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30 dic 2020

  • 30.12.20
El calendario gregoriano marca el 1 de enero como comienzo de cada año de 365 días, o 366 cuando el año es bisiesto. Este calendario marca el transcurso de los días de acuerdo con el ciclo solar y funciona como calendario civil en casi la totalidad de países actuales. Las excepciones son el calendario solar Hiiri que se utiliza en Irán y Afganistán, el calendario etíope derivado del antiguo calendario egipcio y en Nepal se usa exclusivamente el calendario Vikram Samvat.


Algunos países utilizan como calendario civil alguna modificación del calendario gregoriano; es el caso de Corea del Norte (calendario Juche), Japón, Tailandia y el calendario Minguo de Taiwán. Y en algunos países simultáneamente al calendario gregoriano se utilizan calendarios propios: calendario nacional de la India (Shalivahana Shaka), calendario hebreo en Israel y calendario bengalí en Bangladesh.

Además de esas variantes en la denominación del paso del tiempo para efectos de la administración civil, han existido y existen numerosas interpretaciones religiosas de los ciclos temporales. Por lo que la fecha que marca el comienzo del año puede variar mucho en función de diversos contextos culturales. Por ejemplo, el día de año nuevo (nowruz) en el calendario Hiiri está marcado por el equinoccio de primavera y es la mayor festividad del año en Irán, Afganistán y algunas regiones próximas y se celebra durante 13 días.

Los musulmanes celebran el año nuevo en el mes de Muharran, de acuerdo con su calendario religioso regido por las fases lunares y por lo tanto independientemente de las fechas del calendario gregoriano solar; el próximo año nuevo, que para ellos será el 1443, lo celebrarán el 10 de agosto del 2021.

Los chinos festejarán el próximo 12 de febrero la entrada del 4718 (Xin-Chou). Se trata también de una festividad variable en función de su calendario tradicional lunisolar. En realidad, se trata de una celebración que marca el comienzo del año agrícola denominada Fiesta de la Primavera y se inicia, generalmente, con la segunda luna nueva tras el solsticio de invierno. También para los chinos esta es la celebración más importante del año, que prolongan durante quince días hasta el “Festival de los faroles”.

El próximo 21 de marzo se iniciará el 1400 del calendario persa; el 13 de abril comenzará el 1943 del calendario hindú; el 14 de abril Pohela Boishakh en Bangla Desh; el 22 de julio dará comienzo el 1471 del calendario armenio; el 7 de septiembre será el inicio del 5782 hebreo y el 11 de septiembre empezará el 1738 para los coptos y el 2014 para los etíopes. Una enumeración extensa de las distintas fechas en que se celebra el año nuevo puede encontrarse aquí.

Ante tal diversidad parece evidente que predominan los criterios de identidad cultural sobre los astronómicos y aunque se considere necesario el adoptar un criterio normalizado a nivel internacional, las celebraciones festivas se asocian a tradiciones con amplia resonancia emocional.

Nosotros (los denominados “occidentales”) consideramos como algo muy obvio que el año comienza el uno de enero, pero parece que esta creencia no es compartida por la mayoría de los habitantes del planeta, para los que el uno de enero es únicamente una fría convención útil para las transacciones internacionales o para medir el paso de los días de forma administrativa, pero sin ningún significado cultural o emocional.

Nuestros medios de comunicación se empeñan en mostrar como “normal” este fin e inicio de ciclo en esa fecha, pero no deja de ser una muestra más de nuestro etnocentrismo y menosprecio ante otros criterios tan “normales” o “naturales” como los nuestros. Y no olvidemos que los terrícolas que consideramos el uno de enero como fecha de inicio del año somos menos numerosos que el resto: chinos, hindúes, iranios, etc.

Pero ¿por qué precisamente el uno de enero? Desde un punto de vista astronómico no es una fecha relevante, no coincide con el solsticio de invierno y muy lejos de los equinoccios de primavera y otoño. Tampoco una fecha fija como esa es compatible con una posición concreta de la Luna.

Respecto al origen del mes de enero, tanto Tito Livio –en su Historia de Roma (Ab Urbe Condita) 1:19– como Macrobio –en sus Saturnales (Libro I, Capítulo 12, §34)– atribuyen al segundo rey legendario de Roma, Numa Pompilio, la creación de los meses de enero y febrero que se añaden a los diez meses del calendario lunar previo.

Pero la colocación de estos meses varía según los autores; para Plutarco (Vidas paralelas, capítulo 18), fue el propio Numa quien los situó al principio del calendario. Sin embargo, Tito Livio afirma que el comienzo del año consular se traslado de marzo a enero en el 153 a.n.e. (601 de la fundación de Roma) para responder a una rebelión en Hispania.

En todo caso las fiestas religiosas más importantes de Roma siguieron celebrándose en marzo. En la Europa cristiana existieron múltiples criterios para establecer el día de año nuevo. En Venecia siguieron la tradición romana del 1 de marzo, en el imperio bizantino se celebraba el 1 de septiembre, en Castilla y Aragón se eligió el día 25 de marzo, día de la encarnación hasta que Pedro IV de Aragón estableció el inicio del año el 25 de diciembre que se extendió a Castilla hasta que, finalmente en el siglo XVI se eligió el uno de enero como inicio del año, conmemorando la circuncisión de Jesucristo.

¡Feliz año nuevo para todos los que lo celebran ahora y, adelantado, para los que lo celebrarán en los próximos meses!

JES JIMÉNEZ

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