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Rafael Soto | Ausencias injustificables

La Guerra Civil es una de las cuestiones más controvertidas, si no la que más, en la Historia de España. Tanto, que todavía andamos colgando con sus difuntos en conflicto o después del mismo. Sabemos que no todos tuvieron el mismo valor entonces, ni tampoco parece que lo tengan ahora.


La fosa común de Pico Reja, en el cementerio hispalense de San Fernando, es una de las más grandes de España y su reciente exhumación es la más ambiciosa que se ha llevado a cabo en todo el país. Más de 1.700 personas exhumadas, lo que la hace la fosa común abierta más grande de Europa desde Srebrenica, en Bosnia Herzegovina.

El acto que cerró la exhumación se celebró con solemnidad con la presencia del alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz Martínez. Se echó en falta al presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, que envió en su lugar al viceconsejero de Turismo y Cultura, Víctor González. Una torpeza de difícil justificación, no cabe duda.

Como dato relevante, habría que señalar que los responsables esperaban encontrar en Pico Reja a alrededor de 1.103 personas, casi 600 personas menos, lo que da una idea de la magnitud de la tragedia. Solo en Andalucía, de acuerdo con datos oficiales, hay un total de 709 fosas, donde se cree que pueden encontrarse 45.569 víctimas del franquismo. De ellas, solo 359 han sido exhumadas, dignificadas o ambas, lo que representa un total de 23.938 personas.

Si atendemos a estos datos, rechina la actitud de la prensa generalista. No hace tanto, se produjo la exhumación de Queipo de Llano y otros franquistas que descansaban en la Macarena. La finalidad de esta acción no fue otra que esconder las vergüenzas del Ministerio del Interior en relación a la Comisaría del Polígono Sur de Sevilla –ya expresamos nuestra postura al respecto aquí–, y fue un escándalo mayúsculo. Al finalizar el proceso, todos pudimos conocer detalles como dónde se había incinerado Queipo y hasta quién pagó la factura.

Sin embargo, una deuda pendiente tan relevante como el de Pico Reja ha pasado casi inadvertida para la agenda informativa nacional. Un hecho así apenas ha ocupado un lugar discreto en los medios, si es que ha tenido alguno. Una contradicción, sin duda: se le ha dado menos publicidad a más de 1.700 personas ejecutadas que al responsable de las ejecuciones.

Hay quien disfruta más arreando que reparando. Es más fácil y da más rédito político. En un momento en el que los ejecutores están bajo tierra, la única auténtica deuda que tenemos con el pasado es la exhumación y dignificación de las víctimas del franquismo. Lo demás es palabrería y rédito político. Y, sin embargo, esta cuestión ha demostrado ser irrelevante para nuestros dirigentes –con independencia del color político– y, por ende, para sus medios de comunicación afines.

Es lamentable que el presidente de la Junta de Andalucía no se presentara al acto de Pico Reja, así como la escasa cobertura recibida por los medios de comunicación generalistas. Quizá, porque la Memoria Histórica solo conviene cuando renta.

Haereticus dixit

RAFAEL SOTO
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