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Mostrando entradas con la etiqueta Palabra de hereje [Rafael Soto]. Mostrar todas las entradas
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9 dic 2021

  • 9.12.21
Las cuestiones de familia siempre son complicadas y, con frecuencia, problemáticas. El gaceterismo se integraba todavía en el mundo del libro y eran frecuentes las uniones entre familias vinculadas con el sector. La imprenta era un negocio privado en un entorno todavía dominado por los gremios. El matrimonio era una manera de transmitir los medios de producción y otros recursos. Así, a pesar del buen número de maestros de imprenta del Siglo de Oro, era común la existencia de sagas familiares o personas vinculadas por lazos de parentesco.


Por desgracia, en aquella época no había obras que trataran de la evolución de la imprenta en España. Por ello, casi todo lo que sabemos supone una reconstrucción realizada a través de documentos oficiales, como testamentos, partidas de bautismo o documentos notariales, entre otros. Aunque, por supuesto, las propias obras dan información clave en ocasiones.

El caso que presentamos es el de María de Ureña (o Urueña). Un ejemplo interesante porque une a varias familias de impresores que acabarán dispersándose y tendrán un impacto importante en el gaceterismo andaluz. Con mucha probabilidad, María fue pariente de Antonio de Ureña (o Urueña), que ejerció por aquellas fechas en Medina del Campo. Estuvo casada en primeras nupcias con Antonio de Lorenzana, impresor de la Universidad de Salamanca, con el que tuvo cinco hijos. La última publicación del impresor conservada a su nombre es de 1578.


En 1579, Miguel de Lorenzana se hizo cargo de la imprenta de su hermano, aunque por poco tiempo. En 1581, María toma las riendas del negocio, firmando como “Viuda de Antonio de Lorenzana”. Una práctica común en el período. Sin embargo, pronto se casa con el también viudo e impresor Miguel Serrano de Vargas, transmitiéndole en su dote los instrumentos del taller de su difunto marido. Desconocemos si tuvo hijos de su primera esposa, María de Chavarría.

Miguel debió de tener algún tipo de parentesco con otro maestro de imprenta, Juan Serrano de Vargas, con frecuencia confundido con el futuro gacetero y que ejerció en Madrid, al menos, en 1606. Para 1610 ya habría fallecido, puesto que su mujer, María de Andrade, firma como viuda del impresor.

En 1588 nacería en Salamanca Juan Serrano de Vargas Ureña (o Urueña). Puesto que María solo lo menciona a él como hijo suyo con Miguel, se entiende que fue hijo único por esta línea. Miguel enseñó su oficio tanto a Bartolomé como a su hijo Juan, que abandonarían su taller para ejercer ellos mismos como maestros de imprenta en el futuro.

Comprobamos que no solo se transmiten medios de producción y recursos entre familias, sino que también el oficio. Desconocemos la dedicación de Juan, el hijo mayor de María y Antonio, aunque no sería extraño que trabajara en el mismo mundillo, aunque no fuera como maestro de imprenta.

Hasta donde sabemos, Bartolomé comienza su andadura profesional en Valencia en 1595 (antes del traslado de su familia a Madrid, entre 1601 y 1602). Existen indicios sólidos de que se mudaría a Sevilla a principios de siglo. En concreto, se tienen registros de un tal Bartolomé de Lorenzana, impresor y vecino de El Salvador, que en 1603 estuvo un tiempo en la Cárcel Real por una deuda con el impresor Alonso de la Barrera (sobre la Cárcel Real, recomendamos la lectura de Denuncia social en el Siglo de Oro). En cualquier caso, en 1608 ya publicaba en la Calle del Pan de la Ciudad de la Alhambra.

María muere en 1612, reposando sus restos en el madrileño Monasterio de San Francisco. Algún lío de familia tuvo que haber, o bien algo no debía de estar claro, puesto que Bartolomé solicitó en 1613 un inventario de los bienes familiares.

Fragmento del inventario de los bienes de María de Ureña (o Urueña) que se incluyeron en el testamento.
Fuente: Real Academia Española de la Lengua (Vía Google Books)

En cuanto a Juan, pasó ocho años sirviendo en el ejército en Milán y para 1617, con alrededor de 29 años, ya había empezado su actividad en Sevilla como maestro de imprenta frente al Correo Mayor. Con el tiempo, se trasladaría a Granada y a Málaga, donde alcanzará cierta prosperidad como impresor.

También es interesante el destino de Miguel de Lorenzana. Como sabemos, fue él quien sacó adelante la imprenta de su hermano hasta que su cuñada tomó las riendas. No es descartable que lo hiciera por enfermedad de su hermano y que abandonara la imprenta o ejerciera en ella tareas menores a su muerte. En cualquier caso, se trasladó a Sevilla para acabar, finalmente, en Granada.

Tanto Miguel de Lorenzana como su sobrino Bartolomé y Juan Serrano de Vargas coincidieron, como mínimo, en Salamanca, Sevilla y Granada. Las causas concretas que motivaron estos traslados son desconocidas, más allá de la lógica búsqueda de prosperidad, y también desconocemos si se apoyaron entre sí en algún momento.

Al menos, los hermanastros tuvieron que tener algún tipo de contacto puesto que, en 1626, Bartolomé publica Relación general de todos los daños que han hecho los Ríos, ayres y tormentas en Salamanca, Zamora, Toledo, Almagro, Cordoua, Ecija, Seuilla, Merida, Medellín, Badajoz, Murcia, Valladolid, Medina del Campo, y otras villas y lugares de Castilla, y Andaluzia, y en los caminos, y campos. Recopilada de cartas embiadas de las dichas ciudades, por Iuan Serrano de Vargas y Vreña. natural de Salamanca, documento que no está en acceso abierto y que conserva la Universidad de Granada.

Sería un error caer en romanticismos. A ninguno de nuestros impresores les interesaba la difusión de noticias en lo más mínimo. No hubo una especialización como tal en esta actividad. Nuestros impresores trabajaban con todo tipo de documentos. Lo único que deseaban era el beneficio económico en un ambiente competitivo. Si bien, hubo quien apostó por el gaceterismo más que otros.

Juan fue un ‘todoterreno’ de la producción informativa. Redactor y editor, es uno de los referentes indiscutibles del período en España. Con más mundo que letras, cultiva la prosa con una sobriedad que roza lo tosco y con un abuso evidente de la yuxtaposición y de oraciones copulativas. Sin embargo, esa sobriedad va acompañada de una preocupación por las fuentes que resulta poco frecuente en el período que, acompañada de su detallismo, lo hacen excepcional.

Fragmento de Relacion de la grande ruyna… (1618). Fuente: Universidad de Granada. Biblioteca Universitaria.

Tenía fuentes variadas, tanto de naturaleza eclesiástica como civil. Su publicación Relacion de la grande ruyna que ha hecho el rio Guadalquiuir en Seuilla, Triana y sus riberas, Alcolea y Cordoua, y assi mismo la q[ue] hizieron los rezios ayres, arroyos y rios en Granada, Ecija, Anduxar, Loxa, Antequera, Sanlucar y otras partes de Andaluzia (1618) [se puede consultar en este enlace] hace gala de fuentes madrileñas, granadinas –que no incluyen a su hermanastro– y, por supuesto, locales. No solo lo escribió e imprimió él mismo, sino que su obra fue reeditada en Barcelona tanto por Esteban Liberós como por Sebastián Matevad –esta última edición, hasta donde sé, perdida–.

Son muchas las cuestiones que se podrían destacar del salmantino como editor. Nos quedamos con una curiosidad. Que sepamos, la primera gaceta impresa española conservada que lleva tal nombre salió de la imprenta hispalense de Serrano de Vargas: Gazeta romana, y relación general, de avisos de todos los reinos y provincias del mundo (1618). Por desgracia, solo se conserva un número y no hay garantías de encontrar más en un futuro.

Por eso, el honor de ser la primera gaceta periódica o semiperiódica española recae en la valenciana Gazeta de Roma (1618-1620), de Felipe Mey, miembro de otra saga de impresores, por cierto. Sin embargo, esta edición de la Gazeta Romana es anterior a la Defenestración de Praga de mayo de 1618, mientras que la Gazeta de Roma es de los meses posteriores.

Gazeta romana, y relación general, de avisos de todos los reinos y provincias del mundo (1618). Fuente: Internet Archive

Por su parte, Bartolomé tuvo una obra mucho menos brillante que la de su hermanastro, aunque suficiente para convertirse en un exponente del gaceterismo granadino. Merece ser mencionada la edición de Las fiestas que se hizieron en Paris, por los felices casamientos de los Reyes de Francia, con los de España, sabido por relacion muy verdadera, en este presente año de mil y seyscientos y doze (1612) que se puede consultar en este enlace.

Primera página de Las fiestas que se hizieron en Paris… (1612). Fuente: Universidad de Granada. Biblioteca Universitaria.

