Dios bendiga a los hermanos Lumière. Aquel invento de ver imágenes en movimiento, que muchos burgueses tacharon como distracción circense, ha sido durante décadas un ejercicio de resistencia ante la barbarie y el totalitarismo. Hablando claro: el cine nos legó dos discursos clave contra la sinrazón de estos tiempos.
Hay ideas que debieron quedar enterradas tras la oscura década de 1930 y 1940. Por desgracia siguen entre nosotros; no hay jabón ni sanitol que borre su peste a miedo, su alabanza a la ignorancia y a la violencia. Jean Renoir, poeta de la cámara, estrena en 1943 Esta tierra es mía.
Albert Lory (Charles Laughton), un profesor temeroso, aprende que ante el abuso de poder y el pisoteo de los derechos básicos no sirve de nada esconder la cabeza: hay que luchar contra los nazis en la Francia ocupada. Lo hace desde su aula, leyendo —en esta escena memorable— la Declaración de los Derechos del Hombre:
“Artículo primero: Todos los hombres nacen y permanecen libres, con los mismos derechos. Artículo segundo: la finalidad de los poderes públicos es proteger los derechos naturales e inalienables del hombre: la libertad, la legítima propiedad y la resistencia a la tiranía. Artículo tercero: el principio de todo gobierno reside en la nación. Ningún grupo o individuo puede ejercer una autoridad que no emane del pueblo”.
Antes, Chaplin había lanzado El gran dictador, brillante sátira contra el fascismo. Años después, en 1964, admitió que, de haber conocido la maquinaria asesina del Holocausto, no habría escrito la película. Su intención era ridiculizar a los tiranos, no trivializar el asesinato de inocentes.
Debe reconocerse que así lo recoge el historiador Jeffrey Vance en su obra Chaplin: Genius of the Cinema (2003). El ensayo está disponible en el Registro Nacional del Cine (Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos). Regresando al metraje, de su famoso discurso basta recordar: “Más que máquinas, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, necesitamos bondad y dulzura”.
Han pasado ocho décadas. Deberían ser piezas de museo estos filmes, pero hoy urge devolver estos metrajes a universidades, institutos y escuelas del viejo —y a veces desmemoriado— continente europeo. Parte de la juventud española coquetea con el fascismo como gesto antisistema.
La agencia Reuters publicó el 13 de junio de 2024 Cómo la extrema derecha ganó terreno entre la juventud europea. Este trabajo señala a Alemania, Francia, Polonia y España como los focos donde la extrema derecha ha ganado más protagonismo e intención de voto entre la juventud.
Comparto algunos datos preocupantes de esta información: en Francia, el partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN) obtuvo un 25 por ciento de los votos entre los jóvenes de 18 a 24 años. Alternativa para Alemania obtuvo un apoyo de 16 por ciento entre los menores de 25 años.
En España, Alvise Pérez obtuvo el 6,7 por ciento del voto juvenil. No nos engañemos. No es casualidad. En España, parte de una izquierda cobarde convirtió el “que viene la ultraderecha” en humo que tapa el incendio de la corrupción y la decadencia de la dignidad política.
Siempre aparece la palabra "fascismo" para desviar: cuando estalla un escándalo; cuando se favorecen amistades; cuando se reparten fondos lejos de cultura, salud y educación para prostíbulos, así como todo tipo de lujos que quitan el pan al pueblo de la boca. Y, mientras, los sueldos dicen subir. Pero suben más los impuestos; la economía “va de lujo”, pero crecen las cifras de personas durmiendo en la calle.
No es enfado de un periodista, son datos. Radio Televisión Española publicó el 26 de septiembre de 2025 : “Una media de 33.758 personas mayores de 18 años se alojó diariamente en 2024 en centros de atención a personas sin hogar, lo que representa un aumento del 55,7 por ciento respecto a 2022. Este dato fue publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE)”.
Esta constante mentira con los números, esa magia para camuflar lo que no se puede esconder ni defender, es lo que lanza a un porcentaje de la juventud española a los brazos de las viejas banderas y de los cantos militaristas. Peligrosa búsqueda de consuelo y sentido ante la ausencia de un estilo de vida digno que se le está robando en las narices.
No se escondan pseudoprogresistas: su cobardía abrió la puerta a los cachorros de Hitler, Mussolini y Franco. Se acabó el comodín. Querido Gobierno, busque otra frase para movilizar y levantar el pensamiento crítico en el futuro del país. Tiene el poder, actúe como un Gobierno del que estar orgulloso.
