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HLA

FENACO



Mostrando entradas con la etiqueta Palabra de hereje [Rafael Soto]. Mostrar todas las entradas
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25 may 2023

  • 25.5.23
Las diferencias entre el sanchismo y la derecha política son tan reducidas que dificultan el argumentario de los populares. Resultaría obsceno que criticaran al Kennedy español por su autoritarismo cuando ellos mismos lo llevan en el ADN. Y, aun así, no deja de haber mononeuronales que lo hagan.


Resultaría extraño que los populares criticaran su absoluta falta de escrúpulos, tratándose de un partido que culpó a ETA de un atentado terrorista para que no le afectara en las elecciones. Y alguno hay… Gracioso, eso sí, es cómo los dos partidos mayoritarios se acusan de corrupción. Tanto, como hilarante que sus fieles discutan por quién ha robado menos. Mejor que llorar, ¿no? Los dos se acusan de mangonear a la Justicia, cuando tanto unos como otros han exclamado el tan nefasto “ahora nos toca a nosotros”.

Ha sido gracioso ver a Sánchez marcarse un ‘Anzar’, dándose golpes de pecho por su foto con Biden. ¿Alguien se imagina a Julio Anguita, último gran político de izquierdas, haciendo algo así? Fuimos muchos los que, durante el 15M, criticamos a los partidos mayoritarios al grito de “PSOE, PP, la misma mierda es”. Por desgracia, muchos progresistas de bote parecen haberlo olvidado. O peor, han necesitado creer que el sanchismo ha supuesto algún cambio real y para bien. Más bien lo contrario.

La manipulación obscena de los datos oficiales ya no nos escandaliza, y vemos con naturalidad que se usen las instituciones del Estado para hacer campaña o el abuso en el uso de la publicidad institucional para manipular a los medios de comunicación. Todo vale. Todo.

Quizá por eso, el único argumento válido que les queda son los socios de cada uno. La extrema derecha resulta rancia, paleta y peligrosa, pero es leal al Estado por definición —o debería de serlo—. Por el contrario, los pactos con los supremacistas vascos, con su tufo etarra, y catalanes, traidores al Estado desde el punto de vista en que se mire, y con orgullo, resultan de muy difícil justificación, tanto desde un punto de vista ideológico como práctico.

Casi tanto como los acuerdos con la sopa de letras de la extrema izquierda. Ya no hay auténtica argumentación ideológica que sostenga tanto chiringuito particular. Vemos a una integrante del Partido Comunista sumando en un proyecto al que, más allá de la palabrería, no se le encuentra una sola diferencia de calado con el proyecto de Podemos.

Un Podemos que cada día ofrece una excentricidad diferente. Todo esto, por no hablar de un Más País que es como Ayuso y la Mahou —solo gustan en Madrid, pero los tenemos en todas partes—, y al que tampoco se le encuentran diferencias ideológicas de calado con respecto a la vieja Izquierda Unida.

Solo los niños tienen las manos limpias, no cabe duda. Sin embargo, siento cierta aversión contra lo caricaturesco, en especial, por su carácter grotesco. Y no cabe duda de que ver al presidente del Gobierno de España prometiendo entradas de cine a dos euros es grotesco de narices.

No sé de dónde saldrá el dinero con que pagarán tanta promesa electoral —si es que no tiene trampa— y, sobre todo, lo que harán cuando se jueguen el pellejo en las generales. Quizá le impongan una tasa a la respiración o un impuesto verde a la cerveza. A saber la tontuna con las que nos salen ahora. Solo hay algo seguro: gobiernen unos u otros, el que va a pagar sus imbecilidades es usted.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

11 may 2023

  • 11.5.23
Observo una pseudoacacia desde la ventana de mi estudio. Rondan las once de la mañana y, aunque trabajo en el turno de tarde, lo cierto es que ya llevo bastante adelantado: tareas domésticas, lecturas, etcétera. Ya hace meses que el árbol se engalanó con hojas verdes y con racimos de flores de color crema. En este entorno, una pareja de urracas instaló su nido, cuya construcción tuve el privilegio de contemplar desde la distancia.


Rama en pico, las aves montaron su vivienda sin que se les pidiera tasa alguna. Por su parte, las tórtolas engulleron las flores con la misma voracidad con la que la tierra absorbe el agua brindada por el cielo. Por suerte, la naturaleza no entiende de impuestos indirectos, y los animales pueden disfrutar de este ecosistema urbano, sí, pero donde la vida sabe abrirse paso sin miedo a Hacienda.

Reconozco que asomarme a la ventana era una oportunidad de reposo, que derramaba sobre mi memoria, siempre frágil, los manidos versos de Fray Luis de León: “Vivir quiero conmigo, / gozar quiero del bien que debo al cielo, / a solas sin testigo / libre de amor, de celo, / de odio, de esperanzas, de recelo”.

La naturaleza siguió su curso en el nido, regalando al mundo nuevas aves que, quizá, acaben recorriendo la ciudad para recordarnos que no podemos vivir ajenos a la vida. Las hojas del árbol disfrutan del sol de las mañanas y las flores han compartido el destino de todo lo bello, que es desaparecer sin dejar rastro.

Por desgracia, un alcalde ha decidido montarme una obra a pocos metros del árbol. Un espacio público que, si no fuera por un accidente en Semana Santa, hubiera estado listo para antes de las elecciones. Y como buen político postmoderno –llamémoslo así, por no llamarlo de otra manera–, ni siquiera hoy sabe explicar para qué va a servir este lugar, más allá de un par de balbuceos preparados por su gabinete de comunicación. Hasta los sábados llegaron a trabajar los obreros…

Cada vez tengo menos pájaros a la vista y el ruido ha llegado a afectar a los nervios de algún vecino, que ha gritado desde su ventana a unos señores que no tienen culpa ni posibilidad alguna de escucharlos con tanta maquinaria en marcha.

Me esfuerzo en mantener la serenidad. No es un día demasiado ruidoso, dentro de lo que cabe. Escribo en mi cuaderno de notas mientras que, detrás de la ventana, el árbol me observa agazapado. Con el bolígrafo azul en la mano, busco alguna cita ingeniosa para lamentar mi paz frustrada. Sin embargo, no hay Bukowski para tanto hijo de puta suelto. Así que me conformo con una queja mediocre y sigo escribiendo unas reflexiones que, quizá, nunca lleguen a nadie. Y mejor que así sea.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

27 abr 2023

  • 27.4.23
Nunca se ha leído tanto ni, aunque resulte paradójico, ha habido tanto desprecio a la cultura. Por suerte, las bibliotecas siguen constantes en su labor de fomento de la lectura. De acuerdo con los datos ofrecidos por la Federación de Gremios de Editores de España, el número de personas que lee por ocio ha aumentado un 5,7 por ciento en nuestro país en la última década. Solo un tercio de la población prescinde del placer de la lectura.


Por desgracia, Andalucía sigue estando entre las regiones con peores índices. La población lectora se encuentra un 5,1 por ciento por detrás de la media, si bien ha aumentado un 4,6 por ciento en la última década.

Hay razones para estar contentos, a pesar de todo: jamás se ha leído tanto. Aunque es cierto que ha habido tanta preocupación por que la gente leyera que nadie ha hecho mucha incidencia en el tipo de libros que lee o en la actitud que se mantiene hacia el mundo editorial.

Este sector es el único negocio bien visto en este país, y siempre y cuando no se gane mucho dinero. Quizá, porque hay para quien aunar las palabras ‘dinero’ y ‘cultura’ es un acto de mal gusto.

Lo que más me inquieta es el creciente desprecio, explícito o implícito, que genera la cultura. Un ejemplo: las redes sociales están llenas de jóvenes –y no tan jóvenes– que desprecian de manera abierta la lectura. Hay quien, incluso, ofrece consejos para salir del paso en trabajos académicos o escolares a través del uso de la inteligencia artificial. Vivimos sumergidos en la cultura del éxito a la española: todos quieren reconocimiento sin esfuerzo.

Por desgracia, hay quien considera que la cultura es una pérdida de tiempo. Esta semana se ha entregado el Premio Cervantes en Alcalá de Henares, máximo galardón de la lengua castellana. Y, sin embargo, otro año más, el presidente del Gobierno ha considerado que era buen día para descansar. De hecho, su agenda institucional estaba libre ese día. De Atocha a Alcalá de Henares se tardan cuarenta minutos en Cercanías. Imaginémonos en coche gubernamental…

Por suerte, existe el Día del Libro para fomentar la lectura –y, con ella, otras manifestaciones culturales–, sin dependencias políticas. Un día que, bien es cierto, corre el peligro de entrar en la categoría de los sanvalentines. Para evitarlo, y sin que esto reste un ápice de importancia a la gran labor de las librerías, quisiera poner en valor el trabajo de las bibliotecas públicas.

Da igual la fecha, los cuentacuentos y los clubes de lectura son, entre otras actividades de extensión bibliotecaria, instrumentos de fomento de la lectura imprescindibles para animar a leer a personas de todas las edades y al intercambio libre de ideas y conocimientos. Casi todas las zonas rurales cuentan con una biblioteca y, donde no llegan los mostradores, suelen llegar los bibliobuses.

Ahora que tanto gusta hablar de igualdad, quisiéramos destacar que las bibliotecas son las instituciones que más fomentan la justicia social y el trato igualitario. Da igual si eres rico o pobre, todo el mundo puede solicitar un carné y llevarse ejemplares en préstamo: un libro, una película, un cómic… Incluso suelen ofrecer la lectura gratuita de prensa dentro de sus instalaciones.

