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HLA

FENACO



26 mar 2023

  • 26.3.23
Si a alguien que le gusta la música se le pregunta por los estilos que conoce, seguramente ofrecerá una relación de ellos; sin embargo, lo más probable es que no cite la música coral, a pesar de ser una modalidad centenaria. Por mi parte, tengo que confesar que suelo trabajar en el estudio con música clásica de fondo, en tono muy bajo, sea de laúd o música coral, ya que me ayuda a concentrarme.


Cuando hablo de música coral, no podemos pensar solamente en la polifonía renacentista, que está muy extendida en distintos países y culturas, sino también otras modalidades, tal y como veremos en la charla que he mantenido con Albano García Sánchez, un compañero y joven profesor en la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicología de la Universidad de Córdoba, que además es el director del Coro Averroes de esta Universidad.

—Quisiera, Albano, que esta charla la comenzáramos de forma que nos indicaras cuáles fueron tus primeras relaciones con la música coral o el canto colectivo.

—El primer contacto con el canto colectivo surge de casualidad, pues no había en mi entorno familiar ningún músico, ni nadie que cantase o fuese aficionado al mundo coral, ya que a la edad de ocho años mis padres me enviaron a un campamento de verano que se organizaba todos los años en Carrizo de la Ribera, un municipio de la provincia de León.

Estando en el campamento, un día, una persona vino a hacernos a todos los niños una prueba de voz. Más tarde nos informaron que se trataba del director de una escolanía oriundo de esa localidad. Al verano siguiente, pasé una semana de prueba en dicha escolanía para valorar la posibilidad de mi incorporación.

Fue así como con nueve años comencé a formar parte de la Escolanía del Real Santuario de Nuestra Señora de Covadonga, en Asturias. En ese lugar estuve interno cinco años, desde 4º hasta 8º de EGB, lo que me permitió conocer en primera persona el mundo coral. Fueron años de ensayos diarios, de descubrimiento de repertorios de diferentes épocas y estilos, de participación en los oficios del santuario y de numerosas actuaciones, tanto dentro como fuera de la provincia. Gracias a este lustro de mi etapa vital que pude tener acceso a una sólida formación musical, especialmente en el ámbito coral.

—Me llama la atención la precocidad con la que entraste en contacto con lo que ha sido tu mundo, tu especialidad musical, dado que a esas edades, como mucho, niños y niñas fantasean con lo que serán en el futuro, pero no dejan de ser fantasías. Una vez que acabaste los estudios primarios de entonces, ¿seguiste ligado al canto coral?

—Sí continué ligado, a pesar de que, una vez finalizada la EGB, no se podía continuar en la escolanía. Es por ello que decidí seguir mis estudios en la Schola Cantorum ‘Catedral de León’. Tengo que apuntar que la ‘Schola’, como la llamábamos coloquialmente, era una asociación musical que comprendía un coro mixto de niños y hombres, un coro de cámara, una orquesta de cámara y un grupo de música andina.

Asimismo, a través de la asociación liderábamos un proyecto pedagógico denominado “aulas corales” consistente en la creación de un coro infantil en todos los colegios de la ciudad de León. Cada uno de los miembros de la “Schola” se responsabilizaba de la dirección del coro de un centro.

Gracias a ello empecé a interesarme también por la dirección coral, faceta que ya había experimentado durante los dos últimos años de mi etapa como ‘escolano’ en Covadonga al tener que sustituir al director o al organista en alguno de los oficios cuando por diversas razones se tenían que ausentar. Desgraciadamente, mi etapa en la ‘Schola’ fue breve debido a que, por circunstancias de la vida, la asociación dejó de funcionar. Su desaparición me obligó a tener que volver a mi localidad natal, Langreo (Asturias), lo que provocó que durante un tiempo me distanciara del mundo coral.

—¿Ese distanciamiento duró mucho? ¿Qué hiciste una vez terminado el bachillerato?

—Una vez terminado COU y el Grado Medio de Piano me desplacé a Oviedo para estudiar la especialidad de Música de la Diplomatura de Educación Primaria. En la misma universidad de Oviedo también cursé la Licenciatura de Historia y Ciencias de la Música y terminé doctorándome como musicólogo. Esta etapa fue, pues, de reencuentro con el mundo coral.

