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Virtudes Heredia, referente de la comunidad gitana, es el mes de Abril del Calendario ‘Agárrate a la vida’

Virtudes Heredia García es una nazarena de 52 años de edad, gitana “por los cuatro costados”, feliz de serlo y feliz con su vida y el trabajo que realiza como monitora en la Oficina Municipal de Coordinación de la Zona Sur. En el Calendario ‘Agárrate a la vida’ de la Delegación de Igualdad y Educación del Ayuntamiento de Dos Hermanas es el mes de abril, “algo que ni soñando pensé que me pudiera pasar a mí”.


Virtudes es hija de Manuel Heredia Reina, fallecido hace tan sólo unos seis meses, y de Carmen García Maldonado, el primero nacido en Dos Hermanas y la segunda en Triana, y tiene tres hijas, Carmen, Mercedes y Dolores, fruto de su primer matrimonio, del que enviudó muy joven, y un varón, Julián, de 14 años de edad, nacido en el seno de su nueva relación con ‘Juli el Payo’, como cariñosamente le apodan, y tiene ya ocho nietos. Desde pequeña, con apenas sin estudios, comenzó a trabajar con su padre bien en la recogida del algodón, bien de la aceituna, cuando no en la venta ambulante.

Tras una vida ajetreada, en la que tuvo que salir adelante como podía, la vida le cambió a raíz de entrar como alumna en los Programas Per Siras y Esperanza, en la Zona Sur, de los que ahora es monitora, convirtiéndose en todo este tiempo en uno de los grandes referentes de la comunidad gitana en Dos Hermanas. Virtudes es además voluntaria de Cruz Roja y durante la pandemia destacó por su labor humanitaria con el reparto de alimentos y recursos a la población más vulnerable.

Esta es Virtudes Heredia, el mes de ‘Abril’ en el Calendario de ‘Mujeres de hoy con raíces nazarenas’, comprometida con la igualdad y con la defensa de la condición de la mujer, la misma que habla a partir de ahora para contar lo que es y lo que siente.


“Yo siempre he trabajado en el campo. Mi padre de toda la vida trabajó en el algodón, por la zona de Los Palacios, donde antes había mucho, y después en la recogida de la aceituna por aquí por Dos Hermanas. Yo estudié muy poquito. A leer y a escribir aprendí un poco en el colegio, pero, sobre todo, quienes me enseñaron a mí fueron las monjas, que eran las que nos llevaban a todos los niños de vacaciones a Chipiona, y, cuando yo ya era mayor, pues me llevaban a mí pero para tener cuidado yo de los chiquininos. Eran unas monjas que estaban en una residencia que había en la Huerta de Palacios. Nosotras no íbamos allí, sino que eran las monjas las que venían al barrio, al Cerro Blanco, que es donde yo vivo y donde estoy encantada de la vida. Lo mismo que en Dos Hermanas. De mi pueblo no hay quien me quite”.

Estar en el calendario ‘Agárrate a la Vida’ era una cosa que yo no me esperaba nunca. Eso fue una emoción, una ilusión muy grande. Para mí era como una meta, porque yo no me podía imaginar que me iba a pasar eso. Y menos el día que fuimos a la presentación al Ayuntamiento y nos sentamos allí con el alcalde. Me hizo una ilusión bastante grande. Yo me enteré de todo esto aquí en la Zona Sur, que es donde trabajo, porque me lo dijeron mis compañeras. Al principio, yo no me lo creía. Porque es que yo no pensaba que una trabajadora del campo, con cuatro niñas, llegara a este recorrido. Ni soñando. Pero me dijeron que me habían elegido porque era un ejemplo de mujer trabajadora y solidaria. El día que fuimos al Ayuntamiento, lo que recuerdo es que mi hija Lola no dejaba de llorar mientras me grababa en el momento que estuve con el alcalde”.

“Yo llegué a la Zona Sur hace unos seis años. Entré como alumna del Proyecto Esperanza. Al principio, con el grupo de muchachas y de niños hacíamos temas de pintura, de poda…, pero, sobre todo, nos enseñaban a ser responsables y a formarnos como personas. Y me encantaba. Y ahora soy monitora de Esperanza y también de Per Siras. Y, como me ocurría a mí al principio, yo estoy ahora con las mujeres y con los chavales. Pero es algo que alterno en estos momentos con la atención a la gente que viene a la Zona Sur. A los chavales, además de a ser responsables y cumplir, se les enseñan muchas cosas, se les da clases de todo, de pintura, de poda, para manejar los ordenadores, hacen cursos para aprender a cuidar a los niños en los comedores… Aquí llegan a partir de los 16 años. Y me alegro mucho cuando los veo que van para adelante, que van avanzando”.

“Yo soy gitana por los cuatro costados. Y si veinte veces naciera, veinte veces quisiera ser gitana. Estoy muy orgullosa de serlo. Ser gitano hoy la verdad es que no es lo mismo que hace algunos años. Ya somos uno más en la sociedad. Nos falta un poquito más, pero los gitanos ahora somos uno más, gracias a Dios. Y en Dos Hermanas, más. Yo tengo amigos y amigas payos y gitanos. Y mire usted, dos de mis hijas están casadas con payos”.

“Yo llego todas las mañanas a trabajar a la Zona Sur con mucha alegría y con la ilusión más grande del mundo. Lo mejor que puedo tener es que la salud mía y la de mis hijos vaya bien, y tener un puesto de trabajo. Y aquí mis compañeras me han ayudado desde el primer momento, para que, como me decían ellas, estuviera como en mi casa. Por aquí viene mucha gente todos los días, tanto a pedir la tarjeta oro para los mayores, como una ayuda a domicilio y más cosas, lo mismo jóvenes que mayores, gitanos, payos, colombianos, marroquíes, ecuatorianos… Aquí todo el mundo es bien recibido. Todos somos iguales. Saben que aquí se les puede ayudar, y es que se les ayuda. Yo no pensaba que aquí se ayudara tanto, mire usted, pero es así”.

FRANCISCO GIL / ANDALUCÍA DIGITAL
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