Las bibliotecas públicas garantizan el acceso de todos a la cultura. Quizá, puede ser buen momento para que algún político o ‘polítique’ las visite.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

13 abr 2023

  • 13.4.23
Es inevitable que llegue un mal día y te dé por tomarte un par de whiskeys en el local de siempre, sin los de siempre. Remueves esos cubitos de hielo que casi siempre están de más en la copa y haces como si los observaras cuando, casi siempre, la mente se encuentra ocupada en lamentar las ocasiones perdidas de siempre.


Con la política ocurre algo parecido. Hay momentos históricos que permiten ciertos debates que, cuando no se tratan de manera adecuada, se convierten en ocasiones perdidas. Lo de siempre. Una de esas oportunidades llegó en 2018. Fuera por error o buena fe, la aprobación de un sindicato de trabajadoras sexuales pudo ser un reto para un gobierno que se autodenominó ‘feminista’ desde antes de gobernar.

El debate entre las posturas abolicionistas y regulacionistas no se produjo ni en el Congreso ni en la calle. Se buscó una cabeza de turco –en este caso, la directora general de Trabajo, Concepción Pascual– y ambas ‘almas’ del gobierno dictaminaron que el feminismo debía ser abolicionista, so pena de excomunión para los herejes. Lo de siempre.

Otra de esas difíciles oportunidades históricas llegó con la covid-19. Los fondos europeos y la extraordinaria inversión pública española podrían haber permitido un debate sobre el modelo económico español, demasiado ensimismado en sectores precarios como el turismo o el ladrillo. Sin embargo, en plena dicotomía progre-facha, ninguno de los dos partidos del Régimen del 78 mostró interés alguno en debatir la cuestión. Oportunidad perdida, otra vez y como siempre.

Sí reconozco que haya habido un debate. Debate que, por lo demás, no entendió la mayor parte de la población: la denominada ‘ley trans’. El conflicto dentro del feminismo fue atroz y deterioró a toda una ministra como fue Carmen Calvo. Y para un debate que hubo, lo cierto es que la mayor parte de la población quedó ajena al mismo. Entre otras cosas, porque no entendía sus implicaciones y se sorprendía con sus consecuencias más extremas. Obra y gracia de los partidos, pero también de una prensa que parecía titubear ante una cuestión tan delicada. Nadie quería ser ‘cancelado’. Al final, se aprobó por obra y gracia de la disciplina de partido. Lo de siempre.

La última oportunidad perdida ha sido la cuestión de la gestación subrogada. Admito en público y por escrito que es una cuestión en la que me es muy difícil posicionarme. Sobre todo, porque es una cuestión que no se puede reducir a una simple venta de niños y, menos todavía, al símil de la esclavitud (Puig dixit). Cuestión complejísima que ha sido reducida a un posicionamiento partidista y reaccionario, como suele ocurrir siempre con esta izquierda de bote.

No tengo whiskey en la mesa, ni tampoco agua. Estoy frente a un documento Word que tengo que rellenar con lo que reflexiono y, como suele ocurrir cuando pienso en la realidad político-social, me invade la melancolía. Me entristece pensar en las oportunidades perdidas y en los imbéciles de turno. Quizá, lo más triste es que la estupidez y la crueldad siempre ganen. Casi siempre. Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

30 mar 2023

  • 30.3.23
El pasado martes 28 de marzo se presentaron los resultados del proyecto Historia Crítica del Periodismo Andaluz (HI[C]PAN) en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. En ella, tuve el honor de ofrecer un breve resumen de mi capítulo En los orígenes del Periodismo Andaluz. El gaceterismo en el Siglo de Oro, dentro del libro colectivo Historia Crítica del Periodismo Andaluz: Trayectorias y Memorias para una relectura desde la periferia (siglos XVI-XX) (2023), editado por María Eugenia Gutiérrez Jiménez.


El objetivo de esta jornada era transmitir los resultados del esfuerzo de diferentes investigadores andaluces para reconstruir la Historia del Periodismo de nuestra región desde una perspectiva crítica y periférica. En lo que a mí respecta, quisiera ofrecer aquí un breve resumen del citado capítulo, en tanto que considero que puede ser interesante para reconstruir nuestra Historia.

El Periodismo surge en Europa en el siglo XV, y se consolidará en los siglos XVI y XVII. Durante este período, se desarrolla una red de intercambio informativo en el que se integrarán, que sepamos, al menos nueve nodos informativos andaluces hasta 1629.

Durante todo este período, Andalucía se constituyó como la región informativa más activa de la Península Ibérica. Ni en Portugal, ni en el resto de Castilla, ni en los territorios del Reino de Aragón hubo un desarrollo regional con tales dimensiones.

La información impresa se transmitía en verso y en prosa, redactada por auténticos artesanos de la palabra –si es que los periodistas han dejado de serlo alguna vez–, que solían quedar en el anonimato. Unos redactores que ofrecieron información de actualidad difundida a través de diferentes prácticas de lectura colectiva.

Sevilla fue el nodo más productivo de Castilla hasta la década de 1590, y mantuvo un rol relevante hasta el final del período. Es en la Ciudad del Betis donde se publica la primera publicación informativa de la que tengo constancia hacia 1497. Como es común en el período, el título del texto es larguísimo. Modernizamos el texto para facilitar su lectura:

Obra hecha por Hernando Vázquez de Tapia, escribiendo en suma algo de las fiestas y recibimiento que se hicieron al tiempo que la muy esclarecida y excelente princesa nuestra señora doña Margarita de Flandes hija del emperador Maximiliano desembarcó en la villa de Santander, y así mismo de cómo fue festejada del señor condestable de Castilla, y de cómo vinieron el rey, y príncipe nuestros señores a su alteza, y de como el reverendísimo señor patriarca en un lugar que se dice Villasevil tomo las manos al príncipe y princesa nuestros señores, y de cómo llegaron todos juntamente sábado de Ramos (19 de marzo de 1497) a la ciudad de Burgos adonde los príncipes nuestros señores fueron suntuosamente recibidos, &. Sevilla, Meinardo Ungut y Estanislao Polono, [c. 1497].

Hay quien considera que hubo textos anteriores, y quizá sea así. Un error común es datar en la década de 1470 la siguiente publicación postincunable (o sea, posterior a 1499 y anterior a 1521), que autores como Julián Martín Abad o Alexander Wilkinson datan hacia 1508:

Tratado en que se contiene el recibimiento que en Sevilla se hizo al rey don Fernando, en el cual se contienen los rótulos de los aros triunfales y todas las invenciones que sacaron las iglesias y la ciudad. Sevilla, Jacobo Cromberger, [c. 1508].

En cualquier caso, aquí comienza el primer período del gaceterismo o primer periodismo andaluz. Este período se caracterizará por la rápida consolidación del verso, como consecuencia de su carácter folclórico y popular. Asimismo, la información tendrá en numerosas ocasiones un fuerte componente propagandístico, e informará sobre hechos acontecidos en la Corte. Aunque no siempre, como evidencia la primera muestra de periodismo de sucesos conservado (disponible aquí):

Coplas hechas sobre un caso acontecido en Jerez de la Frontera de un hombre que mató veinte y dos personas a traición. [Sevilla], [Jacobo Cromberger], [c. 1515].

Un segundo período lo ubicamos entre 1530 y la década de 1550. Surge en Sevilla el primer impresor especializado en obras menores o ‘menudencia’, Bartolomé Pérez. Este naipero será el primero en aplicar diferentes prácticas informativas que hoy nos parecen normales, como el uso de imágenes elaboradas de manera expresa para ilustrar una noticia o la utilización de mapas sencillos para mostrar avances militares.

Por otro lado, como herencia de la retórica epistolar, se consolidan dos familias de publicaciones en prosa. Por un lado, textos monotemáticos que ofrecían en detalle un acontecimiento. Por otro, publicaciones politemáticas que ofrecían compilaciones de diferentes noticias y avisos. Esta familia es muy importante porque reflejará noticias de diferentes nodos del sistema de intercambio de información europeo y, además, será la familia de la que provendrá la gaceta, último antecedente del periódico. Con mucha probabilidad, la primera publicación politemática andaluza es la siguiente:

Nuevas de Italia venidas de Bolonia a Madrid, sábado 15. de enero año de Mil y quinientos y treinta, después de Pascua, que las trajo un criado del conde de Oropesa, las escribió el mayordomo mayor de su Majestad a la señora doña Inés Manrique. Sevilla, Bartolomé Pérez, 1530.

En la década de 1550 aparecen nuevos nodos andaluces. En especial, en el Oriente andaluz. Granada ya cuenta con imprenta mucho antes de esta década. Sin embargo, ya sea por retraso o por pérdida de lo publicado, no encontramos publicaciones informativas de este nodo hasta mediados del siglo XVI. Antequera y Baeza también tendrán su relevancia por estas fechas, aunque la mayor parte de las publicaciones de este período se ha perdido. Por otro lado, Córdoba se incorpora a través de la publicación de diferentes textos.

Así, llegamos al final del siglo XVI con una situación económica muy compleja, empeorada por la consolidación de Madrid como capital y gran nodo informativo de la Península. Se produce una situación de hipercompetitividad que obligará a varios impresores a buscar nuevos mercados. También se experimentará, encontrándonos así con un primer intento de serialidad por parte del impresor Rodrigo de Cabrera.