Por supuesto, editó publicaciones originales en verso, como el anónimo Veryssyma y notable relacion en la qual se declara el espantoso temblor y tempestad que sucedio en la ciudad de Granada, a cinco del mes de Otubre deste presente año. vase declarando las desgracias que sucedieron y como temblo la Tierra en once dias tres vezes (1618), disponible aquí; o en prosa, como la obra de Cristóbal Bravo Relacion cierta, y verdadera, sacada y aiustada de los autos, e informaciõ ante Aluaro Fernandez de Cordoua Escriuano publico, y Iurado de la ciudad de Granada, en razon de la tempestad que vuo en la dicha ciudad, martes en la tarde 28 de agosto deste año de 1629 (1629), que puede consultarse en este enlace.

Primera página de Relacion cierta, y verdadera…(1629) de Cristóbal Bravo. Fuente: Universidad de Granada. Biblioteca Universitaria.

Sin embargo, sí es cierto que Lorenzana, al igual que otros impresores granadinos del período, reimprimió publicaciones hispalenses como el ya mencionado Relación general de todos los daños… (1626). Otro ejemplo podría ser Relacion de la grandiosa y reñida batalla, que Miguel de Vidaçaual, Almirante de la Esquadra de Cantabria tuuo dia de san Iuan Bautistia deste presente año de 1618 en el Estrecho (1618), que se puede consultar aquí.

Detalle de Relacion de la grandiosa y reñida batalla… (1618). Fuente: Universidad de Granada. Biblioteca Universitaria.

La obra periodística de estos dos gaceteros es amplia y no es este lugar para la exhaustividad. En cualquier caso, vale la pena concluir con la obra del último de los tres impresores sitos en Andalucía, Miguel de Lorenzana.

Tenemos razones para sospechar que, con frecuencia, se confunden a tío y sobrino. Bartolomé es un impresor que todavía no ha sido estudiado con suficiencia. Sin embargo, la obra de su tío Miguel es todavía más desconocida. Un hecho al que se suma que, por desgracia, no tenemos acceso abierto a sus escasas publicaciones conservadas.

En cualquier caso, sabemos que al menos dejó tres publicaciones informativas granadinas que se conservan en Madrid. Dos de ellos son de 1613 y, el otro, de 1630. Una distancia temporal que nos da una idea de todas las publicaciones que quedan por encontrar o que hemos perdido. De entre ellos, por su temática, vale la pena destacar Relacion del acuerdo de las Cortes, que tuuo el Emperador, con Vngaros, y Transiluanos, y su concordia. Y assi mesmo de los sucessos del gran Turco, y otras nouelas deste año de mil y seyscientos y treze (1613).

Hemos comprobado cómo un matrimonio en Salamanca vinculó a, al menos, cinco impresores (sin contar con las viudas y los antecesores), de los que tres contribuyeron al desarrollo del gaceterismo en Andalucía. Por desgracia, estamos limitados por la conservación documental y el acceso a las fuentes.

En cualquier caso, baste este texto para divulgar un período histórico y unas obras informativas que, hasta hace poco, consideradas “menudencia”, eran pasto de insectos y hongos, y que ahora empiezan a ocupar el lugar que les corresponde en el patrimonio periodístico andaluz.

Haereticus dixit.

RAFAEL SOTO

25 nov 2021

  • 25.11.21
La denuncia social está tan manoseada por los partidos políticos y abarca tantas cuestiones que, quizá, sea cierto que estamos insensibilizándonos. Sin embargo, tan cierto es eso como que el extremo contrario tampoco es deseable.


La escasez de crítica social fue un continuo en el pasado, teniendo terribles consecuencias en la población. El período mal conocido como ‘Siglo de Oro’ es un buen ejemplo. Apenas hay impresos críticos o de denuncia en ámbito del gaceterismo. Uno de estos textos excepcionales ya lo revisamos en El relato de un pintor salmantino.

Vale la pena conocer otro ejemplo vinculado con Andalucía. En concreto, la Cárcel Real de Sevilla: Relación verdadera que trata de todos los sucesos y tratos de la Cárcel Real de Sevilla (disponible aquí). Por su íntima vinculación, esta denuncia será contrastada con el manuscrito Compendio de algunas experiencias en los ministerios de que usa la Compañía de Jesús con que prácticamente se muestra con algunos acontecimientos y documentos el buen acierto en ellos. Tomo Primero. Año de 1619 del jesuita Pedro de León (1544-1632), que se conserva en el Hospital Real de Granada y está disponible aquí. Previo contraste, usaremos una transcripción parcial realizada por Pedro Herrera Puga.

Relación verdadera... fue escrita por el “Licenciado Martín Pérez, preso en la dicha cárcel” [castellano modernizado, como todas las transcripciones que le siguen] y fue impresa en 1607 en una imprenta desconocida. Para la denuncia se utiliza el verso, que es la modalidad más popular del período.

La Cárcel Real de Sevilla es una de las cárceles más famosas del Siglo de Oro por la presencia en ella de Miguel de Cervantes. Una cárcel que fue inmortalizada por el ‘Príncipe de los Ingenios’ en su propia obra y que fue referida o descrita con prolijidad por otros intelectuales de la época

Debido a lo común de su nombre, es imposible identificar al personaje histórico que hay detrás de la mención de responsabilidad. Tan tentador es vincularlo con el librero salmantino Martín Pérez como con algún indiano. Ni siquiera podemos confirmar que fuera sevillano, a pesar de que el texto remarque este extremo en la narración y que el reo estuviera en esa prisión concreta. En cambio, su conocimiento de la cárcel es preciso y contrastable. Tampoco hay indicios sólidos que nos permitan ubicar la pieza, salvo la insuficiente mención a Sevilla, “flor de las demás Ciudades”. El texto solo indica que se imprimió con licencia, lo que nos hace albergar dudas, incluso, sobre la veracidad de tal afirmación.

Esta edición cuenta con ilustraciones. En la primera página, dos personas enfrentadas y de perfil, quizá ilustrando el diálogo con que se inicia la obra. En la última, el motivo de una batalla que nada tiene que ver con el texto. La obra se divide en dos romances, más una pieza final añadida a la que nos referiremos más adelante. En ambas se realiza una cruda denuncia de las condiciones de vida de la cárcel, capaz de volver ‘malos’ a los ‘buenos’.

Ilustración de la primera página. Fuente: Catálogo y Biblioteca Digital de Relaciones de Sucesos

En la introducción, un individuo que ha recorrido “del mundo la mayor parte” llega a la Ciudad del Betis y pide a un señor con el que se encuentra: “Decláreme por su vida de esta Ciudad lo que sabe que siendo natural de ella podrá mejor informarme”. El desconocido, “compuesto y arrogante”, realiza un breve elogio de la urbe, para pasar a relatar “cuanto pasa en su cárcel”. Un relato que ya no tendrá pausa.

La descripción de la entrada en la cárcel por parte de los presos es una denuncia a la crueldad y a la corrupción de los carceleros. Tras pasar una primera puerta, el reo queda parado frente a otra donde comienza la extorsión.

Para una mayor comprensión, recomendamos seguir la siguiente tabla de equivalencias. Si hablamos de reales y euros, los datos pueden ser insuficientes. En cambio, es más fácil si lo comparamos con productos de consumo habitual.


En la segunda puerta, se le ponen grilletes al reo y se le invita a pagar 4 reales bajo amenaza de que “quedará entre rejas si no quieren que le estafen”. Por quitarle los grilletes, otros dos reales. Sin embargo, esto no era todo. Una vez que pasaba a la tercera puerta, cuatro vigilantes paran al reo y le exigen “seis cuartos”. En caso de no pagar, “llévanlo a fuego y sangre la capa [,] cuello, o sombrero, hasta que el dinero pogue [sic]. Sea por mal o por bien seis cuartos tienen de darles que es premática debida / y entre ellos contino vale”.

Acaba aquí la segunda parte del primer romance, donde hacen su aparición los “Guzmanes”, o sea, los pícaros. Ellos exigen un par de azumbres de vino a cambio de evitar agravios y, en caso de que no se puedan pagar, obligan al reo a empeñarse. Llegados a este punto, se apunta que al que es “un poco blando” le acaban quitando hasta el sombrero.

Vale la pena recapitular. Pagado todo, si nos apoyamos en los datos de la tabla, nos damos cuenta de que el reo puede acabar dejándose alrededor de 9,06 reales, o sea, alrededor de 30,8 euros actuales, con los que se podían pagar alrededor de 23,28 litros de vino.

Pedro de León hace una descripción similar, aunque con ligeras diferencias con respecto a las cantidades. En cualquier caso, confirma en este compendio la corrupción de los carceleros:

Tiene esta cárcel tres puertas. A la primera llaman de oro, porque lo ha de tener, y no poco, el que ha de quedarse en la casa pública o aposentos del alcaide, que están antes de la primera reja de arriba a mano derecha como subimos por la escalera; porque para contentar al alcaide y porteros de la puerta de la calle es menester todo eso. y más.