—¿Qué actividades relacionadas con el mundo coral llevaste en esos años?

—Durante esos años formé parte como tenor de varias agrupaciones, como El León de Oro, el Coro Lírico Ciudad de Oviedo o el Coro de la Universidad de Oviedo. También retomé mi afición por la dirección coral, primero como responsable de varios coros infantiles en Oviedo y Avilés, gracias a que se exportó a esas ciudades el modelo pedagógico de las ‘aulas corales’, y, un poco más tarde, de los coros de voces mixtas Coral San Martín de Moreda, Coral San Pedro de Soto del Barco y Agrupación Polifónica Centro Asturiano de Avilés, con las que obtuve varios premios de interpretación coral. El interés cada vez mayor por la dirección me llevó a asistir a numerosos cursos impartidos por algunos de los directores de canto coral más prestigiosos que hay en España.

—¿Nos puedes explicar las razones de tu venida y cómo llegaste a Córdoba desde tu Asturias natal?

—El motivo de mi llegada a Córdoba fue de tipo laboral. Así, en noviembre de 2007 me incorporé al Departamento de Musicología del Conservatorio Superior de Música ‘Rafael Orozco’ para impartir las asignaturas de ‘Historia de la Música’ y ‘Sociología y Estética de la Música’.

—Háblanos de tus comienzos como profesor de música.

—Mi primera experiencia como docente fue en un centro concertado de Educación Secundaria en Asturias, donde impartía la asignatura de Música al alumnado de 1º y 2º. Tras un tiempo en el centro, donde también ejercí como profesor de música en Primaria, comencé a trabajar como maestro especialista en varios colegios públicos de la región. Tal como he indicado, fue en 2007 cuando me vine a Córdoba para incorporarme al Conservatorio, centro donde estuve una década. Asimismo, a partir de 2009 y hasta 2017, compaginé esta labor con la de profesor a tiempo parcial del Área de Música de la Universidad de Córdoba.

—En la actualidad eres el director del Coro Averroes de la Universidad de Córdoba. ¿Cómo se empezó a gestar?

De nuevo tengo que remontarme a 2007. En diciembre de ese año, cuando solo llevaba un mes en Córdoba, conocí a la profesora del Área de Música de la Universidad de Córdoba, Auxiliadora Ortiz, en el marco de un proyecto que tenía como cometido la restauración del fondo antiguo de la biblioteca del Conservatorio Superior de Música ‘Rafael Orozco’. Por aquel entonces, me llamaba poderosamente la atención que la institución universitaria cordobesa no tuviera una agrupación de estas características, como sí sucede en la mayoría de las universidades españolas.

Por su parte, Auxiliadora Ortiz, como profesora de la asignatura de 'Historia de la Música' de la licenciatura de Historia del Arte, sentía la necesidad de tener una herramienta que facilitara al alumnado la comprensión de muchos de los conceptos teóricos que abordaba en clase. A partir de ahí, ella difunde entre sus alumnos y compañeros la propuesta de creación de un coro polifónico de voces mixtas. Así, la primera reunión informativa tendría lugar en la Facultad de Filosofía y Letras en octubre de 2008, preconfigurándose lo que actualmente es el Coro Averroes de la UCO.


—En 2013 lográis grabar vuestro primer disco, ‘Historia de un bajel’, con diferentes temas de música coral, ya que en él aparecen habaneras, gospel, cantos indios… incluso el tema 'Wimoweh' (que se tradujo como ‘The lion sleep tonigh’) de música negra. ¿Qué supuso para vosotros y cómo lo valoras en la actualidad?

—Si hacemos un pequeño cálculo, podemos comprobar que Historia de un bajel se graba cuando la agrupación solo cuenta con cinco años de existencia. Aunque con la perspectiva del tiempo se puede percibir que el sonido del coro aún está en proceso de formación, este trabajo discográfico proyecta una imagen con la que nos sentimos totalmente identificados: la de la ‘interculturalidad’. Creo que el cedé invita al oyente a viajar por distintas latitudes a través de sus músicas, de ahí la metáfora del ‘bajel’.