En este cuarto período del gaceterismo andaluz, diferentes impresores sevillanos imprimirán en la provincia de Cádiz, destacando Fernando Rey –Hernando en algunas fuentes–, primer impresor oficial de Jerez de la Frontera y principal referencia de la Provincia. También vemos la consolidación como imprentas informativas de Córdoba, Baeza y Antequera.

Por último, en 1618 comienza la Guerra de los Treinta Años y se produce una explosión informativa en toda Europa. Se multiplican las publicaciones, aumenta el número de imprentas y se empieza a desarrollar la periodicidad.

En poco tiempo aparecen las imprentas de Málaga y Montilla, que imprimirán información desde el primer momento y con una importante difusión. También nos encontraremos las luminarias del Periodismo Andaluz y del Periodismo Español. Juan Serrano de Vargas imprimirá y redactará información en Sevilla y Málaga, ofreciéndonos la primera gaceta española (disponible aquí):

Gaceta romana, y relación general, de avisos de todos los reinos y provincias del mundo. Sevilla, Juan Serrano de Vargas, 1618.

Surgirán grandes editores de noticias como Juan René o Juan de Cabrera. También el primer periodista estrella, Andrés Almansa y Mendoza. Luminarias que dejarían a Andalucía como cabeza de lanza del Periodismo en Castilla, a pesar de la mayor productividad del nodo madrileño.

Así, llegamos al año 1629 con, al menos, nueve nodos informativos a los que se les sumarían Écija y Marchena, entre otras localidades, en muy poco tiempo. Un desarrollo regional único en toda la Península Ibérica que es desconocido incluso por numerosos especialistas.

En la década de 1630 comenzará la decadencia de ese primer periodismo andaluz en beneficio del relato impuesto desde la Corte. Sin embargo, todavía tendrá relatos locales que ofrecer durante varias décadas, dejando numerosas publicaciones periódicas y eventuales.

Cierro aquí con la pena de no poder desarrollar más esta cuestión. En cualquier caso, invito a todos a consultar el citado libro que, en mi opinión, es un hito en la reconstrucción de la Historia del Periodismo desarrollado en Andalucía.

RAFAEL SOTO

16 mar 2023

  • 16.3.23
Manuel cuenta con tres despertadores. El primero es la radio, que suena a las 05:30 para sugerir que, quizá, podría irle bien despertarse. A las 05:35 suena la alarma de verdad en el móvil para indicarle que no tiene derecho a dormir más. Por último, existe una tercera advertencia que resulta, casi, una amenaza: una aplicación que suena a las 05:40 y que obliga a escanear un código de barras determinado para dejar de sonar.


Por suerte, la amenaza casi nunca llega a cumplirse porque el interesado se levanta a su hora y la desconecta antes de tiempo. Tras un breve remoloneo con su mujer entre las sábanas, Manuel comienza su ritual matutino. Los preliminares consisten en dirigirse al baño, asearse y enfundarse la ropa de calle. Ana, su mujer, hace lo mismo y a otro ritmo, lo que facilita la convivencia matrimonial.

Como todos los días, Manuel consulta si tiene mensajes en el móvil, abre la aplicación de marras y escucha las noticias de la mañana. Antes de desayunar, mientras que su mujer está cerrando sus propios asuntos, aprovecha para poner el lavavajillas con el sonido de la información de fondo.

Entre noticia y noticia, Manuel aprovecha para pensar en sus complicaciones cotidianas. En especial, en un gilipollas del trabajo que lo saca de quicio. Y lo que es peor: parece que es mutuo. El tipo es uno de esos que van por la vida como si no hubieran roto un plato. Manuel recordaba las palabras de su madre: “Del agua mansa líbreme Dios, que de la brava me libraré yo”. No sabe cómo actuar.

Mientras que Manuel se ocupaba en estos pensamientos, el lavavajillas iba llenándose de platos y la cocina de malas noticias. Ahora no sé qué de unos bancos estadounidenses en bancarrota. El hombre deja de darle vueltas a la cabeza y se para a pensar en lo de los bancos. Decide hacer como si nada y sigue a lo suyo. Hacía días que hablaban del asunto.

¿Qué debía de hacer con el capullo? Quizá, lo mejor sería dejar que se caiga él solo con todo el equipo. ¿Para qué meterse en problemas? Las palabras mínimas y ya está. Los tontos acaban cayendo por sí mismos. La locución continúa: nuevas leyes progresistas que nos devuelven al Medievo, nuevos impuestos y los criminales de siempre en la calle, con corbata o sin ella…

Manuel ha terminado de poner el lavavajillas y, tras lavarse las manos, concluye que ha llegado la hora del momento más feliz de la mañana: el desayuno. Dos cafés manchados y dos tostadas con aceite y aguacate. Y el vasito de agua para cada uno, por supuesto.

El olor del café siempre le produce un inmenso placer, así como la textura de una tostada calentita bien hecha. Ana llega justo a tiempo para escuchar cómo el podcast insiste en el problema de los bancos estadounidenses. “¿Y si es cosa seria?”, consulta con su marido mientras que se sienta en la mesita de la cocina.

Lo cierto es que Manuel había leído sobre el tema el día anterior y los expertos de sus medios de comunicación de referencia lo habían tranquilizado. Así se lo reconoce a su mujer, aunque sigue poco convencida: “Hablamos de los mismos que dijeron que lo de la Crisis era mentira, que la covid-19 era cosa de fachas, que la reforma eléctrica nos beneficiaría a todos y que la Tercera Guerra Mundial era inminente”.

La tostada no evita el mal cuerpo. Muy temprano para esas profundidades. Manuel toma un sorbo de café y centra todos sus esfuerzos en salvar la cuestión lo mejor posible. “Lo más probable es que no sea nada. Sin embargo, ¿y si de verdad pasara algo? ¿Podría cambiarlo? ¿Podemos prever algo, más allá de sacar el dinero del banco?”, insiste Manuel sin demasiado convencimiento.

Están hartos de la situación, cada año algo nuevo: se sienten impotentes. Lo peor es la sensación de que no tienen control alguno sobre sus vidas. Todo lo contrario: son esclavos de un sistema que los explota y que los hace cómplices. Lo saben, y no pueden hacer nada para evitarlo.

Ana agacha la cabeza y retoma el café: “Que sea lo que tenga que ser”. Ambos se terminan el desayuno mientras que piensan en sus cosas. Cada uno en silencio, como parte del ritual diario que precede al trabajo. Tienen por delante un día que se les hará muy largo.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

2 mar 2023

  • 2.3.23
La Guerra Civil es una de las cuestiones más controvertidas, si no la que más, en la Historia de España. Tanto, que todavía andamos colgando con sus difuntos en conflicto o después del mismo. Sabemos que no todos tuvieron el mismo valor entonces, ni tampoco parece que lo tengan ahora.


La fosa común de Pico Reja, en el cementerio hispalense de San Fernando, es una de las más grandes de España y su reciente exhumación es la más ambiciosa que se ha llevado a cabo en todo el país. Más de 1.700 personas exhumadas, lo que la hace la fosa común abierta más grande de Europa desde Srebrenica, en Bosnia Herzegovina.

El acto que cerró la exhumación se celebró con solemnidad con la presencia del alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz Martínez. Se echó en falta al presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, que envió en su lugar al viceconsejero de Turismo y Cultura, Víctor González. Una torpeza de difícil justificación, no cabe duda.

Como dato relevante, habría que señalar que los responsables esperaban encontrar en Pico Reja a alrededor de 1.103 personas, casi 600 personas menos, lo que da una idea de la magnitud de la tragedia. Solo en Andalucía, de acuerdo con datos oficiales, hay un total de 709 fosas, donde se cree que pueden encontrarse 45.569 víctimas del franquismo. De ellas, solo 359 han sido exhumadas, dignificadas o ambas, lo que representa un total de 23.938 personas.

Si atendemos a estos datos, rechina la actitud de la prensa generalista. No hace tanto, se produjo la exhumación de Queipo de Llano y otros franquistas que descansaban en la Macarena. La finalidad de esta acción no fue otra que esconder las vergüenzas del Ministerio del Interior en relación a la Comisaría del Polígono Sur de Sevilla –ya expresamos nuestra postura al respecto aquí–, y fue un escándalo mayúsculo. Al finalizar el proceso, todos pudimos conocer detalles como dónde se había incinerado Queipo y hasta quién pagó la factura.

Sin embargo, una deuda pendiente tan relevante como el de Pico Reja ha pasado casi inadvertida para la agenda informativa nacional. Un hecho así apenas ha ocupado un lugar discreto en los medios, si es que ha tenido alguno. Una contradicción, sin duda: se le ha dado menos publicidad a más de 1.700 personas ejecutadas que al responsable de las ejecuciones.

Hay quien disfruta más arreando que reparando. Es más fácil y da más rédito político. En un momento en el que los ejecutores están bajo tierra, la única auténtica deuda que tenemos con el pasado es la exhumación y dignificación de las víctimas del franquismo. Lo demás es palabrería y rédito político. Y, sin embargo, esta cuestión ha demostrado ser irrelevante para nuestros dirigentes –con independencia del color político– y, por ende, para sus medios de comunicación afines.

Es lamentable que el presidente de la Junta de Andalucía no se presentara al acto de Pico Reja, así como la escasa cobertura recibida por los medios de comunicación generalistas. Quizá, porque la Memoria Histórica solo conviene cuando renta.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

16 feb 2023

  • 16.2.23
Manuel García Fernández intervino en el congreso como investigador de la Universidad de Macondo. Sus palabras fueron escuchadas con atención por los miembros de un público ávido de novedades hasta que, llegado el momento, aprovecharon un descanso para dirigirse a la cafetería de la Facultad.