A la segunda puerta, que es la primera reja de hierro al cabo de la escalera, llaman de Hierro, o de cobre, porque basta a los que entran por allí que tengan dineros de cobre y vellón. A la tercera reja también de hierro, que es la tercera puerta que sale a los corredores, llaman de plata porque ha menester tener plata el que ha de quedar allí sin grillos, o mucho favor que no le cueste menos, sino mucho más (como a los que el otro fingido inquisidor favorecía para que no le echasen grillos, que todo lo allana, y hace fácil la plata y el favor [sic].

Volviendo al texto informativo, una vez entrado en la cárcel, el reo debe sufrir las pendencias propias de la cárcel. El juego de naipes ocupa el primer lugar. En caso de que el reo tenga suerte le toca pagar un tributo al baratero, así como nueve cuartos (2,25 reales; 7,65€; 5,78 l. aprox. de vino) en concepto de limpieza y guardia, “que es tributo de la cárcel”.

Fragmento del primer tomo de Compendio de algunas experiencias… Fuente: Universidad de Granada. Biblioteca Universitaria.

Continúan las pendencias en esta escuela de Montoros y Monteros, señalando los peligros de las diferentes zonas de la cárcel. Hace referencia a “la galera nueva y la cámara del hierro”, así como a la “galera vieja”. Pedro de León los describe así:

Los aposentos de más consideración en esta cárcel son la Sala Vieja y los aposentos medianos adonde están los Guzmanes y gente de mala estofa.

Luego está la Galera Vieja, en la cual está el rancho que llaman Traidor, porque está oculto y escondido a la entrada a mano derecha, y desde allí hacen sus traiciones. Más adentro en la misma galera hay otros tres ranchos divididos con mantas viejas. El primero es de los Bravos; el segundo la Tragedia, adonde está la crujía; el tercero llaman Venta adonde pagan el escote todos los presos nuevos.

A la mano izquierda de la reja que dijimos arriba, que sale a los corredores, están los entresuelos adonde hay cuatro ranchos. Al primero llaman Pestilencia, y al que está a su lado Miserable, y al tercero llaman Ginebra, y al cuarto llaman Lima Sorda o Chupadera, y antes de entrar a estos ranchos hay un aposentillo pequeño que llaman Casa de Meca.

Debajo de estos entresuelos está la gran Cámara de Hierro, tan nombrada e insigne así por los moradores, como por el sitio y disposición de ella. En esta cámara están los bravos (3) y tres ranchos. El primero es de Matantes, adonde echan mil por vidas, y todo su trato es de cuestiones y no de metafísica, ni de moral, sino contra todas buenas costumbres, de heridas y resistencias, del otro que huyó con estoque y rodela, del que hizo mil buenas suertes, alabándose cada uno de lo que no ha hecho. El segundo rancho es de Delitos; el tercero de Malas Lenguas adonde no hay honra inhiesta.

Los motines parecen ser frecuentes y dejar numerosos heridos. Martín Pérez nos cuenta que el castigo al instigador consiste en ponerlo de pie en una reja de hierro con grilletes. Si bien, “no está mucho tiempo”.

La alimentación es una parte importante de la vida del reo. Tras describir su alimentación, Martín Pérez denuncia que el alimento se convierte en objeto de conflictos entre los presos sin que los guardias de la prisión actúen de forma alguna. La descripción de las ratas, “hay rata mayor que un perro”, y de otros “animalillos” nos señala las malas condiciones de la prisión.

Sin embargo, la parte más curiosa de la relación se encuentra en la descripción de las personas que están vinculadas con la cárcel, aparte de las familias. Tabernas y tiendas dentro de la prisión, “como en plaza”. Una fauna a la que se suman un pregonero, “que en pública y alta voz anda las prendas vendiendo”; una enfermería, con doctor, cirujano y “piadoso” enfermero; cuatro veladores nocturnos, procuradores y otros individuos, del que destaca el capellán.

“Un piadoso capellán que es buen cristiano y honesto un hombre de santa vida pacífico y limosnero”, señala Martín Pérez. Un “ángel del cielo”, que no es otro que nuestro jesuita Pedro de León, capellán de la cárcel entre 1578 y 1616.

El testimonio del capellán no puede ser más crítico con aquellos que se aprovechan de los presos:

Y más, si nos espaciásemos por esa plaza de San Francisco entre los escribanos, procuradores y solicitadores: no bastaría papel, ni tinta, ni tiempo para decir los muchos males y traiciones de que usan con los desdichados presos hasta dejarlos en cueros vivos. Dios les ayude que no sé yo cuánto les aprovechará su enmienda y corrección y el haberse hecho la Congregación de los escribanos, letrados y justicia en la casa Profesa, que yo mucho temor me tengo de que no sea verdad lo que comúnmente se dice allá fuera y aun entre los maestros, que hurtan ahora más a lo disimulado y con palabritas más mansas, y diciendo que ellos no los han de pelar como otros; y deben de querer decir, que no tan al descubierto como los otros, y conciertan en tanto más tanto, vendiendo la justicia y robando en poblado para si y para los jueces, como ellos lo dicen muy claramente.

Martín Pérez concluye con una breve exhortación a evitar “tal casa que es otro segundo infierno”. Y hasta aquí llega el texto original. La edición de 1607 incluye un tercer romance en el que “se satiriza a las damas”. Con mucha probabilidad, este añadido es una táctica para rebajar el tono de la denuncia y hacer más pasable el texto.

La obra del preso Martín Pérez tuvo que ser popular, porque siguió reeditándose muchos años después. De hecho, ni siquiera tenemos la seguridad de que la edición de 1607 fuera la primera. Se conoce una publicación de 1627, veinte años después, impreso en Madrid por Diego Flamenco. Sin embargo, el texto viene acompañado por una pieza picaresca, la “victoria de los Guzmanes”, en vez de la sátira de las damas. Conocemos también una edición, conservada en Dinamarca, de 1639, más similar a la edición de Diego Flamenco.

Esta popularidad coincide con un momento en el que la Cárcel Real se convierte en escaparate de la picaresca patria. De hecho, desde el siglo XIX se ha vinculado el texto con la literatura picaresca. Una vinculación que la edición de Flamenco promueve.

Sin embargo, no podemos discrepar más de esta idea. No hay antihéroe, ni hay una narración. La crítica social no es implícita, no es el fondo de la historia narrada. La relación en verso de Martín Pérez es una denuncia social que tiene como objetivo alcanzar a un público amplio a través de la oralidad. Este texto estaba destinado a ser recitado en público, como era costumbre en un momento en el que el analfabetismo era la norma. Quizá, por ello, el impresor de la edición más antigua se vio en la necesidad de relajar el tono añadiendo esa sátira de “las damas”.

Sin duda, tanto la relación de Martín Pérez como el compendio de Pedro de León son testimonios de los abusos y desigualdades de la Sevilla barroca. Unas denuncias sociales que merecen ser divulgadas y conocidas para mayor conocimiento de nuestra propia historia y patrimonio.

Haereticus dixit.

RAFAEL SOTO

11 nov 2021

  • 11.11.21
Existe un romanticismo en torno al universo del libro. Es probable que provenga del hecho de que el libro físico y sus derivados han sido, hasta hace poco, la única vía de acceso al conocimiento más allá de la oralidad. Un romanticismo que ha perdido todo su sentido en pleno siglo XXI, cuando contenido y continente se han dividido gracias a las tecnologías de la información y la comunicación. Un culto al objeto que sigue presente, como pude comprobar hace unos días.


De paseo por la zona de Malasaña, en la Villa y Corte, me adentré en una librería que no conocía. He de decir que me dio mala impresión desde el primer momento. La decoración estaba muy cuidada y las formas del antiguo establecimiento modernizado invitaban al consumo. Un piano procedente de unos altavoces me hizo más apetecible la entrada.

No sabía cómo clasificar la librería. ¿Librería de viejo o de lance? Imposible, había libros de reciente adquisición. ¿Una librería común? Demasiado libro de segunda mano. Tampoco apreciaba una sabia combinación de libros recientes y antiguos. No me quedaba claro. En cambio, sí podía ver con claridad que el esfuerzo estético por dar un aire de romanticismo y sofisticación al local se acompañaba de un buen número de productos comerciales como bolsas, cuadernos o marcapáginas.

En realidad, tuve la desagradable sensación de que la librería obtenía más beneficios con las tazas y los cuadernos de diseño que con los libros. Una sospecha que fue a más conforme repasaba las estanterías.

Mis años de experiencia colocando estanterías en bibliotecas me indicaban que, en aquella librería, los libros importaban bastante poco. No solo había una disposición anárquica en los diferentes títulos, sino que grandes autores quedaban marginados. Es inaceptable que un libro de Albert Camus se encuentre entremezclado con otros títulos en una esquina oculta de una librería.

Me adentré en su sótano. Lo mismo: libros dispuestos sin alma. Ni siquiera había una organización que beneficiara a ciertos títulos comerciales. Después, volví al espacio principal para subirme a una especie de entreplanta. Había varios espacios –asumo que para clubes de lectura y otras actividades culturales–. Dentro de estos espacios, me horroricé al ver algunas publicaciones demasiado cerca de un lavabo. ¿No apreciaban los libros, ni siquiera, como mercancía?

