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José Antonio Hernández | En defensa de la Ilustración

La Ilustración, el periodo de nuestra historia cultural en el que se defiende que la razón humana debe desautorizar las convicciones arbitrarias enraizadas en emociones o en fantasías, posee en la actualidad una sorprendente validez.


Sus ideas deberían guiarnos para evitar dejarnos engañar por las interesadas llamadas publicitarias, para aliviar la saturación de ilusiones vacías, para combatir el cansancio del dogmatismo de la derecha y de la izquierda políticas. Estoy convencido de que hoy necesitamos reconciliarnos nuevamente con la razón.

En el libro titulado En defensa de la Ilustración. Por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso (Barcelona, Paidós), su autor, Steven Pinker, nos muestra cómo el progreso debe ser guiado y estimulado por la razón, por el pensamiento, por la ciencia y, en resumen, por el humanismo, por esas pautas que nos descubren los valores humanistas de la vida, de la salud, del sustento, de la paz, de la seguridad, de la libertad, de la igualdad, de los derechos humanos, de la alfabetización, del conocimiento, del bienestar, de la familia, de los amigos y de la naturaleza.

Con una exhaustiva y detallada aportación de datos contrastados, nos demuestra cómo las permanentes aspiraciones de mejora se pueden lograr mediante los intercambios de ideas que orienten nuestras maneras de concebir y de practicar la economía, la política, las relaciones sociales, el arte y la cultura. Estoy de acuerdo en que esta es la mejor, la única manera, de lograr que progresemos y que todos vivamos mejor.

En el mundo actual, cuando se acepta que el uno por ciento ha acaparado la mayor parte del crecimiento económico de las últimas décadas, y que los demás solo intentamos mantenernos a flote mientras que nos vamos hundiendo lentamente, el problema más grave es la permanencia y la defensa –a veces de manera violenta– de convicciones erróneas e irracionales como, por ejemplo, que “la Tierra es plana, la negación de la evolución o el daño de las vacunas”.

Efectivamente es cierto que, en este siglo XXI, cuando se produce un acceso sin precedentes al conocimiento, también nos está invadiendo una imparable marea de irracionalidad. La lectura de esta obra nos redescubre el imprescindible poder del conocimiento para seguir mejorando, para acercarnos al bienestar justo, necesario, compartido y posible de la sociedad.

Estoy de acuerdo en que una concepción humana de la organización de la convivencia social, económica, cultural y política, basada en los hechos e inspirada por los ideales de la Ilustración –la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso– reformulados, como hace Steven Pinker, con el lenguaje del siglo XXI, pueden aportar la lucidez necesaria y abrir un horizonte de esperanza para mejorar nuestras vidas.

JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ GUERRERO
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