Manuel observó a su alrededor encantado. Habían asistido los mayores sabios de su campo, y había alguna investigadora de buen ver… Quizá una oportunidad para rehacer su vida, tras un divorcio mal llevado. Pero bueno, eso habría que verlo. Lo primero era tomar asiento y conversar con sus colegas.

El investigador de la Universidad de Macondo tomó asiento en una mesa poblada de rostros serios y se dirigió a ellos con naturalidad. Sin embargo, para su sorpresa, ignoraron sus palabras. “Son británicos, sin duda alguna”, se dijo. Así que empezó a dirigirse a ellos en inglés. En esta ocasión, los doctos investigadores le dirigieron una mirada de desprecio y continuaron hablando como si no hubiera pasado nada. “¡Oigan! ¡Les estoy hablando! I’m talking with you!”, gritó. Desde otra mesa, un académico enchaquetado agarró una pieza de pan y se lo tiró al rostro.

Los niñatos se reían a carcajadas. El conocido como el ‘loco del parque’ se retorcía de dolor mientras gritaba palabras en inglés al aire. Un señor con una enfermedad mental que le impedía tener una vida normal.

Manuel García Fernández es un personaje ficticio, investigador de la también ficticia Universidad de Macondo –patria de los enfermos mentales y de los amantes de la literatura de Gabriel García Márquez–, y vive sin más techo que el cielo. Sin embargo, no hace falta tirar de imaginación. Les invito a que salgan a la calle y observen las vías públicas, las estaciones y, en especial, los parques. Encontrarán otras personas sin hogar y con importantes problemas de salud mental sin apoyo social alguno.

De acuerdo con el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental, la esquizofrenia es uno de los trastornos mentales más graves y que causa mayor grado de discapacidad, coste económico y sufrimiento individual y familiar. Una enfermedad que afecta aproximadamente a 400.000 españoles, según la institución.

Sin embargo, no hace falta referirse a enfermedades tan graves para tratar la cuestión de la salud mental. Piense en su entorno. Estoy convencido de que convive o, al menos, tiene una persona cercana que padece una tristeza que no se va, ansiedad o que está quemada con su trabajo o una oposición. Son los males de nuestro tiempo, en un momento en que somos dependientes de psicópatas y tiranos, y en el que la productividad y la formación nunca son suficientes. ¡Autoexigencia continua!

Sí, es cierto. Pocas cosas dan más salud mental que un trabajo digno y un salario decente. Sin embargo, quizá le dé a usted por dirigirse a su cuarto de baño y, mirándose al espejo, encuentre a una persona con un problema de salud mental, por leve que sea. Si es así, le invito a que se ponga en contacto con un profesional lo antes posible. No es ninguna debilidad.

El pasado fin de semana hubo una serie de manifestaciones –en exceso politizadas, como siempre–, en las que se defendió una salud pública de calidad. Una salud pública que también incluyera la salud mental. En concreto, para que pueda usted ir a su médico de cabecera a contarle su problema y que, desde allí, pueda enviarle a un especialista, con un tratamiento efectivo, a tiempo y gratuito.

Estaremos de acuerdo con que, en un momento en el que la tasa de suicidios está en máximos, es necesario derivar más recursos que nunca a la sanidad pública y a la atención de la salud mental en todos los niveles.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

2 feb 2023

  • 2.2.23
Desde la navaja de Un perro andaluz (1929) hasta la última explosión en Ese oscuro objeto del deseo (1977), el genial Luis Buñuel (1900-1983) se integró con orgullo en el movimiento surrealista. Una corriente artística que, en tiempos de cambio, defendía la provocación y el compromiso político como modo de vida.


El pope de este movimiento fue el polémico André Breton (1896-1966), autor del Manifiesto Surrealista (1924) y de sus posteriores revisiones. Combatió contra todos y contra todo, con mayor o menor acierto. Se alineó con los movimientos comunistas de la época, y acabó tarifando con los mismos: “La ruptura definitiva se explica finalmente si se piensa que el marxismo pedía la sumisión de lo irracional, mientras que los surrealistas se habían levantado para defender lo irracional hasta la muerte”, analizaría Albert Camus (1913-1960) en El hombre rebelde (1951).

Rondaría los 59 años cuando este hombre enérgico y abierto a la controversia se reencontraría con su amigo Buñuel en 1955. Como él mismo menciona en su autobiografía Mi último suspiro (1982), Breton se le apareció “con una expresión de profunda tristeza y desamparo”. Su lamento: el escándalo ya no era posible.

Esta idea me resulta interesante. El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua ofrece hasta cinco acepciones para la palabra “escándalo”, y todas son negativas. Me quedo con la segunda: “Hecho o dicho considerados inmorales o condenables y que causan indignación y gran impacto públicos”.

Para que algo sea escandaloso tiene que ser inmoral o condenable. Esta apreciación tiene que ser compartida por un sector mayoritario de la sociedad y, teniendo en cuenta lo resabiados que estamos, tiene que ser una línea roja muy clara y unánime. Por otro lado, debe causar indignación pública. Un requisito de fácil cumplimiento en estos tiempos.

Por último, tiene que generar un “gran impacto público”. Volviendo a tirar de diccionario, “un golpe emocional producido por un acontecimiento o una noticia desconcertantes” que debe ser público y de enorme intensidad.

No creo que tuviera las mismas razones. Sin embargo, tras este breve análisis, he llegado a la conclusión de que el lamento de Breton mantiene toda su vigencia. Tenemos el estómago demasiado acostumbrado a las digestiones pesadas. Nada hay ya sagrado.

¿Un productor es acusado de abusar de una actriz? Te indignas, pero no tiene gran impacto. Entre el movimiento #Metoo y películas como Nina Wu (2019), la ciudadanía se ha acostumbrado a este tipo de barbaridades. Esa noticia es enterrada por otra al día siguiente.

¿Una estudiante la grita verdades a la cara a su rector y a la presidenta de la Comunidad de Madrid? Más allá de las formas que, por supuesto, no compartimos, lo cierto es que no ha escandalizado a nadie. Nos hemos acostumbrado a energúmenos gritando a todas horas, con razón o sin ella. Mañana le tocará a otro.

¿Se produce un asesinato por motivaciones religiosas en Algeciras? Te indignas, te inquietas incluso. Sin embargo, el impacto público se relativiza tras tanto atentado yihadista. Y en cuanto a los comentarios absurdos de los líderes del Partido Popular sobre el asunto... a eso también estamos habituados.

Ni las informaciones aberrantes que nos están llegando sobre el Rey Emérito y su nieto Felipe Juan Froilán en Abu Dabi nos impactan. Sabemos que habrá más. Para que un hecho tenga “gran impacto público” tiene que haber poca costumbre de que ocurra o, al menos, debe de causar extrañeza. Y, por desgracia, estamos tan curados de espanto que ya es casi imposible escandalizarnos.

Parece que hoy nada es más provocador y revolucionario que la moderación y la sobriedad. Seamos revolucionarios, pues, aunque solo sea por estética.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

19 ene 2023

  • 19.1.23



La çemana paçá tube conoçimiento de que er çîttema de trâccrîççión del andalûh ‘EPA’ çe ençeña en Berlín. Êh argo poco conoçío y creo que bale la pena tratâh el açunto. Como bien êh çabío, el andalûh êh un dialêtto der câtteyano que, cá bêh, gana mâh independençia çobre el êppañôh êttándâ. Aunque no puedo açêttâh la idea de que el andalûh çea un idioma, puêtto que no êççîtten diferençiâ gramaticalê çeriâ, çí êh çierto que me pareçe intereçante la búqqueda de un êttándâ pa la trâccrîççión der dialêtto.

‘Escribe bien. Escribe en andaluz’. Fotografía tomada en 2019 en los alrededores de la estación de Santa Justa, Sevilla

La primera pregunta que puede çurjîh ar lêttôh êççéttico êh çi êh neçeçaria. Lo çierto êh que no çon pocô lô autorê que an intentao trâccribîh er dialêtto andalûh. En êppeçiâh, en lô êttilô dirêttô. Por tanto, no me pareçe una barbaridá la búqqueda de un êttándâ de trâccrîççión.

Er çegundo planteamiento raçonable çería que reçurta impoçible agrupâh toâ lâ ablâ andaluçâ en un çolo çîttema de trâccrîççión. Dêdde çierto punto de bîtta, çe podría pençâh que la gran flêççibilidá del êttándâ propuêtto y çû benefiçiô çuperan lô poçiblê defêttô. Por otro lao, combiene recordâh que el eûkkera âttuâh no êh mâh que la fuçión de diferentê bariantê. Çi pa eyô no fue un problema unificâh dialêttô pa elaborâh un idioma artifiçiâh, no beo raçón pa que noçotrô no fuçionemô ablâ pa trâccribîh un dialêtto.

Un çerio intento de propuêtta fue la publicaçión de Er Prinzipito por Juan Porrâ çobre 2017. Dêdde mi punto de bîtta, el autôh fue demaçiao lejô, puêtto que pretendió açêh paçâh por andalûh errorê gramaticalê y de êppreçión comunê. En cuarquiêh caço, fue un anteçedente intereçante y polémico.