Al final, di con un pequeño espacio rectangular muy ‘cuqui’ que resultó ser el espacio más interesante de la tienda. Estaba repleto de libros interesantes de segunda mano colocados de cualquier manera. Pongo muy en duda que, en caso de que le preguntara a la tendera por ese título, ella fuese capaz de encontrarlo. Me niego a llamarla librera. Ni siquiera se acercó a mí para ofrecerme guía.


Salí escandalizado de la librería sin realizar compra alguna y continué mi paseo cuesta abajo hasta que me encontré algo que me llamó la atención: unos libros en inglés dispuestos en mitad de la calle. Por instinto, me dio por agacharme y sacarles una foto. Cuando me levanté, me encontré detrás de mí a un barrendero que, con prudencia, me preguntó si los libros eran míos. Le dije que no y dejé que los desechara.

¿Me dieron lástima los libros? En parte sí. Sin embargo, no soy la Biblioteca Nacional de España. En mi casa no cabe todo, ni todo me interesa. Por no hablar de la posibilidad de encontrarlos, quizá, en electrónico. El romanticismo es una rémora y me resisto al culto del objeto.

Continué mi paseo hasta que encontré otra librería. De primeras, no me atrajo tanto como la otra. Era evidente que su estética estaba descuidada y que era la típica librería de viejos que vendía tres novelas a cinco euros. Y al peso, si preguntabas. En el centro de la sala, las novelas se apilaban en horizontal sin orden alguno. Sin embargo, me fijé desde la entrada en los libros que había en una estantería cercana. El ensayo era distinto. Me di cuenta de que ahí dentro había droga dura. Había que entrar. Olía tan bien...

Era una librería de viejos donde sí era evidente la distinción entre lo que era valioso y lo que no. Y lo que era valioso no valía tres euros. Desde lejos, el dueño me saludó y me ofreció su ayuda en lo que necesitara. Yo se lo agradecí y le reconocí que solo estaba mirando.

Los ensayos eran buenos e interesantes. Por fin, al rato, di con una pequeña estantería que hubiera querido llevarme entera. Agarré uno de los volúmenes, sorprendido de encontrar allí aquella joya.

“¡Buen libro!”, me indicó el librero mientras se acercaba con sigilo. “Sí que lo es. Es casi imposible de conseguir”, le respondí. Había visto su precio: 44€. El hombre me habló del origen, no solo del libro, sino de todos los que estaban en la estantería. Una buena compra a un señor. “Quizá, un jubilado”, pensé. Sabía lo que tenía entre las manos. Y él también lo sabía. Conversamos un poco.

Al rato, pregunté lo que ya sabía. Me respondió que el libro valía 30€. Creo que le caí bien. A pesar de la rebaja, intenté regatear. Lo conseguí: 25 pavos por una droga que, espero, me dará muchas alegrías en el futuro. No es fácil de encontrar y tengo mucho que publicar.

Cerrada la compra, debatimos sobre el universo del libro de manera genérica. En un momento dado, como para ponerme a prueba, me mencionó el ‘Palau’. Manual del librero hispano-americano de Antonio Palau y Dulcet es una obra clásica que, en su día, fue fundamental para libreros, bibliotecarios y estudiosos.

Señalé que el ‘Palau’ estaba superado, que cualquier catálogo en línea podía ya ofrecer lo mismo que el ‘Palau’ y más. Sin embargo, el buen librero me respondió que “el ‘Palau’ es insuperable”. Contrataqué señalándole que adolecía de cierto romanticismo inherente al libro impreso. “Bueno, es que vivo de eso...”, respondió al fin.

Nos miramos a los ojos por una fracción de segundo. Sonreímos como niños sorprendidos de nuestra propia audacia y nos regalamos una sincera carcajada. Nos presentamos al fin, conscientes de que compartíamos un mismo secreto, aunque en el fondo no lo fuese. O no del todo. Nos dimos la mano y me dirigí a la calle, donde había quedado con una buena amiga.

Haereticus dixit.

RAFAEL SOTO

28 oct 2021

  • 28.10.21
Hay muchas formas de clasificar a las personas. Hay personas que viven en un hogar estable sin necesidad, obligación o voluntad de trasladarse cada cierto tiempo. En cierto modo, los envidiosos suelen ser aquellos que no viven la aventura de la movilidad. Muchos desearían despertar en camas ajenas o en camas propias, ubicadas lejos de la residencia habitual. También desearían tener un trabajo que los obligara a moverse con los gastos pagados o viajar por placer más a menudo.


Después, están los obligados a moverse, que requieren su propia clasificación. Sin embargo, con lo que no suelen contar los sedentarios es que también pueden ser objetos de envidia.

Aquellos para los que la movilidad es una realidad impuesta o necesaria, la sensación es la misma. Despiertas o te despiertan, abres los ojos y miras el techo. Se produce un instante de desorientación, un fogonazo mental tan breve como intensa. Los techos suelen ser blancos, lisos y sin peculiaridades evidentes. Sientes un instante de miedo. No sabes dónde estás.

Sin embargo, salvo problema de salud mental o acción mafiosa, al final acabas ubicándote. Sabes que estás en casa de fulanito o fulanita, en el hotel que haya tocado, en la ciudad que no hay quien entienda, en el país de la bandera hortera. Da igual. Al final, te acabas ubicando. Y es en ese preciso instante donde actúan la circunstancia y el carácter.

Una opción, como otra cualquiera, es mirar el techo en penumbras y, si estás acompañado, echar un vistazo rápido –o no tanto– a quien comparte tus sábanas. Puedes aguzar los sentidos. El olfato pide su protagonismo, aunque resulte fugaz. Te haces consciente del tacto de esa piel, tan extraña como propia a la vez. Y, si estás solo, puedes mirar a los lados. Comprobar si hay quien te aguarda en la vigilia o si, más bien, despiertas en la soledad del cubículo.

Hideaki Anno conocía esta sensación. Quizá, por ello, el protagonista de su serie Neon Genesis Evangelion (1995), Shinji Ikari, tiende a mirar los techos después de varios cambios de residencia u hospital. Siempre hay penumbra y solo, en ocasiones, tras ese terrible fogonazo de desorientación, encuentra una figura materna velando por su seguridad.

Sin embargo, hay otra forma más común de dividir a las personas: entre las que tienen una cama y las que no. Según el Instituto Nacional de Estadística, España cuenta con más de 47 millones de habitantes. Hay quien dice que hay más de treinta mil personas sin hogar, mientras otros dicen que superan los cincuenta mil. Nunca me he creído estas cuentas, las diera el Gobierno, Cáritas o el que sea. Siempre he pensado que hay muchas más personas sin cama, propia o ajena.

Estas personas también viven ese fogonazo de desorientación. En su caso, la causa no es el cambio de cama, sino su naturaleza errante. Quizá, según el caso, hasta peregrina. Para unos, la sensación de que han aguantado una noche más. Para otros, que ya les queda una menos, aunque no está claro para qué.

Sería deseable que la calle desintegrara, pero no es el caso. La calle quema y destroza con lentitud. Lleva a quien puede a degradarse o aceptar lo inaceptable y, a quien no, a la resignación al abandono y la insignificancia. Quizá, hasta al estigma.

Vivimos una crisis económica que nunca se ha terminado de ir, una pandemia y, ahora, una inflación –la declaración de estanflación vendrá cuando los medios de comunicación afines a la oposición lo tengan a bien– que se está llevando por delante a familias enteras. Personas que, en ese fogonazo cruel, aspiran a despertar seguros, acompañados y cobijados bajo un techo, y no sobre el suelo de granito o mármol del cajero de un banco.

En medio de una crisis energética que promete seguir subiéndonos la factura de luz, con Vladimir Putin acariciando amenazante la llave del gas y con el gas argelino limitado, cabe plantearse cómo vamos a pasar el invierno los que tenemos cama propia y los que no.

Quizá, algún día, la cuestión de las personas sin hogar y de los que están al borde de serlo se convierta en uno de los “temazos” progresistas. Aunque quizá haya que esperar a las elecciones generales de 2022. Porque hay otra clasificación de personas, las que creen que habrá adelanto electoral en 2022 y las que no. Espero que todos mantengamos nuestras camas para entonces, pase lo que pase. Y que no tengamos que pagar impuestos adicionales por ello.

Haereticus dixit.

RAFAEL SOTO

14 oct 2021

  • 14.10.21
Isidoro de Sevilla, santo para la Iglesia Católica, fue un visigodo cuyos restos se encuentran, en la actualidad, en San Isidoro de León –un edificio hermosísimo, he de añadir, con unos frescos magníficos que justifican la visita. Sin embargo, se cree que nació en Cartagena y que el apodo Hispalensis le viene de haber sido, en efecto, arzobispo de la actual capital andaluza. Fue hermano de Leandro, otro santo para los católicos, y predecesor de Isidoro en el Arzobispado.