Mientras tanto, diputados sin estrategia social ni política se ocupan de asegurar escaño. Un consejo gratuito: el fascista no es el que difiere de la versión oficial. El fascista es aquel que se relame en la sobra ante el despropósito de la actual España.
Espera este caldo de cultivo para mordernos en el cuello, y será muy tarde. En Europa le hemos abierto las puertas de par en par a las instituciones públicas sin mover ni un dedo. Pueden más los mercados que los derechos humanos.
El corrupto de cualquier ideología no debe tener voz y, menos, voto. Las siglas que jalean la violencia, el miedo, la mentira o la corrupción no pueden ponerse al nivel de aquellos que quieren construir. Si dejas la puerta abierta al lobo, no llores cuando se coma a las ovejas.
En el Congreso se habla sin decir nada. Gracias, Gobierno, por los brazos cruzados ante la vuelva del racismo como programa político. Recordemos que la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI), en su Recomendación de política general número 15 (discurso de odio), incluye como racismo la "hostilidad o discriminación basada en origen racial/étnico y también origen nacional".
Vox, y a veces el Partido Popular, no han debido de leer este documento. El monstruo está llegando. Ya hemos aceptado de manera servil que se culpe de nuestros males a los inmigrantes. Es únicamente el primer paso. Lo siguiente será aceptar callados los cierres de medios de comunicación que no publiquen las consignas oficiales. Lo próximo, acceso a la Universidad únicamente a “españoles de bien”. Por supuesto, listas de profesores que no enseñen correctamente la Historia del Imperio Español.
El 29 de septiembre de 2025, el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE) dio a conocer el Informe Anual de Monitorización del Discurso de Odio en Redes Sociales 2024. “El informe anual señala que predominan los mensajes hostiles dirigidos a las personas del norte de África (35%), seguidas de las personas afrodescendientes (24%), inmigrantes (21%) y las personas musulmanas (20%). También destaca la hostilidad hacia niños, niñas y adolescentes no acompañados, concentrando el 5 por ciento de los mensajes comunicados”, según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migración.
La dignidad —y todo lo bello que guarda el ser humano— no tiene bandera ni certificado de residencia. No tiene siglas, ni líderes supremos. La dignidad nos pide poner pie contra pared y gritar que no pueden pasar las viejas cabezas rapadas. Por los que murieron por un mundo más humano, por la justicia social y por el valor de la vida, recordemos a Albert: Esta tierra es mía. No hay ni un palmo disponible para las bestias.
Hay ideas que debieron quedar enterradas tras la oscura década de 1930 y 1940. Por desgracia siguen entre nosotros; no hay jabón ni sanitol que borre su peste a miedo, su alabanza a la ignorancia y a la violencia. Jean Renoir, poeta de la cámara, estrena en 1943 Esta tierra es mía.
Albert Lory (Charles Laughton), un profesor temeroso, aprende que ante el abuso de poder y el pisoteo de los derechos básicos no sirve de nada esconder la cabeza: hay que luchar contra los nazis en la Francia ocupada. Lo hace desde su aula, leyendo —en esta escena memorable— la Declaración de los Derechos del Hombre:
“Artículo primero: Todos los hombres nacen y permanecen libres, con los mismos derechos. Artículo segundo: la finalidad de los poderes públicos es proteger los derechos naturales e inalienables del hombre: la libertad, la legítima propiedad y la resistencia a la tiranía. Artículo tercero: el principio de todo gobierno reside en la nación. Ningún grupo o individuo puede ejercer una autoridad que no emane del pueblo”.
Antes, Chaplin había lanzado El gran dictador, brillante sátira contra el fascismo. Años después, en 1964, admitió que, de haber conocido la maquinaria asesina del Holocausto, no habría escrito la película. Su intención era ridiculizar a los tiranos, no trivializar el asesinato de inocentes.
Debe reconocerse que así lo recoge el historiador Jeffrey Vance en su obra Chaplin: Genius of the Cinema (2003). El ensayo está disponible en el Registro Nacional del Cine (Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos). Regresando al metraje, de su famoso discurso basta recordar: “Más que máquinas, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, necesitamos bondad y dulzura”.
Han pasado ocho décadas. Deberían ser piezas de museo estos filmes, pero hoy urge devolver estos metrajes a universidades, institutos y escuelas del viejo —y a veces desmemoriado— continente europeo. Parte de la juventud española coquetea con el fascismo como gesto antisistema.
La agencia Reuters publicó el 13 de junio de 2024 Cómo la extrema derecha ganó terreno entre la juventud europea. Este trabajo señala a Alemania, Francia, Polonia y España como los focos donde la extrema derecha ha ganado más protagonismo e intención de voto entre la juventud.
