Fue una Madrugá con nuevos aires para la Cofradía del Gran Poder de Dos Hermanas; y con nuevas luces, ya que cuando el palio con la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso hizo la entrada en su Capilla de la calle Real Utrera el reloj marcaba las nueve menos veinte de la mañana. Se cumplía así la previsión de la Hermandad de permanecer más tiempo en la calle para dar la posibilidad a más personas de presenciar a sus imágenes titulares.
En la Madrugá de este Viernes Santo se cumplieron todas las previsiones que se tienen presentes siempre que el buen tiempo acompaña. Y así fue. El entorno de la Capilla de la calle Real Utrera se mostraba repleta de nazarenos y nazarenas, que se entremezclaban en una penumbra muy propia de la salida de esta Cofradía de nazarenos.
Y allí había quienes llegaron de despedir hasta el año que viene al Señor de la Vera-Cruz, de los que se levantaron a las pocas horas de dormir para asistir al encuentro con el Gran Poder y, sobre todo, de quienes en cumplimiento con una promesa se posicionaron rápidamente para seguir la estela que marca su paso decidido.
Siempre se podrá discutir si son más o menos que otros años, si hubo Madrugás en las que las filas de quienes han realizado una promesa llegaban de una punta a otra de la calle Manuel de Falla, pero el caso es que siempre impresiona la gran cantidad de hombres y mujeres, jóvenes y mayores, que guardan rigurosamente la fila de los paisanos que realizan todo el recorrido tras Él.
Después de la presentación ante la Hermandad de la Vera-Cruz, que acababa de cumplir con su Estación de Penitencia, el itinerario siguiente fue el previsto, caminando por calles en las que conseguían congregarse las personas que no dormían esa noche en Dos Hermanas y viendo como otras tantas se asomaban a sus ventanas o balcones sin dejar el calor del hogar.
Hasta que llegaron a calles como San Alberto, Lope de Vega o Villavicencio de los Caballeros, por las que no había pasado nunca con anterioridad o por las que no pasaba hacía años. Y entonces fue dibujando una especie de serpenteo del que salió una vez que desembocó en la calle Canónigo y enfiló Santa María Magdalena para realizar su entrada en la Carrera Oficial.
La luz del cielo, por entonces, ya había pasado del negro al azul oscuro, y, poco después, al azul claro de una mañana tremendamente agradable que fue la encargada de guiar al Señor y a la Virgen hasta su Capilla. Y fue a partir de ahí cuando ya se observaron muchas caras que acababan de levantarse para seguirlas hasta su recogida.
Cuando el reloj de Santa María Magdalena recibió la presentación del Gran Poder, a esa hora de los años anteriores ya se encontraba entrando en su Capilla de Real Utrera, lo que quería decir que se estaba cumpliendo con el deseo de la Hermandad de entrar unos cuarenta minutos más tarde para dar así la oportunidad a aquellas personas, especialmente mayores y pequeños, a los que les costaba más trabajo acudir a su encuentro por la mañana.
Tras el paso de ambas imágenes por el nuevo espacio que ofrece todo el entorno remodelado de la Torre del Olivar, se dirigieron de forma pausada hacia su Capilla, donde cerraron una Estación de Penitencia repleta de recogimiento y de secuencias que pasarán a engrosar esa memoria de quienes las contemplan cada año.
Un recorrido que sólo se vio interrumpido cuando en la calle Botica, pasadas las seis de la madrugada, el paso del Señor hubo de detenerse para que dos auxiliares se subieran al mismo a reparar las potencias, ya que una de ellas se encontraba a punto de desprenderse. Operación en la que se empleó unos diez minutos largos, tras la cual ya no hubo más incidentes.
Imágenes de la Madrugá
En la Madrugá de este Viernes Santo se cumplieron todas las previsiones que se tienen presentes siempre que el buen tiempo acompaña. Y así fue. El entorno de la Capilla de la calle Real Utrera se mostraba repleta de nazarenos y nazarenas, que se entremezclaban en una penumbra muy propia de la salida de esta Cofradía de nazarenos.
Y allí había quienes llegaron de despedir hasta el año que viene al Señor de la Vera-Cruz, de los que se levantaron a las pocas horas de dormir para asistir al encuentro con el Gran Poder y, sobre todo, de quienes en cumplimiento con una promesa se posicionaron rápidamente para seguir la estela que marca su paso decidido.
Siempre se podrá discutir si son más o menos que otros años, si hubo Madrugás en las que las filas de quienes han realizado una promesa llegaban de una punta a otra de la calle Manuel de Falla, pero el caso es que siempre impresiona la gran cantidad de hombres y mujeres, jóvenes y mayores, que guardan rigurosamente la fila de los paisanos que realizan todo el recorrido tras Él.
Después de la presentación ante la Hermandad de la Vera-Cruz, que acababa de cumplir con su Estación de Penitencia, el itinerario siguiente fue el previsto, caminando por calles en las que conseguían congregarse las personas que no dormían esa noche en Dos Hermanas y viendo como otras tantas se asomaban a sus ventanas o balcones sin dejar el calor del hogar.
Hasta que llegaron a calles como San Alberto, Lope de Vega o Villavicencio de los Caballeros, por las que no había pasado nunca con anterioridad o por las que no pasaba hacía años. Y entonces fue dibujando una especie de serpenteo del que salió una vez que desembocó en la calle Canónigo y enfiló Santa María Magdalena para realizar su entrada en la Carrera Oficial.
La luz del cielo, por entonces, ya había pasado del negro al azul oscuro, y, poco después, al azul claro de una mañana tremendamente agradable que fue la encargada de guiar al Señor y a la Virgen hasta su Capilla. Y fue a partir de ahí cuando ya se observaron muchas caras que acababan de levantarse para seguirlas hasta su recogida.
Cuando el reloj de Santa María Magdalena recibió la presentación del Gran Poder, a esa hora de los años anteriores ya se encontraba entrando en su Capilla de Real Utrera, lo que quería decir que se estaba cumpliendo con el deseo de la Hermandad de entrar unos cuarenta minutos más tarde para dar así la oportunidad a aquellas personas, especialmente mayores y pequeños, a los que les costaba más trabajo acudir a su encuentro por la mañana.
Tras el paso de ambas imágenes por el nuevo espacio que ofrece todo el entorno remodelado de la Torre del Olivar, se dirigieron de forma pausada hacia su Capilla, donde cerraron una Estación de Penitencia repleta de recogimiento y de secuencias que pasarán a engrosar esa memoria de quienes las contemplan cada año.
Un recorrido que sólo se vio interrumpido cuando en la calle Botica, pasadas las seis de la madrugada, el paso del Señor hubo de detenerse para que dos auxiliares se subieran al mismo a reparar las potencias, ya que una de ellas se encontraba a punto de desprenderse. Operación en la que se empleó unos diez minutos largos, tras la cual ya no hubo más incidentes.
Imágenes de la Madrugá
FRANCISCO GIL CHAPARRO / REDACCIÓN