Isidoro es una de las grandes figuras intelectuales del siglo VI, si no la mayor, y la prueba de que los años góticos hispanos no fueron tan oscuros. Gran cronista de la épica visigoda y divulgador por excelencia del saber de su época, una de las obras por las que se le recuerda son las Etimologías, escritas en latín. En ellas, señala un hecho curioso.

Como sabemos, en el Antiguo Testamento, aparte de encontrarnos exabruptos divinos y castigados a mansalva, se narra la historia de Noé. Lo que todos sabemos: hubo un diluvio porque los humanos eran todos muy malos y, en Su omnipotencia, en vez de cambiar los caracteres de la gente, a Yavhé Elohim le da por ahogarlos a todos. Menos a Noé y su familia, que eran buena gente y contaban con información de las altas esferas.

En lo que respecta a Noé, se cuenta que tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet. De cada uno de ellos desciende un cachito del mundo conocido. De Sem descienden los asiáticos, de Cam, los africanos, y de Jafet, los europeos.

Un día, a Noé le dio por la juerga y se tiró desnudo en el campo para dormir la borrachera. Cam lo vio y fue corriendo a contárselo a sus hermanos para que disfrutaran del espectáculo. Sem y Jafet, que eran buenos hijos, se escandalizaron, miraron para otro lado, y cubrieron el cuerpo de su padre.

Cuando al buen señor se le pasó la resaca y se enteró de lo que había hecho su hijo, maldijo a Cam y a su hijo Canaán. No es tontería. La maldición del patriarca de los africanos justificó durante siglos la esclavitud y el sometimiento de las personas de raza negra. Seamos conscientes de las graves implicaciones de lo que estamos hablando.

De acuerdo con el Génesis, Jafet tuvo siete hijos: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras. Una genealogía que San Isidoro de donde sea mantiene para señalar que, cada uno de ellos, fue padre de un gran pueblo. En las citadas Etimologías, en su libro noveno, señala: “Thubal, antepasado de los iberos, denominados también hispanos; no obstante, hay quienes sospechan que de él tuvieron asimismo origen los italianos”.

San Isidoro no se lo sacó de la nada. Con casi toda probabilidad, esa idea provenía de una tradición anterior. Sin embargo, ahí quedó el origen histórico de Hispania para la propaganda castellana primero, y española después.

Del mismo modo que, en el mundo grecolatino, los pueblos buscaban fundadores heroicos, la lógica judeocristiana hizo buscar en la Biblia a los fundadores de los pueblos altomedievales. Cuando menos, es curioso que el pueblo hispánico, al igual que el itálico, provengan de Tubal, mientras que los godos provenían de Magog y los galos, de Gomer.

El lector de esta columna puede plantearse, con toda lógica, qué sentido tiene escribir –o quizá, incluso leer– sobre todas estas cuestiones. Y es cierto: no tiene ninguna. Porque ningún nacionalismo tiene sentido. Sin embargo, es algo que está ahí, que ha estado durante siglos.

Hace unos días, se ha celebrado el Día de la Hispanidad. Se celebra el 12 de octubre, como todos sabemos, por el descubrimiento de América por los europeos o, si lo prefieren, por el encuentro entre dos culturas.

Todos los años se produce la misma polémica absurda sobre si hay algo que celebrar o no, y qué es lo celebrable. Lo cierto es que se rememora que unos que se creían descendientes de Jafet y Tubal se encontraron con los que ellos creían descendientes de Sem, y que resultaron ser otras personas que no existían en las Sagradas Escrituras.

Hay que celebrar que, desde entonces, la lógica teocéntrica perdió todo su sentido de manera gradual, y que un grupo de personas, financiadas por la Corona de Castilla, fueron los que llevaron a cabo ese acto revolucionario que nos llevó al mundo moderno.

En un momento en el que Chile está llevando a cabo acciones represivas contra los mapuches y en el que el género western –relatos basados en un genocidio en toda regla– es considerado como un clásico sin discusión, digno de amenizar la hora de la siesta en la televisión, quizá sea momento de quitarnos de encima ese sambenito tan hispano de creernos los peores del universo –o los mejores, según extremos–.

Sí hay algo que celebrar en el Día de la Hispanidad: la llegada del mundo moderno. Y a mí sí me enorgullece que el primero que viera tierra y conectara esas dos culturas fuera un tal Rodrigo de Triana, andaluz humilde y sin más aspiración que la de buscarse la vida, como otros tantos a día de hoy, y no un miembro más de la estirpe de Jafet y Tubal.

Haereticus dixit.

RAFAEL SOTO

30 sept 2021

  • 30.9.21
La situación del andalucismo me provoca una profunda tristeza. En especial, tras la decepcionante deriva de Andalucía Por Sí (AxSí), que cada día resulta más irracional y contraria al sentir de la mayoría de los andaluces.


El andaluz medio es regionalista, no nacionalista. Y si es nacionalista, lo es en la medida en que lo es ese paradójico “nacionalismo universal” de Blas Infante. Y es ahí donde está el pecado original del andalucismo político actual: el interés en imitar los nacionalismos norteños y, en especial, el catalán. Unos nacionalismos que son despreciables para el andaluz medio y, de paso, para cualquier persona con dos dedos de frente.

El pasado 24 de septiembre, la senadora andalucista Pilar González, de Adelante Andalucía, hizo una absurda reivindicación del andaluz como lengua que compartió en Twitter, lo que ha provocado un aluvión de críticas más o menos acertadas.


El andaluz es un riquísimo dialecto con numerosas hablas y no hay nada malo en intentar unificar una ortografía del andaluz. Ninguna novedad puesto que, en la literatura –e, incluso, fuera de ella–, no son pocas las veces que se ha querido remarcar el dialecto andaluz inventándose una transcripción del hablado al escrito.

Pues, como señaló Antonio de Nebrija: “que assi tenemos de escribir como pronunciamos i pronunciar como escribimos por lo que en otra manera en vano fueron halladas las letras”. No estamos haciendo referencia aquí a la invención de un idioma o la perversión ideológica de una, como ocurre con el mal llamado ‘lenguaje inclusivo’ –mala traducción del inglés y que, en realidad, pretende ser un uso inclusivo de la lengua–. Se trata más bien de una transcripción con ortografía unificada, una forma de transcribir la lengua hablada al escrito.

Por tanto, no veo nada negativo en la propuesta de modelos ortográficos. Quizá, sí entiendo más debate en su uso o en la obligación de usarlos. Juan Porras Blanco hizo una “traducción” al andaluz de El Principito de Antoine de Saint-Exupéry: el fundamental Er Prinzipito. No estuve conforme con su propuesta, puesto que no acepto la idea del andaluz como lengua, ni algunas incorrecciones que pretendía hacer pasar por propios de la supuesta lengua andaluza.

Sin embargo, sí valoro al proyecto la idea, que ya venía de antes, de que se necesita una transcripción del andaluz para remarcar y reivindicar tanto en un nivel cultural como en un nivel político la identidad andaluza.

Una idea que ha tenido varias continuaciones y que parece cristalizarse en el sistema EPA, disponible aquí, y que, incluso, cuenta ya con un transcriptor en línea, que se encuentra también disponible aquí. El citado sistema ya es de uso habitual en el mundo cultural underground de Andalucía –nótese, por ejemplo, el popular grupo Califato ¾– y tiene variables que permiten su adaptación a las diferentes hablas andaluzas.

Yo mismo he utilizado en una columna reciente esta ortografía. En mi opinión, salvo que se intente imitar la lengua hablada, el andaluz transcrito debería reservarse para estilos directos o, quizá, titulares como el que acompaña este texto. Sin embargo, no deja de ser una opinión. Así lo hago, por ejemplo, en una transcripción de un locutor andaluz en la columna La oportunidad perdida de los Juegos Paralímpicos, y considero que es positivo para reivindicar un dialecto tan denostado como el que nos ocupa.

¿Qué hay de malo en esta propuesta ortográfica? Nada. Lo único negativo es la tontería de reivindicarla como lengua, pues no solo es insostenible, sino que tira por tierra un proyecto prometedor en el espacio sólido y seguro del regionalismo y de la reivindicación de los dialectos de España.

Insistimos: Andalucía es regionalista, no nacionalista. Hablar de independencias, lenguas, ‘Estado Español’ y referéndum es un sinsentido que provoca rechazo en el andaluz medio, da alas al nacionalismo español más rancio y tira por tierra el trabajo de nuestros antecesores.

Por tanto, y esto lo digo en perfecto andaluz: Andaluçía debe reibindicarçe como una rehión o êttao federâh iguâh a lô demâh, ni mâh, ni menô, que âppire argún día a çêh, como diría Infante, "punta de lança" de Êppaña. Argo impoçible çin una reibindicaçión de lo propio que rompa con lô êttereotipô que nô lâttran, y una repreçentaçión política acorde. Una repreçentaçión política que no yegará âtta que el andaluçîmmo no buerba al rehionalîmmo o a un federalîmmo leâh a la idea de Êppaña, pero hamâh çumiça.