Comparto algunos datos preocupantes de esta información: en Francia, el partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN) obtuvo un 25 por ciento de los votos entre los jóvenes de 18 a 24 años. Alternativa para Alemania obtuvo un apoyo de 16 por ciento entre los menores de 25 años.
En España, Alvise Pérez obtuvo el 6,7 por ciento del voto juvenil. No nos engañemos. No es casualidad. En España, parte de una izquierda cobarde convirtió el “que viene la ultraderecha” en humo que tapa el incendio de la corrupción y la decadencia de la dignidad política.
Siempre aparece la palabra "fascismo" para desviar: cuando estalla un escándalo; cuando se favorecen amistades; cuando se reparten fondos lejos de cultura, salud y educación para prostíbulos, así como todo tipo de lujos que quitan el pan al pueblo de la boca. Y, mientras, los sueldos dicen subir. Pero suben más los impuestos; la economía “va de lujo”, pero crecen las cifras de personas durmiendo en la calle.
No es enfado de un periodista, son datos. Radio Televisión Española publicó el 26 de septiembre de 2025 : “Una media de 33.758 personas mayores de 18 años se alojó diariamente en 2024 en centros de atención a personas sin hogar, lo que representa un aumento del 55,7 por ciento respecto a 2022. Este dato fue publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE)”.
Esta constante mentira con los números, esa magia para camuflar lo que no se puede esconder ni defender, es lo que lanza a un porcentaje de la juventud española a los brazos de las viejas banderas y de los cantos militaristas. Peligrosa búsqueda de consuelo y sentido ante la ausencia de un estilo de vida digno que se le está robando en las narices.
No se escondan pseudoprogresistas: su cobardía abrió la puerta a los cachorros de Hitler, Mussolini y Franco. Se acabó el comodín. Querido Gobierno, busque otra frase para movilizar y levantar el pensamiento crítico en el futuro del país. Tiene el poder, actúe como un Gobierno del que estar orgulloso.
Mientras tanto, diputados sin estrategia social ni política se ocupan de asegurar escaño. Un consejo gratuito: el fascista no es el que difiere de la versión oficial. El fascista es aquel que se relame en la sobra ante el despropósito de la actual España.
Espera este caldo de cultivo para mordernos en el cuello, y será muy tarde. En Europa le hemos abierto las puertas de par en par a las instituciones públicas sin mover ni un dedo. Pueden más los mercados que los derechos humanos.
El corrupto de cualquier ideología no debe tener voz y, menos, voto. Las siglas que jalean la violencia, el miedo, la mentira o la corrupción no pueden ponerse al nivel de aquellos que quieren construir. Si dejas la puerta abierta al lobo, no llores cuando se coma a las ovejas.
En el Congreso se habla sin decir nada. Gracias, Gobierno, por los brazos cruzados ante la vuelva del racismo como programa político. Recordemos que la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI), en su Recomendación de política general número 15 (discurso de odio), incluye como racismo la "hostilidad o discriminación basada en origen racial/étnico y también origen nacional".
Vox, y a veces el Partido Popular, no han debido de leer este documento. El monstruo está llegando. Ya hemos aceptado de manera servil que se culpe de nuestros males a los inmigrantes. Es únicamente el primer paso. Lo siguiente será aceptar callados los cierres de medios de comunicación que no publiquen las consignas oficiales. Lo próximo, acceso a la Universidad únicamente a “españoles de bien”. Por supuesto, listas de profesores que no enseñen correctamente la Historia del Imperio Español.
El 29 de septiembre de 2025, el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE) dio a conocer el Informe Anual de Monitorización del Discurso de Odio en Redes Sociales 2024. “El informe anual señala que predominan los mensajes hostiles dirigidos a las personas del norte de África (35%), seguidas de las personas afrodescendientes (24%), inmigrantes (21%) y las personas musulmanas (20%). También destaca la hostilidad hacia niños, niñas y adolescentes no acompañados, concentrando el 5 por ciento de los mensajes comunicados”, según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migración.
La dignidad —y todo lo bello que guarda el ser humano— no tiene bandera ni certificado de residencia. No tiene siglas, ni líderes supremos. La dignidad nos pide poner pie contra pared y gritar que no pueden pasar las viejas cabezas rapadas. Por los que murieron por un mundo más humano, por la justicia social y por el valor de la vida, recordemos a Albert: Esta tierra es mía. No hay ni un palmo disponible para las bestias.
CARLOS SERRANO MARTÍN
ILUSTRACIÓN: ISABEL AGUILAR
ILUSTRACIÓN: ISABEL AGUILAR



