‘No es lo mismo “iyo” que “iyo iyo iyo”’. Fotografía tomada en 2022 en el Polígono de San Pablo de Sevilla

Dêppuêh bino la propuêtta EPA en 2018, dîpponible aquí, que pareçe la mâh çeria realiçá âtta êtte momento. Êççîtte, incluço, un trâccrîttôh, dîpponible aquí, y que a çido la baçe de êtta colûnna, çarbo unâ pocâ modificaçionê.

Quiçá, el radicalîmmo y poçiçionamiento político de argunô de çû prinçipalê promotorê –çobretó, AndaluGeeks– a exao a mâh de uno pa atrâh a la ora de abordâh êtta propuêtta. Çin embargo, mâh ayá de lâ ideâ políticâ de muxô de çû defençorê, me pareçe intereçante er conoçimiento y difuçión de êtta propuêtta.

‘¡Vivan las señoras del barrio!’. Fotografía tomada en 2022 en la Plaza de la Toná de Sevilla.

Una poçible ofiçialiçaçión de êtte êttándâ puede çerbîh pa que muxô andaluçê pierdan er complejo por el uço de çu dialêtto. Bien êh conoçida la açoçiaçión del andalûh a la incurtura y tó lo que ayude a combatîh êtte dîpparate debe de çêh biembenío.

No çé çi e êccrito con corrêççión tó lo que an leío. Pío dîccurpâ çi no. Çin embargo, creo que balía la pena el intento. La recôttrûççión del andaluçîmmo requiere recuperâh nuêttra curtura. Y parte indîppençable de eya êh nuêttro dialêtto. Y caçi tó lo que baya en eça dirêççión êh poçitibo. Caçi.

Haereticus dixit

* * * * *

Experimento en andaluz

La semana pasada tuve conocimiento de que el sistema de transcripción del andaluz ‘EPA’ se enseña en Berlín. Es algo poco conocido y creo que vale la pena tratar el asunto. Como bien es sabido, el andaluz es un dialecto del castellano que, cada vez, gana más independencia sobre el español estándar. Aunque no puedo aceptar la idea de que el andaluz sea un idioma, puesto que no existen diferencias gramaticales serias, sí es cierto que me parece interesante la búsqueda de un estándar para la transcripción del dialecto.

‘Escribe bien. Escribe en andaluz’. Fotografía tomada en 2019 en los alrededores de la estación de Santa Justa, Sevilla

La primera pregunta que puede surgir al lector escéptico es si es necesaria. Lo cierto es que no son pocos los autores que han intentado transcribir el dialecto andaluz. En especial, en los estilos directos. Por tanto, no me parece una barbaridad la búsqueda de un estándar de transcripción.

El segundo planteamiento razonable sería que resulta imposible agrupar todas las hablas andaluzas en un solo sistema de transcripción. Desde cierto punto de vista, se podría pensar que la gran flexibilidad del estándar propuesto y sus beneficios superan los posibles defectos. Por otro lado, conviene recordar que el euskera actual no es más que la fusión de diferentes variantes. Si para ellos no fue un problema unificar dialectos para elaborar un idioma artificial, no veo razón para que nosotros no fusionemos hablas para transcribir un dialecto.

Un serio intento de propuesta fue la publicación de El Principito andaluz por Juan Porras sobre 2017. Desde mi punto de vista, el autor fue demasiado lejos, puesto que pretendió hacer pasar por andaluz errores gramaticales y de expresión comunes. En cualquier caso, fue un antecedente interesante y polémico.

‘No es lo mismo “iyo” que “iyo iyo iyo”’. Fotografía tomada en 2022 en el Polígono de San Pablo de Sevilla

Después vino la propuesta EPA en 2018, disponible aquí, que parece la más seria realizada hasta este momento. Existe, incluso, un transcriptor, disponible aquí, y que ha sido la base de esta columna, salvo unas pocas modificaciones.

Quizá, el radicalismo y posicionamiento político de algunos de sus principales promotores –sobretodo, AndaluGeeks– ha echado a más de uno para atrás a la hora de abordar esta propuesta. Sin embargo, más allá de las ideas políticas de muchos de sus defensores, me parece interesante el conocimiento y difusión de esta propuesta.

‘¡Vivan las señoras del barrio!’. Fotografía tomada en 2022 en la Plaza de la Toná de Sevilla.

Una posible oficialización de este estándar puede servir para que muchos andaluces pierdan el complejo por el uso de su dialecto. Bien es conocida la asociación del andaluz a la incultura y todo lo que ayude a combatir este disparate debe de ser bienvenido.

No sé si he escrito con corrección todo lo que han leído. Pido disculpas si no. Sin embargo, creo que valía la pena el intento. La reconstrucción del andalucismo requiere recuperar nuestra cultura. Y parte indispensable de ella es nuestro dialecto. Y casi todo lo que vaya en esa dirección es positivo. Casi.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO
FOTOGRAFÍAS: RAFAEL SOTO

5 ene 2023

  • 5.1.23
Todo demócrata español tiene el deber de combatir el autoritarismo sanchista. Ahora bien, esta obligación ética no puede derivar en un giro hacia la derecha, pues sería entrar en el juego de la trinchera, que tanto gusta a los radicales. Todo ello, si se nos permite seguir hablando en términos ya anacrónicos como ‘izquierda’ o ‘derecha’ política, por supuesto...


No voy a explicar las razones por las que hay que combatir al sanchismo. Ya le he dedicado mucho espacio a ello en nuestra sección. Hemos llegado a ese punto en el que, si el lector se considera de izquierdas y apoya este estado de cosas, debemos dejarlo ir. Pierde el tiempo en esta sección. Respetamos su opinión, pero ya no vamos a justificar ciertos planteamientos. Imperfecta y mejorable, la democracia española está en severo peligro de decrepitud. Y no vamos a perder el tiempo con debates estériles.

El sanchismo y la pseudoizquierda española son un cáncer para un sistema que, por lo demás, tampoco es sostenible: el Régimen del 78. Sin embargo, tan poco hacemos justificando la lucha contra el cáncer que se ha instalado en la pseudoizquierda española como haríamos quejándonos al aire.

Tanto el cambio de régimen como la lucha activa contra el autoritarismo sanchista deben tener su base en un serio replanteamiento de la izquierda. Nuevos partidos, nuevas ideas, nuevas organizaciones.

Por ello, celebramos la aparición de un incipiente partido político de izquierdas que reniega de esta situación. Antes de seguir, desearíamos hacer dos aclaraciones. Por un lado, no tenemos contacto ni relación con la agrupación a la que vamos a hacer referencia. En segundo lugar, a pesar de apoyar casi todas sus propuestas, nuestro ideario andalucista nos invita a mantener cierta distancia con sus planteamientos. Sin embargo, todo cambio y propuesta hacia la dirección correcta es bienvenida.

El autodenominado ‘think tank’ de El Jacobino ha anunciado que se constituirá en partido político de cara a las próximas elecciones europeas. Todo parece apuntar a que no llegarán a las Generales, aunque habrá que verlo. Desde postulados clásicos y, en ocasiones, olvidados de la izquierda, propone un modelo que combata la actual dinámica político social a través de un retorno a la razón como guía de actuación.

El ‘think tank’ nació de un proyecto audiovisual y, de hecho, los vídeos de El Jacobino se pueden encontrar en Youtube. Hasta donde sabemos, su principal promotor es Guillermo del Valle, abogado en activo y colaborador en varios medios de comunicación. En cuanto a sus ideas esenciales, se pueden encontrar en su web: Estado social, reindustrialización, nacionalización de sectores estratégicos, etc.

Como andalucista en su vertiente más regionalista, la única pega que le pondría sería su radicalismo centralizador: “España debe ser un Estado unitario, centralizado políticamente, formado por provincias o departamentos, es decir. por unidades administrativas racionales que no respondan a otro interés que al bien común”.

Una cosa es la necesaria recentralización de la Sanidad y la Educación, entre otras competencias, y otra es perdernos en un centralismo radical de difícil implantación. Sin embargo, hasta donde sé, todavía no se ha constituido como partido y, por ello, habrá que esperar al programa que presentan.

No creo que las propuestas de El Jacobino sean las mejores posibles, la verdad. Sin embargo, la lucha contra el sanchismo y el Régimen del 78 exigen una profunda revisión de la izquierda. Y, aunque imperfecto, cualquier avance en esa dirección debe ser celebrado. Ha llegado la hora de actuar.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

22 dic 2022

  • 22.12.22
La repugnancia es un sentimiento y, como todo lo emocional, tiene un fuerte componente subjetivo. Sin embargo, tengo la sensación de que esta apreciación personal es común a toda la ciudadanía española. La política de nuestro país da asco.


Soy consciente de que no estoy descubriendo la pólvora. Sin embargo, ya que puedo, tengo que desahogarme. Cada vez que trato de analizar los entresijos de la realidad social y política de nuestro país, me veo como un niño toqueteando con un palo el cadáver de un gorrión putrefacto. Siento un profundo sentimiento de asco.

Ni siquiera me sale repartir las culpas. Me da igual si los responsables de esta guarrería son los iluminados del santo progreso o los restauradores de la escopeta voladora. Me la sopla. Me importa muy poco qué dijeron qué y a quién. No importa ya.

En realidad, están consiguiendo que ni me interesen las posibles soluciones. O, mejor dicho, que no crea en la posibilidad de que existan. España está llegando a tal nivel de decrepitud que me veo obligado a refugiarme en la cultura para no caer en el desánimo. A veces, prefiero hacer crítica social a través de relatos que escribir de política, puesto que hacerlo me hace pensar que formo parte de este circo grotesco.