Haereticus dixit
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RAFAEL SOTO

16 sept 2021

  • 16.9.21
La Historia de la Comunicación no solo consiste en los productos comunicativos y en sus contenidos. Conocer las condiciones de producción nos permite comprender mejor esos productos y profundizar en cómo los procesos comunicativos contribuyen a (re)configurar las sociedades.


Por eso, en el contexto del ascenso de los talibanes en Afganistán, admito que he disfrutado de la visualización de Mujeres árabes lápiz en mano (Lizzie Treu y Eloïse Fagard, 2021), un documental con historias de vida de varias dibujantes de cómic en el mundo árabe. El documental puede visualizarse con subtítulos en abierto y en castellano en este enlace.

Es probable que las realizadoras del documental no fueran conscientes de su valor para la Historia de la Comunicación, puesto que es evidente que utilizan el prisma del arte para tratar cuestiones político-sociales: el cambio del rol de la mujer, sus dificultades y los retos del feminismo en el mundo árabe.

A lo largo del documental, queda patente el buen número de complicaciones a las que se enfrentan tanto para vivir con cierta libertad como para poder producir. Las novelas gráficas y demás productos en 2D nos ofrecen superheroínas que promueven cambios sociales, autoproyecciones de su creadora en una mujer desnuda, gigante y vigilante entre los rascacielos, tiras satíricas o relatos más o menos fantasiosos que tienen una inspiración y un efecto directos en la realidad.

En especial, admito que me he sentido atraído por el trabajo de la joven Deena Mohamed. Una muestra interesante de su obra es Qahera, una superheroína que lucha por los derechos de la mujer pero que, a la vez, tiene que aprender a no sobrepasarse. La violencia no es la solución. Para goce del lector, le indico que la obra también está en abierto y en lengua inglesa en este enlace.

Llama la atención el segundo número, dedicado a las feministas radicales de Femen. Qahera castiga a un grupo de activistas de Femen por su radicalismo, su islamofobia –aunque, quizá, sería más exacto hablar de una visión demasiado occidental y moralista del feminismo–, y su visión del hiyab como imposición.

“Así que sentíos libres de rescatarme en cualquier momento... La cuestión es, ¿quién os va a rescatar a vosotras?”
(Traducción libre del autor). Fuente: Qahera

Con respecto al perfil de las dibujantes, llama la atención el hecho de que casi todas manejan, al menos, un idioma extranjero. Sus orígenes sociales se encuentran en la clase media-alta de la sociedad y hacen uso de las nuevas tecnologías para crear y difundir sus obras.

Las influencias extranjeras están muy presentes en sus obras y, en especial, en la ya citada Deena Mohamed, que no duda en mostrar su gusto por el manga y el anime. Sin embargo, son muy conscientes de sus localismos y mantienen interrelaciones con otros artistas del mundo árabe.

Todas viven sus vidas con miedo a que, algún día, la represión se cebe con ellas de un modo u otro. También al machismo estructural de la sociedad en la que se integran: “En realidad, no me siento ni libre ni tampoco segura”, confiesa la marroquí Zainab Fasiki.

La creadora del controvertido proyecto Hshouma ha denunciado a lo largo de su carrera la confusión entre delito y pecado, así como esa violencia que no está a la vista. La violación de una chica con discapacidad en un autobús de Casablanca en 2017 dio lugar a una impactante ilustración –en su contexto social– en el que se ve una mujer violada.

“Los autobuses están hechos para transportar a la gente no para violar a las chicas”
(Traducción libre del autor) Fuente: Instagram [@zainab_fasiki]

La tunecina Nadia Khiari no muestra un menor compromiso político con su obra satírica Willis de Túnez, que recopiló en ¡10 años y todavía vivo! Esta obra hace referencia a los diez años que habían pasado desde uno de los últimos discursos del dictador Ben Ali en 2011 y recupera todas las caricaturas de Willis que había difundido desde entonces.

“¿Por qué el diálogo nacional es imposible? Difícil de dialogar. La boca llena”
(Traducción libre del autor). Caricatura de Willis from Tunis de Nadia Khiari. Fuente: Instagram [@willisfromtunis]

Son relatos feministas sin estridencias, sin dobles raseros, honestos y valiosos para comprender el rol social del cómic en la sociedad árabe como forma de manifestación de la disidencia.

“Hay algo que hierve”, dice una de las dibujantes en referencia a un espíritu progresista y reivindicativo que sobrevuela el mundo árabe. Es triste. En España, podríamos decir que hay algo que se pudre. Pero eso ya lo dejamos para otro día. Mientras, vale la pena disfrutar de este documental y del mundo que nos abre.

Haereticus dixit.

RAFAEL SOTO

2 sept 2021

  • 2.9.21
Último día de las vacaciones más ansiadas de mi vida. De lejos. Recién levantado, me doy cuenta de que estoy solo en casa. Es verdad, ya lo sabía, soy el último de los dos en incorporarse a su puesto de trabajo. Necesito espabilar, pero no quiero.


Incluso en verano, las mañanas mesetarias pueden ser frías. La ventana está abierta y corre mucho aire. Cosa de una hora, pero sé que es un momento ideal. Cierro la ventana, me tiro en el sofá y disfruto de la luz que se posa en ella mientras que todavía es agradable.

Reflexiono sobre varias cuestiones. En realidad, he procrastinado mucho. Me he centrado tanto en disfrutar, iniciar ciertas rutinas o resolver cuestiones urgentes que he ido dejando decisiones importantes de lado. Tirado en el sofá, hago una lista para resolverlos o decidir sobre ellos a lo largo del día y me dirijo a la cocina.

Aprovecho mis auriculares inalámbricos para hacer una llamada y, una vez acabada, pongo mi programa deportivo local de cabecera. ‘Biriprensa’, por supuesto, pero la alternativa es Radio Betis y se trata de informarse, no de escuchar el boletín oficial de la directiva. También quiero enterarme de la realidad en otros equipos.

Escucho lo siguiente al inicio del programa: “[…] en orario normâh, […] un día de la temporá normâh, çin Eurocopa, çin Olimpiâh […]”. Algo me alarma. No me cuadra. Había algo, ¿no? Sigue cuando acaba la sintonía: “[…] cuando êttábamô en orario Olimpiá o en orario Eurocopa [êttábamô] âtta lâ cuatro menô cuarto, pero aquí êttamô […]”. ¿Y los Paralímpicos?

No soy periodista deportivo, pero sí soy un ciudadano con cierta conciencia. Los Juegos Paralímpicos empezaron el 24 de agosto y acabarán el 5 de septiembre. Y lo cierto es que ni siquiera Televisión Española le está dando el peso que debería tener en la parrilla. En otros espacios ni siquiera existe. Es cierto, no se puede estar en todo, pero en las grandes citas habría que estar.

Ni las alarmas informativas del móvil, ni los telediarios, ni la prensa escrita. No es que se les ignore de manera sistemática, pero es innegable que los Juegos Paralímpicos no tienen el mismo tratamiento que los Juegos Olímpicos.

Los patriotas se olvidan de que hay atletas defendiendo su bandera en una gran competición internacional, mientras que los defensores a ultranza de la igualdad no se aplican el discurso con unos deportistas que reivindican con su sola presencia, como mínimo, la igualdad de trato y oportunidades.

Son el espíritu olímpico en estado puro. Sin apenas recursos o apoyo, estos atletas son un ejemplo de esfuerzo y superación. Frente a las 17 medallas de los Juegos Olímpicos, tres de ellas de oro, los atletas paralímpicos españoles llevan 24 en el momento en que se escriben estas líneas, de las que ocho son de oro. ¿Repercusión mediática? Mínima.

Termino de fregar y me enciendo. Dejo de lado la columna que tenía por terminar y escribo el borrador de la presente casi sin levantarme de la mesa. No me enfada el hecho de que los Juegos Paralímpicos reciban menos atención. Hay muchas injusticias.

Lo que me enciende es que se ignoren sin mala conciencia. Me fastidia darme cuenta de que se ha perdido una oportunidad excelente, en un momento propicio, de concienciar sobre la discapacidad y normalizar su presencia en la sociedad.

Podríamos hablar también de las desigualdades sociales y económicas en el acceso al deporte –y a casi todo– de los “disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos”, como son denominados por la Constitución. Pero dudo de que estemos preparados para este debate.

Haereticus dixit.

RAFAEL SOTO

19 ago 2021

  • 19.8.21
Antes de arrancar, conviene advertir que todo el texto que leerán a continuación está salpicado de spoilers. Dicho queda. Suena la melodía Herz und mund und Tat und Leben, Cantata BWV 147: Jesu, Joy of Man's Desiring de Johan Sebastian Bach. Mientras, vemos los hechos acaecidos en las películas previas, y Hideaki Anno nos ofrece el final del nuevo génesis. El círculo se cierra.


