatorio de que, junto a marinos, bodegueros o capataces, las mujeres han tenido un papel determinante en la construcción de la identidad montillana.
Gaspar Billanueva, el capataz que dio nombre a un vino
Vendimia Teatral reserva otro lugar destacado a Gaspar Billanueva —o Villanueva, según la grafía de la época—, capataz de Bodegas Alvear en el primer tercio del siglo XIX. Nacido en Santiago de Compostela en 1759, acompañó a Diego de Alvear en su etapa americana y decidió seguirle después en su retiro de Montilla. Allí falleció el 26 de febrero de 1835, soltero y al servicio fiel de la familia.
El padrón municipal de 1829 lo sitúa como residente en la casa de los Alvear de la calle Juan Díaz —el actual Colegio La Asunción—, lo que confirma hasta qué punto formaba parte de la vida cotidiana de la saga. Francisco Alvear y Gómez de la Cortina, conde de la Cortina, dejó constancia en sus notas autobiográficas del valor de este hombre: “Vino Villanueva a Montilla y en Montilla murió al servicio de mi abuelo y sus hijos, con suma honradez e inteligencia, de tal modo que la bodega, aun cuando muy modesta, la dejó llena de excelentes caldos”.

Ese reconocimiento cristalizó en la creación de la marca CB, iniciales de “Capataz Billanueva”, que la familia adoptó en el siglo XIX como homenaje a su leal asistente. Una denominación que aún hoy distingue uno de los vinos más emblemáticos de Bodegas Alvear y que simboliza la huella imborrable de un hombre que supo aportar su conocimiento y su honradez al crecimiento de la bodega.
Un proyecto coral con sello montillano
Los textos de Vendimia Teatral, escritos por Antonio Salas Tejada, Manuel Valle Romero, Ana Requena Muñoz y Antonio Varo Baena, bajo la coordinación de Juan Carlos Rubio, han conseguido dar forma a este relato que mezcla historia y tradición en torno a los vinos de la DOP Montilla-Moriles.
El elenco de actores, integrado por Manuel Valle Romero, Francisco Jurado Hidalgo, Virginia Azcutia Tenorio, Juan Bautista Delgado Chumilla, Paco Vílchez Rodríguez, Rafaela Algaba Sabariego y Luis Ramírez Domínguez, aporta cercanía y autenticidad a un proyecto que se completa con la colaboración de profesionales montillanos en aspectos tan importantes como el vestuario, la peluquería, el diseño escenográfico o el soporte técnico.

El entusiasmo del público ha superado las expectativas iniciales. Tal ha sido la acogida que Bodegas Alvear programó para mañana lunes, festivo local, cuatro nuevos pases, todos ellos agotados en apenas unos minutos. Por ello, la Fundación Alvear ya ha adelantado que la intención es repetir esta actividad cada año, coincidiendo con la Fiesta de la Vendimia, e ir incorporando nuevas escenas que sigan enriqueciendo el relato.
De este modo, en este 70.º aniversario de la Fiesta de la Vendimia Montilla-Moriles, Vendimia Teatral se ha convertido en un homenaje vivo al vino y a quienes lo han hecho posible a lo largo de tres siglos. Una experiencia que demuestra que la cultura y la historia, cuando se encuentran con el vino, son capaces de emocionar tanto como el aroma de las soleras centenarias de Bodegas Alvear.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: AYUNTAMIENTO DE MONTILLA
FOTOGRAFÍA: AYUNTAMIENTO DE MONTILLA