Quizá, el mayor golpe de estado que puede dar un ciudadano sea abandonar los asuntos públicos. Es posible que renunciar a la realidad social y política para refugiarse en la cultura y la intimidad sea una solución cómoda. Los payasos de la función estarían contentos, sin duda –con perdón del noble oficio de la payasada–. Sin embargo, todo mi ser se rebela contra la idea de retirarme del mundo, por muy tentado que esté.

Desde que retomé mi espacio en las cabeceras de Andalucía Digital en 2018, siempre he tratado de ofrecer una visión comprometida y sincera de la realidad que compartía con mis lectores. Con mis aciertos y errores, he intentado ofrecer una perspectiva progresista, andalucista y coherente de los despropósitos que nos ha tocado vivir. Un intento como otros tantos, es cierto. Sin embargo, quiero pensar que hemos sido originales en nuestros planteamientos.

Renuevo ese compromiso, a pesar de todo, en esta última columna del año 2022. Lo hago con tanta convicción como tristeza. Con la seguridad de que lo que nos espera va a ser peor que lo que dejamos atrás, y con la esperanza de equivocarme en esta última afirmación.

Solo queda desear lo mejor para el año que entra y que, entre esos hechos positivos, se encuentre una renovación política que le devuelva la dignidad a nuestro país. Felices Fiestas.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

8 dic 2022

  • 8.12.22
Podría llamarse de cualquier manera: Julia, Francisco, Sonia, Cristóbal, Eulalia, Rogelio... Sin embargo, nos apetece llamarla Manuela. Una Manuela cualquiera, ciudadana de cualquier urbe española de cierta entidad, joven –aunque ya no tanto–, con formación y ocupada en cualquier oficio legal.


Manuela se levanta a las seis de la mañana tras seis horas y media aproximadas de descanso. Por costumbre, apura todo el tiempo que le es posible entre las sábanas, pero llega un momento en el que se ve obligada a enfrentarse al fresquete otoñal. Se da cuenta de que va justa para coger el transporte público que la conducirá al trabajo por lo que, otra vez, le toca tomar leche con galletas. Así no hay quien haga dieta.

En cuanto sale a esas calles que tan bien conoce, esta persona muta en trabajadora ‘in itinere’. Mientras se apresura a llegar a su puesto de trabajo, observa en el móvil cuánto le queda para llegar a tiempo a su bus, su metro, su tren de cercanías... a lo que le toque subirse a esta Manuela cualquiera. Siempre llega justa, salvo días catastróficos en los que es mejor no pensar.

El frío otoñal contrasta con el ambiente infernal de los transportes públicos. Nuestra trabajadora ‘in itinere’ se quita de encima un par de capas de ropa y, en lo que dura el trayecto, aprovecha para toquetear el móvil de la manera más pasiva imaginable. Sin mucha conciencia de lo que está haciendo, por mero entretenimiento, este sujeto cualquiera revisa sus redes sociales.

Nuestra protagonista no tiene convicciones religiosas profundas y es tolerante. Se ubica dentro de unas coordenadas ideológicas frágiles y moldeables. Es más, le da asco la política. Sin mucha conciencia de lo que hace, se deja aconsejar por el algoritmo, que siempre la aísla en los temas y los enfoques que le son más afines.

Así, entre el último zasca del amarillo Fulano al Menganito rosita, y el último acto revolucionario de Rita de la Rosca, nuestra trabajadora ‘in itinere’ observa en su red social preferente cómo una pareja de amigos se ha ido de viaje. Y no a cualquier sitio. Han ido a un lugar tan exótico y caro como Locus Sumptuosus. Parecen tan felices, guapos y desestresados en las fotos... ¿Cómo demonios lo hacen con los trabajos de mierda que tienen?

Manuela también quiere irse de viaje y darse un par de caprichos. Al fin y al cabo, todo está a su alcance, no es tan caro, y trabaja. Sin embargo, para su frustración, el alquiler, la luz y los gastos extraordinarios se funden los recursos de la trabajadora ‘in itinere’. Quizá, en un futuro indeterminado y abstracto, pueda permitírselo. Es tiempo de ahorrar, aunque apenas lo consiga.

El medio de transporte público se detiene en una parada que da en la entrada del trabajo de nuestro sujeto cualquiera, y este pasa a convertirse en trabajador, a secas. Durante ocho horas —más otra que no aparece en su contrato, pero que le toca hacer para que salga el trabajo adelante—, el móvil no se utilizará salvo emergencias, necesidades laborales o, de manera disimulada, si le escribe Javi.

Javi es un chaval que le mola a Manuela. Por mil cuestiones que no vienen al caso, la cosa no termina de cuajar. Ella es consciente de que, entre otras cosas, su vida es una colección de malas decisiones sentimentales. Y esta es una de ellas. Lo sabe. Sin embargo, es lo único que la hace sentirse viva, aunque le cueste aceptarlo.

La trabajadora está rindiendo al máximo y toda su capacidad intelectual está puesta en las labores por las que está mal pagada. Tiene derecho a una comida rápida, que no pocas veces se salta por las exigencias del quehacer diario. Se muestra capaz, despierta, competitiva y alerta ante las amenazas de un entorno en constante transformación.

Estresada y ansiosa, se ve obligada a aguantar a algún que otro gilipollas. Sus habilidades siempre están en entredicho y la sonrisa se le presupone. Sus jefes nunca están lo bastante satisfechos. Solo lo suficiente. Y eso le frustra. Aguanta el tipo como mejor puede.

Nada relevante durante las nueve horas de marras. La trabajadora concluye la jornada laboral con la esperanza de que pronto llegue el domingo y vuelve a su ser. Así, el sujeto muta en una Manuela cualquiera, con libertad para hacer lo que quiera. O, al menos, en teoría.

Ahora le toca ir a la academia de idiomas que, por suerte, se encuentra en una calle cercana al curro. Lo cierto es que esta consumidora de productos y servicios gasta una pasta en formación todos los meses. Nadie se lo pide, pero sabe que debe de mantenerse competitiva para sobrevivir en la jungla laboral. Es el ‘sacrificio’ de los que quieren llegar a algo.

Tras hora y media de pestiño indigesto, la consumidora se dirige al medio de transporte público que la debe de llevar a casa. De nuevo, sentada en donde corresponda, Manuela coge el móvil. Se pone al día del circo político y comprueba si sus amistades tienen alguna novedad. Por la mañana compartió algo y Javi lo marcó con un corazoncito. Sonríe. Chute de serotonina. Tiene también un mensaje suyo, que se dedica a leer con atención. Tanta, que casi se salta una parada.

Manuela está agotada en cuerpo y mente. Acaba de darse cuenta de que es jueves. No tiene ni cena ni plan. No hubiera estado mal una cerveza con amigos... Compra una porquería ultraprocesada en el súper de la esquina y se refugia en la seguridad del hogar.

Su mente se relaja, pero también acusa el cansancio de la semana. Si la mente se articula a través del lenguaje, se podría decir que ella apenas es capaz de elaborar una oración subordinada. Acaso le quedan fuerzas para pensar y, desde luego, no tiene la intención de hacerlo. Debería de hacer ejercicio, pero no puede ni con su alma.

Nuestra Manuela cualquiera enciende la calefacción con un temporizador, pone música de fondo en el móvil y se tira en el sofá. Ahí, tirada, rumia lo ocurrido durante aquella jornada de trabajo, sobre su situación económica o sobre sus movidas sentimentales.

Sus pensamientos la traicionan, agotando las pocas energías que le quedan. Rememora los errores y las ofensas, e ignora cualquier situación favorable. Hay quien lo llamaría ‘autoexigencia’, dotándole de un sesgo positivo que no tiene.

En ocasiones, le da por pensar que necesita ayuda psicológica para manejar el estrés y la ansiedad. Sin embargo, el trabajo de los psicólogos debe remunerarse. Y para que te atiendan en la Seguridad Social tienes que estar en una situación extrema, rezar tres ‘padrenuestros’ y confiar en que la vida no acabe contigo en el año que puedes echarle desde que inicias el proceso.

En caso de emergencia, una llamada telefónica con amigos y familiares suele ser el sustituto de los profesionales. Ignora que existen líneas gratuitas para situaciones puntuales y difíciles –muy mal difundidas– y, si las conoce, no cree estar ‘tan mal’. La realidad es que le duele mirarse en el espejo porque se ve mayor, gorda y fofa. Tiene aspiraciones que, pasada la treintena, se niegan a realizarse. Todo lo que desea está a su alcance y, a la vez, tan lejos...

Parece que a todos les va mejor que a ella. Se siente sola y confusa. Quiere ser una persona empoderada, dueña de su destino, rebelde y consecuente. Sin embargo, sabe que no está a la altura de sus propias expectativas. Un hecho que no alivia su patológica ausencia de autoestima.

A veces le da por hablar con su madre, con su padre, o con ambos. En el mejor de los casos, un trámite. En el peor, un intercambio de agobios y estreses. Algunas otras Manuelas tienen pareja, y también con ella les toca ese mismo proceso de intercambio o acumulación de agobios. Al menos, eso sí, les queda el consuelo del contacto físico.

Ella quiere que alguien le haga sentir viva. Necesita desestresarse. Se deja llevar por sus fantasías...

Nuestra Manuela cualquiera cena con una cerveza o un refresco sobre la mesa. Enciende el televisor, pero no lo atiende mucho. En realidad, su atención está puesta en la pantalla del móvil. Espera mensajes que quizá nunca lleguen, novedades que le den alguna alegría.