El 13 de agosto de 2021 se ha estrenado en España, algo antes en Japón, Evangelion 3.0+1.0: Thrice upon a time. Nueve años de espera, tras la inquietante Evangelion 3.0: You Can (Not) Redo. Loado seas, Hideaki Anno.

Hideaki, han pasado 61 años desde que naciste en Ube, en la prefectura japonesa de Yamaguchi. Da igual si es cine de animación o con actores reales. Admítelo, estás obsesionado con los ambientes industriales en los que te criaste.

Love & Pop (Hideaki Anno, 1998). 06:51. Paisaje urbano.

Kareshi Kanojo no Jijō (Hideaki Anno, 1998). Episodio 19. 01:58. Paisaje urbano: 
“Así, a pesar de ser el final del siglo, sería más apropiado llamarlo un tiempo de caos”.

De chaval fuiste un estudiante introvertido y, según la dirección de tu centro de Educación Primaria, problemático. Y seamos sinceros, algo pillín. Con la excusa de que tu nivel de inglés estaba a la altura de Ana Botella, le pediste a tus padres una grabadora para grabar y estudiar audios, y lo aprovechaste para grabar los audios de la serie Space Battleship Yamato (1974). Y es que eras un friki de los de verdad, no como los chavalillos de ahora, que se creen muy otakus por ver Darling in the Franxx (2018), esa mala copia de tu obra magna.

La jugarreta te salió regular. ¡Encima te encaraste con tu profesor de inglés en un calentón! Durante el Bachillerato, pasaste del tema, y decidiste invertir tus ahorros en una cámara, que te sirvió para elaborar tus primeras creaciones amateurs. Sin embargo, no te enamoraste de la animación en papel hasta que no entraste en el grupo de cine independiente Shado.

En 1978 elaboraste tu primer corto de animación, Ubekusei, con fines escolares, donde ya demostraste tu gusto por los mechas y las explosiones en el contexto de la Guerra Fría y el pavor japonés a la guerra nuclear. De hecho, tu película favorita era Gekido no showashi: Okinawa kessen (Kihachi Okamoto, 1971), que refleja la Batalla de Okinawa durante la Segunda Guerra Mundial. Al año siguiente elaboraste un corto de imagen real, Nakamurider, una parodia de Kamen Rider de Shotaro Ishinomori, siempre dentro del contexto escolar.

Como era de prever, el inglés te fastidió el acceso a la universidad y pasaste un tiempo en blanco. Repartir periódicos o atender una gasolinera son buenas dedicaciones pero sabías que no era lo tuyo. Por eso, elaboraste por esa época varios cortos de animación como Katowaza Jiten: Heta na Teppō mo Kazu Ucha Ataru! (“Dice el dicho: ¡Quien mucho dispara, acaba dándole al blanco!”, 1979), Mizu (“Agua”, 1980) y Kūchū Kansō (“Sustitución aérea”, 1980).

En 1980 tuviste a bien liberar a tus padres de la angustia que les ocasionó tu tiempo de perreo y lograste entrar en la Universidad de Arte de Osaka. Tampoco podías ponerte muy gallito. Te aceptaron porque valoraron tus obras artísticas, no porque te aplicaras con el inglés. Sin embargo, lo importante es que entraste, y allí conociste a gente que sería clave en el futuro, como Hiroyuki Yamaga, Takami Akai, Kazuhiko Shimamoto o Masahiko Minami.

Elaboraste diferentes cortos o anuncios publicitarios en el contexto académico, como Katowaza Jiten y con un corto nuevo, Basutei ni te… (“En la parada del bus…”, 1980), Reezōko wo Aketara Sensha ga Tobi Dashita! (“¡Ha salido un tanque de la nevera!, 1980”) o Jōbu na Taiya! SHADO Taiya (“¡Neumáticos duraderos! Neumáticos SHADO”, 1980). Sin embargo, permíteme decirte que lo que más me mola de esta época es tu corto cinematográfico independiente Ultraman (1980), inspirado en el mítico anime, que continuaría en Ultraman Deluxe (1981). Friki de narices.

Tras varios pequeños trabajos, tuviste tu oportunidad como animador en Studio Ghibli, de la mano del considerado por muchos como el dios del anime, Hayao Miyazaki. Como vivías en Osaka, tuviste que trasladarte con lo puesto y estuviste un tiempo viviendo en el propio estudio. La gente debió fliparlo un poco, pero estabas decidido a hacer realidad tu sueño. Trabajaste en Nausicaä del Valle del Viento (1984) y, satisfecho con la remuneración, te pudiste permitir un traje con tres piezas.

Colaboraste en numerosos proyectos, tanto amateurs como profesionales, pero el gran hito de este período fue la fundación en Osaka de una de las productoras más legendarias de la historia del anime: Gainax. Tus amigos de la uni y tú erais tan buenos que Miyazaki iba a tentaros para que fuerais a trabajar con él. Lo invitasteis a ver Royal Space Force (Hiroyuki Yamaga, 1987). ¿Recuerdas las lágrimas de Yamaga al ver su obra estrenada? Tú también estabas emocionado, seguro.

Aunque es probable que no lo sepas, el que mejor ha reflejado la evolución de Gainax y de tu propia obra en España ha sido David Heredia Pitarch, cuya obra Gainax y Hideaki Anno: La historia de los creadores de Evangelion (2019) te recomiendo encarecidamente.

El que esté interesado en saber sobre la evolución de Gainax ya tiene lectura. Por lo que a mí respecta, sigo con nuestro repaso nostálgico por tus grandes obras. Es más, empezamos fuerte con tu primera obra seria como director: Gunbuster (1988).

En ella ya se ven algunas líneas maestras de tus obras: robots, relaciones humanas, elecciones trágicas… Pero todo se fue al traste con tu siguiente obra: Fushigi mo Umi no Nadia (“Nadia, el misterio de la piedra azul”, 1990). Fue una de tus producciones más amargas y estaba destinada a un público más infantil. Tras esta serie, entraste un profundo estado de depresión. Y no me extraña: la producción fue un desastre.

Empezaste a trabajar en proyectos ajenos, incluso, a Gainax, a la que volviste para dirigir un proyecto que no fuisteis capaces de acabar. El pozo en que se estaba metiendo Gainax era profundo, pero el tuyo más. Sin embargo, sería en este estado depresivo donde llegaría la obra que marcaría la historia del anime para siempre: Neon Genesis Evangelion.

El anime podía ser cosa de adultos más allá del hentai. Y lo demostraste. Hay quien dice que es el equivalente en la animación japonesa de El grito de Edvard Munch. Una trama llena de subtramas y simbolismos que comienza con lo que parece una inocente muestra más de género mecha y acaba como una tragedia llena de componentes psicológicos que nos acompañarán toda la vida. Pero es que, además, te rodeaste de tan buenos compañeros, que hasta la apertura del anime sigue siendo de los más cantados en los karaokes japoneses. Una pasada que nadie se esperaba.

The end of Evangelion (Hideaki Anno, 1997) 41:43. El último grito de Shinji Ikari, al borde de la catatonia.

La trama parece simple. Los ángeles atacan la Tierra para hacerse con los restos de un ente llamado Adán. Si lo consiguen, se producirá el tercer impacto, que acabará con toda vida en el planeta. Para evitarlo, la organización Nerv produce unos robots, los Evas, que por alguna razón solo pueden ser pilotados por ciertos adolescentes especiales.

Uno de ellos es un niño abandonado por su padre, Shinji Ikari. Su padre, Gendo Ikari, es el comandante supremo de Nerv y lo llama para combatir a uno de los ángeles, sin más explicación que una orden. Por piedad de una piloto herida, a la que le suena haber visto antes, accede a luchar. Así empieza el Evangelio del Nuevo Génesis, donde existen ciertos paralelismos entre Shinji y Kendo, y tú mismo.

Neo Genesis Evangelion (Hideaki Anno, 1995) Episodio 2, 19:40. El EVA 01 enloquece y combate al ángel a vida o muerte.

La trama se complica hasta tal extremo que se han publicado, incluso, libros interpretativos como el imprescindible Tú (no) necesitas ser un héroe, de Álvaro Arbonés. Sería ilusionante que le escribieras, Hideaki, pidiéndole una reedición con la interpretación del último rebuild. No entro a explicar más porque se sale del objetivo de este texto.

Neo Genesis Evangelion (Hideaki Anno, 1995) Episodio 1, 15:16. Enfrentamiento entre padre e hijo. 
“–¿Por qué a mí? –Porque nadie más puede hacerlo”. Inocencia y autoridad, confusión e imposición. Incomunicación.

La serie salió a la luz en 1997 y tuvo 26 episodios originales y una película en la que dejaste el trasero torcido a media humanidad. No hay fan que haya estado en tu presencia y no te haya preguntado por el sentido de esa mítica escena final.

The end of Evangelion (Hideaki Anno, 1997) 01:25:26. La escena más desconcertante de la historia del anime hasta entonces. 
La traducción ofrecida suele ser “¡Qué asco!” o el más suave “No me gusta este sentimiento”.