—Casi una década después, ya que la grabación la realizasteis en 2022, es decir, durante la pandemia, ve la luz ‘Vocalis Contrapuncto Polyphoniae’, que lleva el subtítulo de ‘Música sacra europea del Renacimiento’. A mí, sinceramente, me parece un disco bellísimo, con una grabación impecable, a la altura de los grandes sellos de música clásica –Glossa, Naxos, Archiv, harmonia mundi…– ¿Qué nos puedes contar de la realización de este disco?

—Muchas gracias por esa opinión. Me alegra saber que te ha gustado… Este segundo trabajo discográfico pretende ser una huella sonora de un tiempo distópico, ya que, como todo el mundo se puede imaginar, la pandemia afectó seriamente a la actividad coral.

Te indico esto, puesto que al cantar se expulsa aire y saliva, lo que sumado a que los ensayos se suelen celebrar en recintos cerrados y durante un tiempo prolongado, se aumentan las posibilidades de contagio debido a los aerosoles. En definitiva, el canto coral entrañaba serios riesgos para la salud. En este contexto, para poder continuar con la actividad, pusimos en marcha un exigente protocolo de prevención de riesgos (distanciamiento, mascarillas, higiene, ventilación...) y diseñamos un repertorio ad hoc.


Así, durante el último trimestre del 2021 decidimos plasmarlo en un disco como recuerdo. De hecho, el proceso de grabación fue también muy exigente debido a que consistió en varias sesiones maratonianas en las que se cantaba con mascarilla. Es así como surge Vocalis Contrapuncto Polyphoniae, una selección de piezas de polifonía contrapuntista religiosa a cuatro voces mixtas de tomadas de los centros de creación europeos más importantes del Renacimiento.

—En la actualidad, eres profesor en el Área de Didáctica de la Expresión Musical de la Universidad de Córdoba. Me gustaría que comentaras qué respuesta da el alumnado y tu desarrollo como docente, así como la conexión con las formas de música popular que le gustan a tus alumnos.

—La incorporación de los gustos musicales del alumnado al repertorio que se debe trabajar en el aula es actualmente algo bastante habitual en el ámbito de la Educación Musical, también en España, y tiene su fundamento principalmente en la Pedagogía Crítica. En mi caso particular, desde hace varios años soy responsable de la asignatura ‘Expresión Musical Colectiva. Métodos de Intervención Educativa’, una de las cuatro que se debe cursar obligatoriamente para obtener la Mención de Música del Grado de Educación Primaria.

A lo largo del cuatrimestre, de manera guiada, el alumnado debe transformar a nivel formal, rítmico y armónico un material melódico preexistente, debiendo tener en cuenta durante el proceso una serie de técnicas compositivas sencillas junto con algunas estrategias de concertación musical. Para la selección del material melódico tienen total libertad, pudiendo tomarlo prestado de aquellos repertorios con los que se sientan más identificados, siempre y cuando cumplan con una serie de pautas de tipo técnico y pedagógico.

Partir de sus gustos e intereses ha permitido mejorar significativamente el grado de compromiso del estudiantado para con su aprendizaje. Además, este planteamiento también facilita que yo me pueda acercar a estilos y géneros que no forman parte de mi universo sonoro, lo que se ha convertido en una fuente de enriquecimiento para mí.

—Para cerrar, ¿cómo valoras la Educación Musical en nuestro país? ¿Qué relevancia tiene la música coral en la actualidad?

—En los años noventa del siglo pasado, tras la implantación de la LOGSE, se vivió en España el periodo de mayor presencia de la música en las distintas etapas de la educación obligatoria. Sin embargo, actualmente nos encontramos en un momento en el que, desgraciadamente, la música está perdiendo ese protagonismo, seguramente debido a que no hemos sido capaces de hacer entender a la sociedad lo esencial que es el hecho sonoro para el desarrollo integral del individuo.

En cuanto a la música coral, ha seguido una trayectoria parecida. El escaso interés institucional en ciertas regiones de España y la nula atención mediática provoca que un porcentaje significativo de la población desconozca lo que les puede aportar el canto colectivo. Solo aquellos privilegiados que tienen la fortuna de descubrirlo pueden disfrutar de sus beneficios. En mi caso, casualmente, y gracias a que un día mis padres me llevaron a un campamento de verano, soy uno de ellos.

AURELIANO SÁINZ
FOTOGRAFÍA: EMILIO HIDALGO

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