Le queda una hora para acostarse y está agotada. Decide llevarse al cuerpo el efecto anestésico de un videojuego. No le hace bien, pero tampoco le hace ningún mal. Quizá otra cerveza y patatas. O, tal vez, agua a secas, por la dieta...

Decide que ha llegado el momento de dormir y se mete en la cama. Con un temporizador, pone música relajante en el móvil mientras lo carga. Dicen que es malo, pero le da lo mismo. Intenta leer antes de cerrar los ojos: un último acto de rebeldía vital. Ya lleva una página, pero se le cierran los ojos...

El sujeto cualquiera está apagado o fuera de cobertura.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

24 nov 2022

  • 24.11.22
Resulta paradójico que este Gobierno, tan versado en las teorías marxistas, haya caído en el error de mercantilizar las leyes. Tanto que reivindican su valor social, las ha convertido en mercancías con un precio y con un plan de mercadotecnia asociado.


No es una cuestión jurídica, sino de valores ciudadanos. Concebir la política como un juego tiene como consecuencia que el fin justifique los medios. Sin embargo, puede ocurrir que el juego te estalle en la cara donde y cuando menos te lo esperes. Y eso es lo que nos lleva pasando desde hace tiempo.

La polémica cuestión del ‘solo sí es sí’ es la punta del iceberg. Es lo que se ve porque es lo más humano, lo que más duele y lo más contradictorio. Sin embargo, ha habido otras novedades legislativas que han sido perjudiciales y que no tienen la misma visibilidad.

Frente a la ridícula sacralidad que el Ejecutivo de Mariano Rajoy mostró ante las leyes, nos encontramos ante un Gobierno que las desprecia. Y no por su contenido, lo que es muy legítimo, sino como instrumentos en sí. Con rango de ley o no, una norma es un instrumento que emana de la voluntad popular y que afecta a la vida de las personas, sea buena o mala. Por tanto, no es cosa con la que se pueda mercadear el Poder Ejecutivo, que ya no entiende de separación de poderes.

Elaborar, modificar o abolir una norma requiere de un estudio serio y sereno, que bajo ningún concepto puede estar sometido a la ley de la oferta y la demanda. La política siempre ha sido un circo pero, al menos, se había respetado el valor de las leyes.

Hemos tenido partidos políticos sentenciados por corrupción y, de hecho, en Andalucía tenemos a dos presidentes autonómicos sentenciados. Sin embargo, jamás nadie se ha enorgullecido de saltarse la ley o de despreciarla. Y eso está ocurriendo en este momento.

Ya no existe respeto ni por las normas, ni por los legisladores, ni por los juristas, ni por los jueces que deben aplicarlas. Si no hay respeto por las leyes –cuyo contenido puede y debe ser siempre objeto de debate–, ¿qué instrumentos para el progreso social nos quedan? Porque con Twitter no se progresa, y la calle es de todos, piense igual que el amado líder o no.

Jamás he visto tanta publicidad institucional, tanta propaganda, ni tanta comunicación cortoplacista. Cara nos está saliendo la imagen de este Ejecutivo. Todo tiene un precio en este mercado que se han montado en el templo de la Carrera de San Jerónimo y no creo en los mesías que prometen su expulsión.

Si todo vale, si la ley es una mercancía con un precio, y solo respetamos a unos pocos, la democracia se nos va a pique. Y ojo: cuidado con los mesías, que están al acecho.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

10 nov 2022

  • 10.11.22
Contemplo una pseudoacacia a través de la ventana de mi estudio. Pronto no le quedará ni una sola hoja pero, en el momento presente, se esfuerza en ofrecer un lienzo de hojas verdosas y amarillentas. Es curioso, pero mi infancia en la Ciudad del Betis no me concede recuerdos de naranjos amarillentos bajo la lluvia.


Sí, es cierto, no es una cuestión relevante. Si bien, admito que la imagen me genera cierta nostalgia. Al fin y al cabo, pocas realidades son tan naturales como que cada lugar y cada objeto tengan su propio comportamiento, así como el paso del tiempo.

Una vez, Antonio López Hidalgo escribió: “Todas las ciudades del mundo se parecen cada vez más, como si los mismos arquitectos, ingenieros y urbanistas hubiesen delineado cada calle, comunicado con puentes las orillas de todos los ríos. En cambio, la naturaleza, aunque también el hombre la ha doblegado a su antojo, mantiene en cada lugar su sello propio”. Y es cierto. Quizá no haya sido la más profunda de las afirmaciones de Antonio. Ofreció reflexiones mucho mejores. Si bien, es difícil negar que aquel gran hombre dejó citas casi para cualquier ocasión.

En Alcalá de Henares, observo con profunda tristeza cómo una lluvia desganada azota las hojas de la pseudoacacia. En estos momentos en los que escribo, Antonio está siendo homenajeado en la Facultad de Comunicación de Sevilla, su hogar académico. Y lo merece.

Montillano universal, académico insigne, maestro de periodistas, hombre de mundo... Se ha dicho ya tanto de él que es difícil ofrecer algo original. Fue un profesor relevante durante mi licenciatura, director de mi Trabajo Fin de Master y codirector de mi Tesis Doctoral. Y, sin embargo, lo que más echo de menos de este maestro son las conversaciones privadas que mantuvimos con una copa o un café en la mano.

Siempre dispuesto a verme cuando visitaba a mi familia en Sevilla, Antonio y yo conversábamos sobre cualquier cosa, y casi siempre en compañía de nuestro querido amigo Carlos Serrano.

Albert Camus, George Orwell, el periodismo y su historia, la política... Hablábamos de cualquier asunto humano con esa pasión que solo reflejan aquellos que aman la vida. Su ingenio parecía infinito, era generoso en su juicio y entrañable en sus escasos defectos. Puedo afirmar que es una de las mejores personas a las que he conocido.

Admito que todavía siento un pinchazo en el estómago cada vez que las redes sociales me sorprenden con una foto suya. Cuando falleció, dejé escrito en mi cuaderno de notas una expresión que he usado en varias ocasiones: “No hay palabras, todas sobran”. Sigo pensando que es imposible escribir o decir algo que esté a la altura de su figura académica, profesional o personal.

Tuve el honor de ser de los últimos en verlo con vida y, por encima de todo, de poder disfrutar de su cariño y sabiduría durante años. Y eso me vale. Sin embargo, veo caer las hojas de la pseudoacacia en Alcalá de Henares, Antonio está siendo homenajeado en la Facultad de Comunicación de Sevilla, y siento que el mundo es un laberinto sin el más mínimo romanticismo.

Sin embargo, me doy cuenta de que debo ser fiel a ese amor a la vida que él me transmitió. Quiero dejar por escrito que volverán a crecerle las hojas al árbol, que los hombres y las mujeres seguirán jugando en los enrevesados callejones de la existencia y que, dentro de unos años, seguiremos encontrando citas de Antonio para todas las ocasiones que se nos presenten. Y, quizá, tal vez ese sea uno de los mayores elogios que le hubiera gustado recibir.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO ESCOBAR

27 oct 2022

  • 27.10.22
Barba cortita, bien recortada. Pelo cano y, quizá, ¿unos kilos menos? Tal vez. Ojos pequeños, oscuros. Ojos de juez y parte. Fernando Grande-Marlaska llega a Sevilla con un pequeño apuro. Es viernes y el ministro del Interior está en Sevilla para inaugurar una comisaría y, sin duda, es un evento especial. Seamos sinceros: los sevillanos somos amigos del postureo desde los tiempos de Cervantes –uso el término ‘postureo’, sí, porque ya lo recoge la Real Academia Española de la Lengua, y porque nos describe tan bien...–, y aquella ocasión lo merecía.


El ministro está en la Ciudad del Betis, con el encorsetamiento propio del protocolo y con la inquietud de dar un titular no deseado a la prensa. De la seguridad no se preocupa: se ha visto en situaciones peores, mientras ejercía un oficio más noble.

Ahora, el ministro está en Sevilla y tiene un asunto incómodo que gestionar. Va a inaugurar una comisaría para dar servicio al Distrito Sur. Es la zona más pobre de la ciudad –junto al Vacie– y hasta la Policía teme entrar en algunos de sus rincones. Es un distrito lleno de personas hambrientas de orden y, también, cuenta con personas que pretenden ser como el ministro: juez y parte.

Los vecinos y el Ayuntamiento pidieron una comisaría para el Polígono Sur y se lo dieron... fuera de los límites del Polígono Sur, junto al Hospital Virgen del Rocío. Un periódico poco sospechoso de pepero, Diario de Sevilla, no ha dudado en calificarla como “la comisaría de la traición” (se puede ver aquí).

El ministro está en Sevilla y sabe que, como responsable último de estas cuestiones, está siendo criticado. Quizá sea injusto. Un servidor público de su categoría está en otras cosas y, de seguro, la decisión la tomó otro. Pero el jefe es él y, sin duda, pudo hacer algo más en cuanto empezaron las denuncias por parte de la prensa.

El señor ministro está en Sevilla y está en un aprieto. Están presentes el delegado del Gobierno, el alcalde, el director general de la Policía y otros asistentes de honor. Le toca dar un discurso y, llegado el momento, ya sabe lo que tiene que decir. Se pone tieso y empieza a hablar de promesas cumplidas, de las operaciones contra el narcotráfico, del aumento de la financiación... Insuficiente. Lo sabe. No se podía ir del evento sin dar un auténtico titular.