Sin embargo, la serie no estaba redonda. Y lo sabías. Pero hablaremos de ello más tarde. Parodiada, referenciada y discutida, tu franquicia empezó a darte billetes y fama. Pocas veces una depresión dio para tanto. Seguiste con una serie que tendría polémica, pero que resultaba más normalita. Adaptaste un manga escrito por Masami Tsuda, Kareshi Kanojo no Jijō (más conocida como Kare Kano, Las circunstancias de él y ella, 1998).

Kareshi Kanojo no Jijō (Hideaki Anno, 1998). Episodio 24. 07:45. Sōichirō Arima se autoflagela por su origen.

De hecho, hiciste la serie tan a tu modo que hasta la autora acabó quejándose. Se trata de la historia de una relación en la que la pareja deberá superar numerosos obstáculos. Pero, sobre todo, deberán superar sus propios miedos. Al igual que Evangelion, Kare Kano habla de relaciones humanas y de su manera de afrontar la realidad.

El dilema del erizo y las exigencias sociales son otros puntos comunes. Por desgracia, la serie se canceló antes de que pudiera desarrollar los conflictos del protagonista masculino, más oscuros y profundos que los de ella, más centrados en la autoexigencia. Si Evangelion era trágico, Kare Kano era cómico.

Kareshi Kanojo no Jijō (Hideaki Anno, 1998). Episodio 01. 03:36. Yukino Miyazawa, la estudiante modelo, en un intercambio cómico con sus hermanas menores.

Sin embargo, Kare Kano tiene también un fuerte componente social. Quisiste reflejar ese Japón en crisis, cuyos cambios sociales y económicos hicieron la vida más difícil. Un cambio que también reflejarías en tu primer largometraje de imagen real: Love & Pop (1998).

Love & Pop (Hideaki Anno, 1998). 00:10. Una mujer flota sobre lo que parece agua. Un guiño a Evangelion que refleja lo perdida e inconsciente que está la protagonista.

Love & Pop continúa tu senda experimental, pero te alejas de tus robots para continuar con las relaciones humanas. La obra estuvo basada en la novela homónima de Ryū Murakami y aborda cuestiones que van desde la pérdida de la inocencia a la prostitución enmascarada de las chicas de compañía. El ánimo consumista lleva a las chicas a hacer lo que sea por obtener dinero fácil, y la protagonista tendrá que pagar las consecuencias.

Love & Pop (Hideaki Anno, 1998). 01:32:26. El dolor de la violencia y una prostitución disfrazada y sin ningún tipo de protección para la adolescente, que todavía va al instituto.

Mucho más tuya fue Shiki-Jitsu (Ritual, 2000), que ubicaste en tu propia ciudad, Ube. Los espacios urbanos y un bloque de pisos conectados te sirven para reflejar la evolución de la pareja protagonista. Por un lado, un artista en horas bajas y, por otro, una persona con claros problemas mentales. Juntos logran superar sus traumas y recuperar sus vidas.

Shiki-Jitsu (Ritual, Hideaki Anno, 2000). 00:03:00. Los espacios urbanos de Ube sirven de escenario a esta curiosa pareja que, en este momento de la película, están conociéndose.

La experimentación y el simbolismo que te caracterizan están presentes en un film que recupera tu obsesión por el dilema del erizo. Sin embargo, hay una cuestión fundamental que se debe tener en cuenta. Desde un punto de vista emocional, no hay salvación ni madurez en Evangelion (a estas alturas), y las que ofrecen Kare Kano y Shiki-Jitsu acaban cayendo en la dependencia. Los que necesitan salvarse necesitan de una tercera persona. Idea peligrosa de la que hasta tú acabarías dándote cuenta.

Shiki-Jitsu (Ritual, Hideaki Anno, 2000). 00:56:29. Numerosos elementos simbólicos están presentes a lo largo de toda la película.

¿Quién sabe? Quizá tu relación con tu mujer tuviera algo que ver con esa concepción. Conociste a la santísima Moyocco Anno durante la producción de The end of Evangelion. Ella cuenta que no le caíste bien al principio por callado y brusco. Menos mal que la cosa mejoró.

El día de tu boda, el 28 de abril de 2002, tuvo que ser la bomba. Inolvidable. Para lo bueno y para lo malo. Hayao Miyazaki dio un discurso que calificarías de “extremadamente largo y humillante”, en el que recordó tus tiempos de soltero. Que te recuerden delante de tus padres, tu mujer, tus suegros y el resto de invitados que de joven no te bañabas y que dormías entre cucarachas tiene que ser exquisito.

En 2004 hiciste tu última película, o al menos, por una temporada: Cutie Honey (2004). La película estaba basada en un manga homónimo y, discúlpame Hideaki, parece una versión de los Power Rangers a la japonesa.

Cutie Honey (Hideaki Anno, 2004). 00:08:10. Cutie Honey es la protagonista de este film lleno de acción, disfraces y frikismo.

La película resulta superficial y se aleja mucho del estilo de sus largometrajes anteriores. Eso sí, es digno de un friki como tú. Pero tus escarceos en el cine iban a acabar. Sabías que podía mejorarse. Sabías que Evangelion no había acabado todavía.

En el verano de 2002 viste de una sentada toda la serie y redescubriste tu propia obra. Te diste cuenta de que faltaba algo, un proyecto artístico y, como señalaste con honestidad, dinero, y empezaste a pensar en los denominados rebuild. En 2006, viendo que Gainax estaba en otras cosas, reuniste a buena parte del proyecto original y creaste una productora propia, Khara.

El mundo estaba en vilo. ¿Era un remake? ¿Un universo paralelo? Desde que saliera el primer rebuild, Evangelion 1.0: You’re (not) alone (2007), hemos esperado catorce años para entender qué querías hacer. Catorce años. Se dice pronto.

Evangelion 2.0: You can (not) advance (2009) introduce nuevos personajes y dejas claro que no se trata de un simple remake. Y con Evangelion 3.0: You Can (Not) Redo (2012) nos dejaste a todos en shock. Un cambio absoluto con respecto a la serie original. Y entonces, metiste la pata.

Sí, vale, entiendo que te agobias y te deprimes y esas cosas. Pero… ¿cómo se te ocurre ponerte a hacer una peli de Godzilla? ¡Nueve años! ¡Nueve años esperando a que saliera el final! ¿Parodias de Hitler en El búnker acordándose de toda tu familia no te hacían comprender la urgencia de la situación? Eso no se hace, hombre…

Pero bueno, lo hecho, hecho está. Y hay que admitir que estuvo bien hecho. Has demostrado estar en tu mejor momento. Shin Godzilla (2016) fue un éxito en todos los sentidos. Hiciste el guion, lo codirigiste con Shinji Higuchi y dejaste la banda sonora al glorioso Shirô Sagisu. Una combinación inmejorable.

Shin Godzilla combina tu amor por los monstruos y la tecnología con una crítica social que no te recordábamos desde Love & Pop. Atacas una burocracia que ralentiza todo lo que toca, a los viejos profesores universitarios que demuestran más preocupación por su reputación que por ayudar, a unos políticos ineptos… Y, de manera sorprendente, hasta te metes con la intervención yanki en Japón. Todo ello unido a unos buenos efectos especiales y una magnífica banda sonora.

Sin embargo, desde el punto de vista técnico y sentimental, Evangelion 3.0+1.0: Thrice upon a time (2021) es tu obra maestra, en mi humilde opinión. Una película casi comprensible para lo que eres tú, con buena banda sonora y un guion de escándalo.

Me quedo con dos momentos de la película. En primer lugar, el enfrentamiento directo de Shinji con su padre, tan necesario en la saga. En segundo lugar, la última escena. Shinji en la que el protagonista ha madurado y se ha salvado. No a través del amor ni de chorradas.

No solo se salva –cosa que no hace en la serie original, donde acaba llorando de pura frustración–, sino que se salva él mismo, y salva a los demás. Sin más dramas de los necesarios. Incluso Gendo encuentra la redención. El Evangelio del Nuevo Génesis tiene, por fin, un final feliz, basado en la aceptación.

Tu evangelio lo viví como un asteroide en mi vida. Sé que no soy el único. Prueba de ello es que le pusieran tu nombre a un asteroide, el 9081 Hideakianno. Tu influencia en la cultura otaku y en la vida de tus seguidores es profunda. Quizá, por eso siento ahora un enorme vacío, Hideaki. Te he seguido desde mi más tierna infancia sin saberlo y por fin siento que esto se ha acabado, y para bien.

Por alguna razón, asumiendo tu implicación personal en la saga de Evangelion y tu identificación parcial con Shinji y Gendo, quiero pensar que tú también te has liberado al liberarlos a ellos de sus trabas emocionales. No sé cuál será tu próximo proyecto. Pero, por favor, no toques más el Evangelio del Nuevo Génesis. Ha quedado perfecto, tal y como está.

Haereticus dixit.

RAFAEL SOTO

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