Sin embargo, él ya sabe cómo resolver este asunto. Lo ha aprendido de su amo. Si hay aprietos, toca tirar del infinito franquismo: Queipo de Llano tiene que salir de la Macarena. ¿Qué tiene que ver el tocino con la velocidad? No lo sabemos. Pero el ministro ha dado un titular y ya puede volver a casa con la tranquilidad de tener los deberes hechos.

El evento fue el pasado viernes. Con fecha del lunes siguiente, el hermano mayor de la Macarena, José Antonio Fernández Cabrero, recibe una carta oficial instándole a sacar de la Basílica a Queipo de Llano y a Francisco Bohórquez –este último, un señor desconocido por el gran público y al que el Gobierno acaba de dar más publicidad post mortem que la que le ofrecía la lápida–.

Este hermano mayor es más moderado y prudente que su antecesor, y no pierde la calma. Está molesto: se ha enterado de la carta por la prensa. Ya se habían hecho acciones previas, como quitar de la lápida toda referencia a la naturaleza militar y franquista del difunto. Es más, el hermano mayor había propuesto enviar a Queipo de Llano, antiguo hermano mayor, a un columbario que pretendía hacer, vinculada con la basílica. Está entre la hermandad, el Gobierno y las familias de ambos fallecidos. De Justicia no hablamos, porque ya no hay en España, si es que alguna vez la hubo.

Esto ya se reduce a ver quién tiene la corbata más grande. La Hermandad de la Macarena es una de las tres grandes hermandades de la Ciudad del Betis. La religión, la gratitud –es conocida la labor social de las hermandades–, la sentimentalidad o la costumbre, cuando no todas a la vez, hacen que más de media ciudad esté vinculada tanto con sus imágenes titulares como con la hermandad en sí.

Entrar en la Parroquia de San Gil sin permiso de su hermano mayor sería una profanación difícil de perdonar y, en pleno divorcio con el Partido Socialista, puede provocar una radicalización de ciertas posiciones políticas.

Más todavía si tenemos en cuenta que muchos sevillanos tienen la convicción de que hay cuestiones más urgentes. Cuestiones que, entre otras organizaciones, combaten muchas hermandades con sus acciones de asistencia social. Una convicción que se suma a la absoluta seguridad de que Andalucía no recibe el mismo tratamiento por parte del Gobierno que las desleales Cataluña y Euskadi. Desde la imposición, desde la falta de diálogo, poco se puede conseguir.

Espero y deseo que los generales franquistas salgan de la Macarena. Y que algún representante del Gobierno se siente con la hermandad, dé facilidades, y que encuentren una solución discreta y respetuosa con las instituciones de la ciudad. Con todas. Soñar es gratis, ¿no?

Concluyo con un apunte: el ‘Vaca’, un ciudadano con antecedentes policiales, acaba de morir tras un tiroteo en las Tres Mil Viviendas –zona conflictiva del Polígono Sur–. No hay propaganda que cambie eso. Sin embargo, un ministro ha venido a Sevilla, ha inaugurado una comisaría donde no debía y ha resuelto el aprieto en el que se encontraba. Conclusión de sanchista: Queipo de Llano tiene que salir de la Macarena.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

13 oct 2022

  • 13.10.22
Nadie como Jesús Quintero, autocalificado como “actor frustrado”, ilustró la enseñanza sofoclea: “que nadie considere feliz a quien todavía tiene que morir”. Puede que el periodismo sea una profesión, quizá incluso un oficio, y no un arte. Sin embargo, personas como él hicieron de la profesión un ejercicio artístico. Hasta su caída, aceptó la pose del demente simpático desde la posición del cuerdo.


Sí. En efecto, Jesús Quintero fue un artista que ejerció de periodista, y no un ‘plumilla’ que hiciera arte. Como todos los artistas, sobrevaloraba la estética –cuando no la pose–, trovaba unos ideales que quizá ni él mismo asumía en su praxis y vivía rumiando su rencor hacia sus críticos. Y, sin embargo, había grandeza en su figura.

Esa grandeza no residía en sus preguntas. Hubo otros periodistas ingeniosos en sus interrogantes que no tuvieron la misma visibilidad. Por muy valorable que sea, su virtud no residió en su cuidadísima escenografía, ni en la exquisitez de sus realizaciones. El arte no da grandeza, pues es producto de la misma.

Tampoco encontraremos este valor en la elección de los entrevistados. Se le ha acusado de escoger a invitados con los que pudiera “lucirse”. Quizá, una afirmación injusta. También de haber llevado a personas con problemas mentales a los platós para usarlos de bufones. Otra afirmación que me parece excesiva.

Si me preguntan, quizá, la grandeza de Jesús Quintero residió en su empeño en hacer algo diferente de lo que hacían sus contemporáneos y, a la sazón, conseguirlo. Hoy, los que quieren hacer algo distinto tienen que retirarse a los márgenes del sistema. Los encontraremos en Spotify, Ivoox, Youtube y, quizá, ni siquiera allí los hallaremos.

Andalucista de izquierdas, creía en la bohemia o, al menos, aceptó su estética. Hizo algo diferente y aguantó hasta que lo consideraron demasiado indisciplinado como para darle un micrófono. No nos engañemos: no hay mejor forma de matar a un artista que quitándole su público. Y es lo que hicieron con él.

Escribió Antonio Machado que todo hombre tiene dos batallas que pelear: en sueños, lucha con Dios y despierto, con el mar. Es curioso que, con su habitual lirismo, Quintero afirmara que un día, frente al mar, se haría todas las preguntas que había hecho a los demás. Y en el mar está ahora, sin boca con la que preguntar.

¿Llegaría a hacer esas preguntas? Imposible saberlo. Reconoció que no sabría responder a muchos de sus interrogantes. Lo único seguro es que, como decía su querido Beni de Cádiz, todos acabamos “en el jardín”. Por suerte, no ocurre así con el arte, que siempre encuentra su sitio en las márgenes de los ríos que dan a la mar. Descanse en paz.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

29 sept 2022

  • 29.9.22
El Congreso volverá a ofrecer estas semanas un espectáculo lleno de emoción, identidad e ideología sobre el proxenetismo y el trabajo sexual. O quizá se silencie. A saber con el Kennedy español… En cualquier caso, malas noticias para los sensatos: el que quiera un debate, que se vea el Sálvame.


Es llamativo que uno de los muchos pecados originales con los que nació el Gobierno sanchista fue el relacionado con el trabajo sexual. En 2018, Magdalena Valerio admitió que le “habían metido un gol” al legalizar el primer sindicato de trabajadoras sexuales –llámese la atención sobre el género usado–. Tomándolo con humor, podemos decir que este desliz fue revertido por el sanchismo con su habitual tendencia al debate público y a la reflexión. Punto para las posiciones abolicionistas.

Tras varias acciones, ahora toca combatir el proxenetismo. Suena bien, ¿no? El proxenetismo no es muy del agrado de nadie. Ahora bien, frente a las medidas punitivas e inútiles que se proponen, ¿no sería más fácil regular todo el sector del trabajo sexual y atacar lo que se encontrase al margen de la ley?

A pesar de tanto esfuerzo por parte de la ‘ministre’ Montero y por otros ilustrados por civilizar a las ‘persones’ de su jurisdicción, nos encontramos con un panorama sorprendente. Sigue habiendo industria pornográfica –si se puede hablar de industria como tal en el ‘Estado español’–, putas, chaperos y, mira tú por donde, una cantidad importante de personas que viven de trabajos vinculados con el sexo y, por ende, una buena cantidad de consumidores.

De hecho, es curioso que se legisle por el bien de unas personas a las que no se les hace ni puñetero caso. Es más, los movimientos favorables a la regulación son estigmatizados con el beneplácito de la propaganda institucional. Entre estas voces heréticas, Amarna Miller es una de las pocas que ha podido ofrecer su postura con cierta libertad. A mi entender, su obra Vírgenes, esposas, amantes y putas es de las pocas cosas sensatas que he leído sobre feminismo en los últimos tiempos –y eso dice mucho de lo que se cuece por ahí–.

Siempre he defendido en este espacio que el abolicionismo es una ideología más cercana al madrileño barrio de Salamanca que a los barrios obreros. Y, quizá, esa sea una clave del debate. Abordar el trabajo sexual desde las ideologías de género es tan insensato como abordar el aborto desde el pensamiento religioso católico. No hay debate ni grises. Echo en falta una perspectiva de clase a la hora de abordar la cuestión. Ahora que estamos logrando dejar las sotanas de lado, nos topamos con los ideólogos de salón.

Del mismo modo que el alcohol y el juego van a estar siempre presentes en nuestra sociedad, siempre habrá personas que paguen por sexo, que consuman imágenes pornográficas, que deseen probar ciertas experiencias. Y, por tanto, personas dispuestas a vivir de ello. Sabiéndolo, resulta hipócrita combatir o dejar al margen lo que sabes que siempre va a estar presente.

En cambio, regular el trabajo sexual ofrece una libertad vigilada que protege al que ejerce estos oficios y facilita la lucha contra las organizaciones criminales que imponen prácticas no consentidas. Otro debate es el cómo, ya que hay diferentes ejemplos.

Por desgracia, lo que menos importa son los que ejercen, ¿no? Son víctimas y, por tanto, no saben lo que hacen. Nada que no se arregle con unas cuantas campañas de concienciación financiadas con dinero público. Palabrita de ‘ministre’.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO

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